Pide Micaela Cabañas a Sheinbaum justicia para su mamá asesinada
CIUDAD DE MÉXICO, 7 de marzo de 2018.- Cuando el juez condena o absuelve, no debe buscar ser colocado, maniqueamente, en el nicho heroico de la humanidad, sino, hermenéuticamente, buscar el verdadero sentido de la ley mediante amplia interpretación, pero sin activismo en las palabras que manejamos, las cuales son, como decía Ortega y Gasset: «un sacramento de delicada administración».
Así lo manifestó, según un comunicado, el ministro en retiro Sergio Salvador Aguirre Anguiano, al ser galardonado con un reconocimiento que le otorgó la Asociación Mexicana de Impartidores de Justicia (AMIJ), durante la ceremonia de conmemoración del Día del Juzgador Mexicano, evento que se efectuó en auditorio del edificio Espejo del Consejo de la Judicatura Federal.
Previamente, había advertido que «los jueces ejercen un oficio que conlleva riesgo inminente de soberbia».
El que pretenda arrogarse el discernimiento de la justicia debe percatarse de que es solamente un servidor público, planteó Aguirre Anguiano.
Y sentenció: «en algunos casos, en sus cinco minutos de gloria, algunos jueces que destacan en los medios masivos, por nimios asuntos, que los franceses denominan la petite histoire, deberían estar conscientes de que tan pronto su actitud es publicada, se empieza a diluir, a olvidar».
A la comunidad le importa la justicia, pero más la de estos súper colegiados, que periódicamente padecen del debate en cuanto a su continuidad en la forma esquemática actual, y surgen los devaneos para cambiarles el modo de ser (por razón de satisfacción de apetitos y ambiciones) reduciendo a la Suprema Corte a la constitucionalidad, y el resto, a un Tribunal Superior Federal y según el gusto se inventan yuxtaposiciones o alternancias entre lo anterior y otras variantes.
Frente a ello, pidió estar «alerta», pues «lo único que mantendrá a los once Ministros actuando instrumentalmente con las atribuciones constitucionales con que cuentan es la honradez monolítica», aunque se ha dicho que hay una verdadera, de carácter axiológico-intelectual, y otra falsa, de carácter crematístico, atribuyendo a la primera el perfil de quien, en íntima convicción, coincide sin estridencias con un proyecto vital para los justiciables, o de quien difiere comedidamente, pero sin tapujos, del otro.
Dijo: «Creo que por claridoso me propusieron y eligieron para el galardón, ¡Gracias!, en lo personal vislumbro que el sistema esquemático actual posiblemente mejore con una facultad abierta de cerciorarse (Certiorari), pero les resalto que la presea se instituyó por la AMIJ para que se recuerde el compromiso ético irrevocable que los impartidores de justicia tienen con la sociedad, tanto ontológica como ónticamente.
Hago votos por la honradez monolítica de los que aquí apuntalarán, según mi parecer, que se mantenga en lo sucesivo la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con ajustes si se quiere, pero esencialmente como es. El derecho actual comparado prueba que su actual sustantividad es la adecuada», concluyó.