Obispos de México: Un nuevo horizonte/Felipe de J. Monroy*
Los escritores y Diego
«El mundo no se acaba, se depura y es lo que hace, expulsándonos…
El hombre civilizado resultó el más depredador de los seres vivos, los avances tecnológicos, el uso y abuso de manera irresponsable le han hecho mucho daño a muestra casa común, el planeta.
Obtuvimos las mejores calificaciones en ciencia y tecnología y reprobamos en humanismo».
Saludos desde está congestionada de autos, la otrora llamada La Perla tapatía, ahora nos llaman Apatíos”.
Del Festival de Escritores y Literatura también nos platica la sicóloga, doctora, escritora y poeta doña Rosa Chávez Cárdenas. Nos entera de su viaje a San Miguel de Allende. Ella radica en Guadalajara, Jalisco. Sin más no dice:
«Con gran satisfacción asistí al encuentro literario más importante de México, San Miguel Writers’ Conference. El Festival de Escritores y Literatura en San Miguel Allende Guanajuato, del 14 al 18 de febrero. Reúne lo más destacado de México, Estados Unidos y Canadá.
Sociable como soy, camino a la central camionera. Platiqué con el chofer del Uber. Una conversación muy agradable, Juan, con mucha experiencia en los negocios, ingresó a sistema de Uber para saber si realmente tenía ganancias.
Lo interrumpí con mi afirmación: «investigación de campo» –Exacto, me respondió, ya casi para despedirme concluyó: –usted debe ser rosacruz, integrante de la masonería o budista, ¿verdad? Sonreí. –es una mujer fuera de serie–.
¿En qué te diste cuenta? -En el diálogo. –Soy una bruja curandera, activista y libre pensadora, confesé.
Las cinco horas del viaje pasaron rápido, observé el paisaje y leí el libro El arte de pensar regalo de mi amiga Lupita.
Me sorprendió la Ciudad de León, edificios, hoteles y mucha industria, los letreros en varios idiomas.
A mi llegada ya me esperaban mis amigos, Jorge y Esther, y su hijo Diego (33 años), que padece autismo. En cuanto me acerqué me dijo Rosa la rumorosa palabras que le enseñó su padre hace cinco años que los visité.
Cariñosos me reciben en su morada como hotel de cinco estrellas. Tienen una convivencia muy sui generis entre ellos, Diego, da respuesta inmediata a lo que le enseña su padre, con el que convive todo el día. Ambos actúan como un alter ego.
Diego, tiene dotes increíbles para el canto, su ídolo, Luis Miguel, del que tiene increíble repertorio de canciones. En cuanto escucha las primeras notas, sabe el nombre de la canción. No te observa a los ojos, sin embargo, sin pena, canta en las reuniones, o en su casa.
Su madre, mujer muy alegre le transmitió el gusto por la música. Diego escucha un comercial o una canción y todo el día repite.
No deja de sorprender su alegría de vivir. Al contrario de muchas familias con hijos discapacitados que viven deprimidos (No fue fácil. Los primeros años, Diego lloraba día y noche).
En el encuentro literario conocí a una colega mexicana, que vive con su esposo en Alaska, al que como maestro le ofrecieron un mejor salario, y se aventuraron con su niño autista de dos años.
Dentro del Hotel Real de Minas, recordé el congreso de Rehabilitación International en Quebec, con personas de todo el mundo, la mayoría habla en inglés.
En la calle, se disfruta la tranquilidad del pueblo mágico, patrimonio cultural de la humanidad, además nombrada «la mejor ciudad del mundo».
Pensé en la otra conquista de San Miguel de Allende, que ya no pertenece a los mexicanos. La han tomado los extranjeros, que encontraron un bello lugar con todas las comodidades de la era moderna y la tranquilidad de los pueblos de antaño. Hoy en día es multicultural con una gran oferta en hotelería y gastronomía.
Cantinflas, dueño del Hotel Posada la Ermita, cuando le preguntaron por qué ya no iba a SMA, les respondió en broma: «es que no hablo inglés».
En el encuentro, no faltaron las críticas al presidente Trump, la violencia en nuestro país, las experiencias de vida, poesía, relatos de los autores de novelas, periodistas, y no faltaron los jóvenes estudiantes invitados a talleres y la entrega del concurso a los mejores relatos ,que se llevaron una computadora.
No perdí la oportunidad de entrevistar a varios de los asistentes.
Así disfrutamos la fiesta, el viernes por la noche tan similar a la película de Coco: bailables, antojitos mexicanos, piñatas, sin faltar el tequila y hasta los churros.
Colegas nos vemos el próximo año».
Así finaliza su charla doña Rosa la que compartimos, con ligeros cambios.