Contexto
Aún somos románticos
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
La vida no trata sobre lo lejos que puedes ir, lo alto que puedes saltar, o cuánto peso puedes llevar. La vida se basa en experiencias, amistades, familia y recuerdos creados.
Entonces, ¿por qué tantas personas temen la vejez cuando los años que pasan nos enriquecen? Nos hacen más sensibles. Este es un recordatorio de que no importa la edad que se tenga.
Siempre debes estar lleno de vida, incluso más que cuando eras joven.
No hay olvidar nunca, querido Jorge Herrera Valenzuela, que aún somos románticos y sensibles. Y hemos, como nos recuerdas, bailado con las mejores orquestas.
Por eso los invitamos a leer estos versos de Rubén Darío: Un poeta nicaragüense nacido en Metapa, hoy Ciudad Darío, en 1867. Sin lugar a dudas fue uno de los poetas hispanoamericanos que más decididamente cambió el rumbo de las letras hispánicas.
Publicó sus primeros versos a los once años, y a finales del siglo XIX, ya consagrado, publicó «Azul», una de sus obras más representativas. En este año 2017 se cumplen 150 años de su nacimiento, y queremos recordarle con algunos de sus más hermosos poemas cortos, que estamos seguros, te tocarán el corazón:
El verso sutil que pasa o se posa
El verso sutil que pasa o se posa Sobre la mujer o sobre la rosa,
Beso puede ser, o ser mariposa
.En la fresca flor el verso sutil; El triunfo de amor en el mes de abril: Amor, verso y flor, la niña gentil.
Amor y dolor. Halagos y enojos. Herodías ríe en los labios rojos.
Dos verdugos hay que están en los ojos
.¡Oh, saber amar es saber sufrir! Amar y sufrir, sufrir y sentir, Y el hacha besar que nos ha de herir…
¡Rosa de dolor, gracia femenina; Inocencia y luz, corola divina!
Y aroma fatal y cruel espina…
Líbranos, Señor, de abril y la flor. Y del cielo azul y del ruiseñor, De dolor y amor, líbranos, Señor.
Abrojos
Lloraba en mis brazos vestidos de negro, se oía el latido de su corazón, cubríanle el cuello los rizos castaños y toda temblaba de miedo y de amor.
¿Quién tuvo la culpa? La noche callada. Ya iba a despedirme. Cuando dije «¡Adiós!», Ella, sollozando, se abrazó a mi pecho bajo aquel ramaje del almendro en flor. Velaron las nubes la pida luna…Después, tristemente lloramos los dos. ¿Qué lloras? Lo comprendo. Todo concluido está. Pero no quiero verte, alma mía, llorar. Nuestro amor, siempre, siempre… Nuestras bodas… jamás.
¿Quién es ese bandido que se vino a robar tu corona florida y tu velo nupcial? Mas no, no me lo digas, no lo quiero escuchar. Tu nombre es Inocencia y el de él es Satanás. Un abismo a tus plantas, una mano procaz que te empuja; tú ruedas, y mientras tanto, va el ángel de tu guarda triste y solo a llorar. Pero ¿por qué derramas tantas lágrimas?… ¡Ah! Sí, todo lo comprendo…No, no me digas más.
Pasa y olvida
Peregrino que vas buscando en vano un camino mejor que tu camino, ¿cómo quieres que yo te dé la mano, si mi signo es tu signo, Peregrino?
No llegarás jamás a tu destino; llevas la muerte en ti como el gusano que te roe lo que tienes de humano…¡lo que tienes de humano y de divino!
Sigue tranquilamente, ¡oh, caminante! Todavía te queda muy distante ese país incógnito que sueñas…Y soñar es un mal. Pasa y olvida, pues si te empeñas en soñar, te empeñas en aventar la llama de tu vida.
Mía
Mía: así te llamas. ¿Qué más armonía? Mía: la luz del día; Mía: rosas, llamas. ¡Qué aromas derramas en el alma mía si sé que me amas, oh Mía!, ¡oh Mía! Tu sexo fundiste con mi sexo fuerte, fundiendo dos bronces. Yo, triste; tú triste… ¿No has de ser, entonces, Mía hasta la muerte?
Y para ella, de nuestra parte.
Cuando llegues a amar
Cuando llegues a amar, si no has amado, Sabrás que en este mundo. Es el dolor más grande y más profundo Ser a un tiempo feliz y desgraciado.
Corolario: el amor es un abismo De luz y sombra, poesía y prosa, Y en donde se hace la más cara cosa Que es reír y llorar a un tiempo mismo. Lo peor, lo más terrible, Es que vivir sin él es imposible”.
Seguimos, somos todavía, sensibles.