
Contexto
El Volcán del Fuego y Don Goyo.
¿Podría ocurrir una tragedia en el valle de México similar a la recientemente acaecida en Guatemala, cuando el Volcán de Fuego hizo erupción violentamente y sepultó en vida a más de 70 personas bajo toneladas de rocas hirvientes y cenizas volcánicas? Una tragedia mayúscula de la cuál aún no sabemos con certeza los daños ocasionados en cuanto a la pérdida de vidas humanas, desplazados, afectados y pueblos perdidos entre rocas, lodo y demás materia incandescente.
La respuesta es definitivamente: No.
No obstante a que la vecina hermana república de Guatemala es una zona de alta actividad volcánica, la nación centroamericana no ha desarrollado la ciencia y la tecnología capaz de monitorear sus activas bocas de fuego, fundamentalmente por cuestiones económicas. Tampoco ha implementado los protocolos necesarios para una rápida y eficaz evacuación en caso de detectar posibles desastres.
En tanto México, con mayores recursos económicos y no obstante a destinar menos del uno por ciento del PIB a la Ciencia y la Tecnología –áreas estratégicas para el desarrollo–, si se ha preocupado por desarrollar y formar a un buen número de científicos especializados en Ciencias de la Tierra: Geólogos, vulcanólogos, geofísicos, sismólogos que se preparan en las principales Universidades Públicas del país, fundamentalmente y con mucho orgullo e la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Es menester reconocer también que el Centro Nacional de Prevenciòn de Desastres, dependiente de la Secretaria de Gobernación, opera en su totalidad bajo el resguardo de científicos de la UNAM. A los expertos en ciencias de la tierra se suman también los especialistas en ciencias de la atmósfera. Así podemos monitorear constantemente a nuestros volcanes, principalmente al Popocatépetl, conocido también como Don Goyo o seguir la ruta de potenciales huracanes.
Cabría aquí el reclamo a las instituciones de educación superior privadas de no ocuparse en la formación de estos cuadros especializados, pese a la enorme necesidad que tenemos de ellos. Las Universidades e Instituciones privadas orientan sus carreras a las áreas económicas y financieras, es decir a los negocios. Algunas tienen contadas carreras que ven por las ciencias de la salud, como son la medicina y la odontología, pero hasta ahí.
Nuestros científicos mexicanos gozan de enorme prestigio en el extranjero, sus trabajos e investigaciones son equiparados con los de los mejores del mundo. Bastaría con nombrar a dos de ellos para saber de su enrome talento: Mario Molina, premio Nobel y Francisco Bolívar Zapata, premio príncipe de Asturias, es decir los más grandes galardones del orbe. Pero tenemos más, muchos más en diversas disciplinas de las ciencias duras.
Lo de Guatemala es una enorme tragedia pero pudo evitarse si la nación hermana dedicara recursos a la Ciencias. No los tiene, se entiende. En México gracias al desarrollo de nuestra ciencia hemos podido evitar grandes tragedias en materia volcánica y sísmica, así como en la detección y seguimiento de huracanes. Por supuesto que no tenemos los recursos para crear una Nasa, pero resulta imperdonable relegar a la ciencia y la tecnología a segundo plano, por debajo de las cuestiones políticas. Error, grave error que nos hace vulnerables y también dependientes.
En el mundo hay aproximada mente mil 600 volcanes activos con potencial de entrar en erupción De ellos entre 20 y 50 están en actividad en forma alternada, así que siempre hay alguno en erupción y es muy probable que al menos dos coincidan pero sólo por casualidad, sabemos hoy gracias a la ciencia.
“Que haya una erupción en Hawái del Kilauea y otra en Guatemala del Volcán de Fuego no significa que haya una conexión entre ambos, simplemente establece el hecho de que en el planeta existen muchos volcanes activos y puede haber coincidencias” expuso Servando de la Cruz Reina investigador del Instituto de Geofísica UNAM.
Retomo sus palabras, vertidas en una conferencia de prensa, anteayer, pues es después de la tragedia cuando cobramos conciencia del poder de la naturaleza y la importancia de estudiarla, no sólo para conocerla, sino para conservarla y prevenir desastres ante su fuerza.
El científico De la Cruz explica que un volcán es un sistema independiente y cada uno requiere ser vigilado monitoreado y estudiado en su propio contexto. A su vez, Hugo Delgado Granados director del Instituto de Geofísica observa –y en lo cual coincido al 100 por ciento– que es importante la inversión de recursos económicos para la investigación e instrumentación volcánica, pues son esenciales para generar nuevo conocimiento y vigilar estos fenómenos. Considera que “es la mejor forma de proteger a la población y el mejor producto que puede ofrecer la comunidad científica”.
El investigador de la UNAM explica que el Volcán de Fuego de Guatemala es uno de los más activos de América Central y del continente. Se localiza a 155 kilómetros de Tapachula Chiapas, relativamente cerca de la frontera con México pero no lo suficiente para que sus efectos primarios tengan alguna afectación en nuestro territorio, podría, sí, provocar la caída de ceniza.
Quien llegue a la presidencia de la república deberá apoyar, sin duda al desarrollo de la ciencia y la tecnología.
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