El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
La generación valiente (dos y fin)
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Al continuar María Fernanda Guillermo Casas su charla, (ella hija de los licenciados en administración Pastor Gabriel Guillermo Arenas y Teresita del Carmen Casas de Guillermo) habló así de sus mentores: Aprendimos de los mejores profesores, tuvimos excelentes Directores de Carrera que en más de una ocasión nos apoyaron. Hemos recorrido los mismos lugares, nos hemos apresurado para llegar antes del minuto 35 y hubo días donde no teníamos cabeza para nada más que no fuera subir algún reporte o presentar algún proyecto antes de la medianoche en Blackboard.
Todos nos hemos enfrentado con demasiadas montañas en nuestras vidas, con numerosos retos, típicos de estudiantes, de la vida diaria, y otras montañas no escaladas antes, que nos han hecho crecer y reconstruir nuestra Alma Mater. En todo este viaje, la mejor aventura fue haber escalado múltiples montañas, llegar a la cima y apreciar la vista, que es mucho más bella de lo que habíamos esperado. Y escalar esas montañas fue relativamente fácil. Cuando me enseñaron a no cargar con una mochila llena de piedras, porque cansan más rápido y el peso nos hace disminuir el paso, prologan la subida y ver la cima demasiado lejos. Pero, cuando en el Diplomado de Liderazgo, nos llevaron al Nevado de Toluca, justo ahí, en ese momento comprendí que solo debía empacar lo necesario. Aprendí a dejar lo que no necesito, lo que ya no está y conservar lo que sí aporta en mi viaje de vida. Así que, aventé esas piedras que no sirven para nada, y pude llegar al Pico del Fraile, donde no hice nada más que llorar, mirar al cielo y agradecer la gran lección de vida. Un buen amigo mío me dijo que nosotros somos la generación del cambio. Que tenemos una voz y que debemos utilizarla, porque para ser honestos se requiere ser valientes. He comprobado que esa valentía nace del corazón de cada uno y que puede ser contagiada en los demás para crear voces más fuertes.
Capaces de entender que nuestra sociedad se vio afectada por una tragedia que nadie espero vivir, que nuestra comunidad Tec, jamás olvidará lo sucedido. Cuna de las personas que estamos aquí hoy, hemos decidido trazar un sueño, una meta, un objetivo. Resulta incomprensible creer que a pesar de ese fino y delicado trazo planeado, existen compañeros que hoy, no podrán firmar un título, o ver la mirada llena de orgullo de sus padres. Precisamente por ellos, por nosotros, por nuestros padres y familiares, por esta comunidad Tec, por nuestra Alma Mater, es momento de dar consuelo a quién lo necesite. De recuperar el sentido humano para poder hablar de la fortaleza y de la dignidad humana con la que nuestro amado Tec se reconstruye. Sí bien, muchos de nosotros, nos encontramos con cúmulo de sentimientos válidos, por esa emoción de comprender que la etapa final se acerca. Por esa alegría de ver el orgullo que nuestro esfuerzo causa, sentir plenitud de sabernos capaces, fuertes, valientes, honestos, responsables y sobretodo unidos. Seamos parte de esta lucha, una lucha que comienza en nosotros mismos, que continúa en nuestro entorno y que culmina el día que dejemos un legado que impacte la vida de miles. Hoy no dudo ni por un segundo que Campus Ciudad de México está aquí, en cada uno de nosotros. Que nos hemos sumado en esta loca expedición para llegar a la cima de una de las montañas más grandes que jamás imaginamos alcanzar. Y hoy cambiamos, resurgimos y regresamos a la vida con ese sentimiento de satisfacción que nos cubre el pecho y nos hace estar agradecidos con nosotros y con los nuestros, por estar presentes en uno de los días que jamás olvidaremos. El trazo que sella nuestro fin como universitarios y nuestro inicio como profesionistas y futuros líderes de nuestro país. Gracias querido Tec, por ser la prueba fiel y existente de que siempre se puede volver a empezar, de que somos gigantes y de que jamás olvidaremos todo lo que crecimos contigo durante estos años. Gracias querido Tec por no darte por vencido, por impulsarnos a seguir en la adversidad, por mantenernos fieles y honestos a nosotros mismos, por recordarnos lo valiosas que son nuestras voces y por habernos dado un segundo hogar.
Gracias papá, gracias mamá, gracias abuelos, amigos o quiénes hayan sido parte fundamental de nuestro proceso para llegar a estar aquí. Gracias por darnos la oportunidad de escribir una mejor historia y de tener un mejor futuro. Gracias profesores por regalarnos su tiempo y conocimiento, por abrirnos los ojos para ver el mundo. Gracias compañeros por hacer del Tec nuestro hogar y por formar una gran familia de la que todos estamos orgullosos de pertenecer. Es momento de hacer historia y de ser parte de esta generación que puede inspirar a otras para lograr lo que pocos han podido hacer mantenernos fieles a nosotros mismos, impulsar mentes y corazones de muchos, en el camino exitosamente por la vida con humildad. Recordar de dónde venimos con orgullo y contemplar hacia dónde queremos llegar con valores, principios, integridad y plenitud. Agradecer a Dios por cada día de nuestras vidas. No tengo ni la más mínima duda, de que mi yo de 8 años, jamás se equivocó con el compromiso que hizo, y que hoy se siente feliz de saber que ve desde el asiento delantero, su Campus más bello que nunca. Sonrío porque la loca idea que los abuelos le dieron y los consejos, sacrificios, apoyo y amor de sus padres, la hicieron alcanzar una de las metas que tanto había anhelado. Porque sin saberlo, ella ya amaba al Tec, desde antes de conocerlo.
¡Felicidades Generación 2018!, somos la generación de los valientes.” Sí, la generación valiente, concluiríamos, con entusiasmo, esta plática de María Fernanda, amada niña.