Contexto
Todos dejan huella (Dos y fin)
Los mismos ingredientes para todos:
Hombre, pueblo, gobierno… hambre y miseria, Justicia y Libertad, pero una interpretación diferente para cada una de sus acciones.
Pensaron quizá que eran las más adecuadas para lograr con éxito lo que su pueblo les exigía.
En este recorrido con doña Rusia Mac Gregor por el mundo a través de sus gobernantes, no podemos dejar fuera a Norte, Centro y Sudamérica.
Benjamín Franklin, amante de la libertad.
George Washington, primero en la guerra, primero en la paz y primero en el corazón de sus conciudadanos.
De los más brillantes, James Monroe. Representante de la política antiesclavista.
Ulises Simpson Grant y Abraham Lincoln, sin olvidarnos de John F. Kennedy, Truman, Nixon y Reagan.
De la bella Isla de Haití en Santo Domingo, recordamos a Francois Toussant, primer negro que estableció un país con gente de su raza a la sublevación de éstos contra el dominio francés.
¿La contraparte? Henri I, gobernante despótico a quien por sus crímenes se le llamó “El Cruel”.
En Honduras, Francisco Morazán y José Cecilio del Valle, próceres de la Independencia.
De Argentina, su primer presidente Bernardino Rivadavia, cuyo período gubernamental aún se recuerda como uno de los más brillantes en ese país.
José Martí, Apóstol de las libertades cubanas y los organizadores de la revolución triunfante en Venezuela, Francisco Miranda el precursor y Simón Bolívar el libertador.
México, al igual que estos países que hemos recorrido a través de sus gobernantes, ha recogido innumerables huellas de quienes han regido sus destinos.
La Conquista, la Independencia, la Reforma y la Revolución…
¡Cuántos nombres perdidos en la historia y cuántas luchas por nuestra libertad! Muchas huellas tuvieron que quedar impresas para lograrla.
Al azar algunos nombres que forman parte de nuestra historia.
El Imperio Azteca, truncado cuando Moctezuma entrega las plumas de quetzal a la coraza española.
Trescientos años después, el imperio de Agustín de Iturbide. Valentín Gómez Farías, padre del liberalismo.
Antonio López de Santa Anna, responsable de la pérdida del territorio de Tejas. Nos gobernó once veces en 20 años.
Maximiliano y Carlota, de triste memoria.
Benito Juárez, quien promulgó las Leyes de Reforma… Su huella perdura.
¿Cuántos más…? Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, el nefasto gobierno de “El Chacal” Huerta.
¿El más efímero? El de don Pedro Lazcuráin, quien duró 45 minutos en el poder y poco o nada pudo haber realizado en ese corto tiempo.
De la Constitución del 17, Venustiano Carranza.
Emilio Portes Gil, el Código Federal del Trabajo.
La expropiación petrolera, Lázaro Cárdenas.
El presidente caballero, general Manuel Avila Camacho
El obrero, Miguel Alemán Valdés.
El derecho al voto de la mujer con Ruiz Cortines.
La nacionalización de la energía eléctrica, don Adolfo López Mateos.
Gustavo Díaz Ordaz y las Olimpiadas. Sin que olvidemos el nefasto 68.
La carta de los derechos y deberes de Luis Echeverría Alvarez. La reforma al sistema bancario de José López Portillo y la renovación moral de Miguel de la Madrid Hurtado. Ambos, añadiríamos, fracaso tras fracaso.
No se quedan atrás los siguientes. Hasta hoy. Sangre, dolor, miseria y llanto.
Desde entonces México es parte de un mundo en desorden donde la razón y el entendimiento son sustituidas por la imprudencia que se da cita en el planeta.
Crecimiento demográfico, carencias, necesidades y el anhelo permanente del hombre por la superación, hacen ahora, en nuestros tiempos, más difícil la ya difícil tarea de gobernar.
La amenaza constante de la guerra, la pobreza económica y espiritual de los más necesitados que siempre serán más que los opulentes, son condiciones de nuestra época.
El tiempo que los gobernantes duren en el poder, sea el que fuere, no alcanza para cantar triunfalismos.
El gobernante tiene que renovarse cada día. Tiene, muchas veces, que dimitir de sus ideas y aceptar la práctica diaria que reclaman los gobernados.
¿Esas huellas dónde quedan y cuándo serán borradas?
La pregunta es difícil y la respuesta aún más. La voz del pueblo seguirá como el mejor testimonio de lo que se piensa de un gobernante.
La Huella de un Gobernante será permanente, mientras sus ideas y acciones tengan una vigencia realista.
Gobernar es un arte y en una escala de valores. Tenemos que aceptar que la equivocación, el escándalo, el fracaso, triunfo o acierto de un gobernante, son huellas que no fácilmente se borran.
Tenemos presente a Carlos Salinas de Gortari. Le quitó tres ceros a nuestra moneda.
Ernesto Zedillo Ponce de León, que vendió nuestros ferrocarriles y entregó el gobierno a la derecha.
Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hurtado, de Acción Nacional. De triste, muy triste memoria. Como el actual. Al que cedieron el poder.
La historia, la anécdota, la leyenda, todo aquello que se habla y se siente son partes inseparables de la obra de este gobernante.
¿Se equivocó? ¿Fue justo en sus decisiones? ¿Supo anteponer sus aspiraciones personales a las de su pueblo? ¿Triunfó y los aciertos no lo llenaron de falsas vanidades?
¡Difícil, muy difícil el arte de gobernar!
Conocer el pasado de quienes han gobernado es imprescindible para todas las generaciones que asoman a la vida. Analizar a fondo y meditar sobre los hechos, ya que estos son incontrovertibles.
La huella de un gobernante, es la parte histórica a la que sólo el tiempo podrá otorgar o negar su validez. Y por supuesto el pueblo.
Como en lo últimos tiempos, desde 1988 a la fecha, concluiríamos el estudio de la escritora doña Rusia Mac Gregor.