Escenario político
El libro de Meade
El PRI no se acuerda de cómo ganar y todos nos acordamos de lo mal que lo ha hecho…y cómo ha gobernado.
No se acuerda de lo que escribió en nuestra memoria ni quiere pensar en las consecuencias.
Pregunté hace un par de semanas en el Club de Industriales, ante una treintena de hombres pensantes e independientes, mayormente pro statu quo, cómo era posible que un pentasecretario de Estado, doctor en Yale y de una supuesta brillantez, careciera de un modelo explicatorio claro para entender el fenómeno de Morena y, en consecuencia, haber creado las condiciones para la victoria del PRI.
La mayoría anti Morena vigente aun en ese grupo, acusó ahí a Andrés Manuel López Obrador de ser “ignorante”, “necio”, “cuadrado”.
Pregunté si no habrían sido, de ser ciertas, precisamente esas características las que le hubieran facilitado el camino a Meade o al candidato del PAN, Ricardo Anaya.
Si era tan obvio, entonces por qué no el avance del PRI o del PAN. No hubo respuesta.
Ante la ausencia de aquella, aventuré mi hipótesis: al no entender que Morena es al mismo tiempo un liderazgo, un movimiento, una coalición de indignaciones y un partido; al carecer de comprensión sobre las condiciones en que Morena crece en lo nacional y seguramente impactará en lo global, lo más obvio escapándose al equipo de Meade, era imposible que generaran una estrategia adecuada y en consecuencia una campaña acorde con un diagnóstico conveniente para el caso de esa comprensión.
Muchos adversarios de Morena, así como muchos analistas, no han querido comprender.
Ahora se concentran –cada vez menos– en fingir que no está ocurriendo lo que indican las encuestas y en evadir su propia responsabilidad respecto de un daño amenazante e inevitable que perciben, o fingen percibir, después de la derrota electoral que sufrirán en julio.
Nadie sabe lo que sucederá por cierto en las próximas semanas o después de la llegada al poder de Morena. Todos sabemos que sería increíble que no saliera victorioso AMLO.
El ponente invitado de la reunión que refiero, un hombre técnicamente preparado muy cercano al PRI veracruzano y a otras élites con presencia nacional, evadió la pregunta y tras mi insistencia finalmente admitió, al menos, una de las variables: el PRI se alejó de la gente.
Lo que ello quiera decir me permite colocar en un contexto más amplio los graves problemas de José Meade en la campaña, con el desprestigio del presidente Enrique Peña, la división de su partido adoptivo, el deterioro de la estructura territorial, las deserciones hormiga y las masivas, la inseguridad, la incompetencia, la corrupción y por supuesto, la exitosa campaña de Morena para desmantelar la reputación exigua que hubiera podido tener Peña más allá del año 2013 inmediatamente después de la detención de la dirigente magisterial Elba Esther Gordillo y de la firma del Pacto por México.
El agotamiento personal de Meade, quien hizo una tesis de doctorado sin énfasis en México, es por lo menos irrisorio al no poder recordar lo que no ha ocurrido: la manufactura de un libro en una editorial en que no hay nombre ni del texto ni de la casa editora.
Al PRI no le falla la memoria. Le falló un auténtico compromiso orgánico con la eficiencia, la honradez y de cercanía con sus representados para no mencionar su alejamiento de una idea de lo nacional que estuviera en conexión con viejas y nuevas generaciones.
Peras al olmo.
¿Cómo se llamó ese libro de historia escrito para entender y reflexionar lo que ocurría antes del 1 de julio de 2018?
Debería saberlo Meade. O Peña.
confianzafundada.mx