El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Un vuelo llamado México
Volar en avión es muy seguro. Eso nos dicen los datos y eso elegimos creer cada que abordamos el transporte que en pleno siglo 21 sigue pareciendo una hazaña tecnológica. Las probabilidades de que ocurra un accidente son mínimas comparadas con las que existen de un incidente automovilístico e incluso peatonal.
Pero este martes, cuando la información corría a cuenta gotas y las imágenes del avión que volaría de Durango a Ciudad de México cerca de las 16 horas llenaban los noticieros y las redes sociales, todos anticipábamos lo peor. En los medios vemos y oímos del fuselaje del Embraer 190 prácticamente consumido por las llamas: la pesadilla.
Y lo increíble sucedió: ninguna víctima fatal. Pasadas las 20 horas, aún no había precisión sobre si el avión ya había despegado, si efectivamente golpeó algo al tratar de hacerlo o qué causó el accidente. Tampoco se tenía clara la gravedad de los heridos. Sabemos por el momento que no hubo fallecidos y de 34 personas hospitalizadas, dos de ellas con quemaduras serias.
Volar en avión es cada vez menos un privilegio atribuido a sectores de alto ingreso. Hace treinta años podían utilizar aviones alrededor del dos por ciento de la población mexicana. Actualmente, según algunos datos, casi el 17 por cierto de la población ha podido viajar en avión.
A nivel mundial, el número de personas que viaja en avión creció casi ocho veces de 1973 a la fecha para alcanzar a tres mil millones de usuarios, muchos de ellos evidentemente repetidos en una población mundial de alrededor de siete mil millones de personas.
El perfil socioeconómico, el grupo etario, el origen regional, se ha democratizado en lo que respecta al uso de aviones para vacacionar o trabajo.
De lo que ocurre con el uso de los aviones, de las certezas que aceptamos y de las incertidumbres que provocan sudor en nuestras manos al volar, queda claro que deberíamos mantener siempre, frente a los accidentes, información clara y responsable.
Me pregunto qué pasaría con nuestro espíritu comunitario si tuviéramos el mismo cuidado para juzgar la políticas públicas y a las autoridades al mismo tiempo que esperamos legítimamente información de todos los incidentes algunos de ellos accidentes y algunos accidentes trágicos.
¿Mejoraríamos si nos negaremos a la información no corroborada o irresponsable? Sostengo que sí.
¿Mejoraremos si nuestra confianza con los aviones y con la autoridad se equiparara?
Hago votos, con otros viajeros del vuelo llamado México, porque no tengamos incidentes ni accidentes en los años siguientes y que los responsables de la política asuman que existe un gigantesco trayecto colectivo que merece el respeto y la colaboración de todos en tierra, en el aire, de los equipos de emergencia y del conjunto de las autoridades.
@guerrerochipres