Juego de ojos
El miedo de los mexicanos
Francisco Hernández López vive un sobresalto continuo cuando nota que al micro en el que viaja se suben dos sujetos sospechosos y que en unos cuantos minutos con groserías amenazan a los pasajeros con pistolas y les obligan a entregarles todas sus pertenencias. El año pasado lo asaltaron ocho veces de la misma manera.
Para él, como a miles de habitantes del Valle de México es habitual que los atraquen mientras se trasladan en transporte público a su trabajo o a su escuela. No tienen escapatoria una vez que los asaltantes ingresan al vehículo.
Francisco viaja todos los días de su casa, en el municipio de Ecatepec, Estado de México, uno de los más peligrosos del país, hacia la Ciudad de México, en donde trabaja en un almacén.
“Ahora sí ya valió madres”, es el grito que comúnmente vociferan los delincuentes para amedrentar y para dar a conocer a sus víctimas que a partir de ese momento se encuentran bajo su poder.
De hecho, Francisco señala que en por lo menos cuatro ocasiones, los individuos que lo han asaltado son los mismos y a pesar de que las primeras veces que lo atracaron presentó las denuncias respectivas ante las autoridades policiacas y que ha ratificado sus demandas, en ningún momento ha sido llamado por el ministerio público de lo que deduce que sencillamente no han sido aprehendidos los ladrones.
En las querellas presentadas, siempre le solicitaron que informara de las características físicas de los delincuentes, pero al parecer nada de eso ha contribuido a que puedan ser localizados.
Refiere que los atracos en transportes de la zona de Ecatepec son cosa de todos los días, a pesar de que el anterior gobernador mexiquense, Eruviel Ávila, y el actual, Alfredo del Mazo Maza, pusieron en marcha operativos para prevenir los atracos a bordo de unidades públicas.
“La cosa está igual o peor que con el otro gobierno. Los robos no los para nadie, esa es una realidad y todo se queda en discurso”, refiere lacónicamente.
Ante la repetición de los atracos que sufren, Francisco y otras víctimas de este tipo de delitos, incluso recurren a la estrategia de “guardar” dinero en alguna parte de sus ropas, que puede ser entregado a los delincuentes en caso de ser asaltados por estos. Llegan al colmo de “apartar” parte de su quincena para dársela a quienes los atracan, a cambio de que no les provoquen un daño.
La historia de Francisco es la misma de mexicanos que en prácticamente todo el territorio nacional observan impotentes como la delincuencia le ganó la partida a los gobiernos de todos los niveles.
Es la inseguridad cotidiana que sienten los mexicanos y que se refleja en las estadísticas, como se comprueba con el reciente análisis que acaba de dar a conocer el Instituto Nacional de Estadística (INEGI), definido en la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU).
De acuerdo a dicho documento, 74.9 por ciento de la población encuestada de 18 años y más edad consideró que vivir en su ciudad es inseguro, lo que representa un cambio significativo respecto a marzo de 2017 y a junio de 2016.
La percepción de inseguridad siguió siendo mayor en el caso de las mujeres con 80.2 por ciento, mientras que los hombres se ubicaron en 68.9 por ciento. Esta diferencia no se queda sólo en percepción, ya que evidentemente que ese miedo que perciben las mexicanas de sexo femenino se deriva del clima de violencia real prevaleciente en su contra y que alcanza su mayor brutalidad en los feminicidios.
Así, entre las 54 ciudades del país en donde se realizó el estudio, las que cuentan con mayor porcentaje de personas de 18 años de edad y más que consideraron que vivir en su urbe es inseguro, se ubican: Villahermosa, Ecatepec de Morelos, Chilpancingo de los Bravo, Reynosa, Coatzacoalcos y Fresnillo, con 96.6, 94.6, 94.1, 89.6, 89.5 y 88.1 por ciento, respectivamente.
En tanto, las ciudades cuya percepción de inseguridad es menor son: Puerto Vallarta, Mérida, Piedras Negras, Saltillo, Durango y Tepic, con 29.5, 30.7, 35.3, 35.7, 37.8 y 48.6 por ciento, respectivamente. De la población consultada para esta encuesta, 81.3 por ciento manifestó sentirse insegura en los cajeros automáticos localizados en la vía pública, 73.7 por ciento en el transporte público, 68.1 por ciento en el banco y 66.1 por ciento en las calles por las que habitualmente transita.
Esta encuesta realizada por una institución importante como lo es el INEGI, sólo refleja el temor que experimenta la población ante un hecho indiscutible: que extensas zonas de México son totalmente inseguras.
En muchas de ellas, las cosas no sólo no han cambiado, sino que incluso han empeorado. El Gobierno de Enrique Peña Nieto habla de avances en muchos rubros, pero definitivamente en materia de seguridad el fracaso es más que evidente.
El problema de la inseguridad no sólo ha sido mal atendido por las autoridades federales, sino también por las estatales y municipales. Sin embargo, los delitos federales de alto impacto, que merecen la atención del Gobierno de la República persisten a niveles insostenibles y es en este terreno en el que la delincuencia ha rebasado a un estado que bien puede definirse como fallido.
La herencia de inseguridad que dejará el gobierno de Peña será difícil de revertir por quien asuma el poder en este año. Los mexicanos reclaman una seguridad real que el Estado ha sido incapaz de proporcionarle. El descontento de los ciudadanos crece, se acumula cada día. Las autoridades le siguen arrancando los bigotes al tigre. No se dan cuenta que algún día lo pueden despertar.