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CIUDAD DE MÉXICO, 3 de septiembre de 2018.- Una serie de hornos descubiertos en la zona arqueológica Xochitécatl-Cacaxtla, Tlaxcala, eran usados en la producción de mezcal entre los años 600 y 400 antes de Cristo (a.C.), muchos siglos antes de lo que se pensaba, confirmó un estudio de especialistas de la UNAM.
Hasta hace poco se consideraba que el proceso de destilación fue traído en el siglo XVI al nuevo mundo por los españoles, quienes a su vez lo aprendieron de los árabes, y que la principal bebida alcohólica en las sociedades mesoamericanas era el pulque, un tipo de fermento del maguey.
De acuerdo a un comunicado, Avto GoguitchaichvilI y Juan Morales, del Servicio Arqueomagnético Nacional (SAN) de la UNAM, en Morelia, así como Mari Carmen Serra Puche y Carlos Lazcano Arce, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de esta casa de estudios, realizaron análisis que confirman que dichos hornos fueron usados entre los años 557 y 487 a.C para procesar el maguey y producir mezcal. Sus resultados fueron publicados en la revista Journal of Archaeological Science Reports.
Esto nos muestra que hace 25 siglos esas sociedades no eran nómadas ni cazadoras-recolectoras, sino altamente sofisticadas, con conocimientos a la par de los árabes y los europeos, remarcó Goguitchaichvilia, también investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, en Morelia.
Historia ancestral
Desde hace tiempo, Serra Puche y Lazcano Arce estudian la zona de Xochitécatl-Cacaxtla, en donde indagan las actividades productivas de los grupos asentados ahí.
Además de evidencias del trabajo con piedra verde (jadeíta), producción de artefactos con huesos de animal y actividades agrícolas, también fueron encontradas cavidades que, pensaron, servían para cocer cerámica, pero tras analizar sus características, supieron que eran para cocer “cabezas” de maguey.
Es un tema que ha generado polémica, reconoció Lazcano Arce, pues era atrevido decir que había mezcal en el periodo Formativo de Tlaxcala. Cuando se dio a conocer la noticia, surgieron opiniones en contra, pero con pocos argumentos que refutaran la verosimilitud de los hallazgos y las evidencias aportadas.
Debido a esto, el grupo de expertos decidió profundizar en la investigación, utilizando métodos arqueológicos, etnoarqueológicos, etnohistóricos, químicos y arqueomagnéticos.
Entonces, en la Facultad de Química y en el Instituto de Química de La UNAM se hicieron análisis de manchas y escurrimientos en los hornos, e identificaron el material como piña de maguey quemada.
“Fue interesante, pues era difícil detectar material del mezcal, porque es volátil. Sin embargo, hay una ruta de descomposición química para pasar del azúcar del maguey al mezcal, se reprodujo esa ruta y se encontró la evidencia; por lo tanto, no hay posibilidad de error”, enfatizó Lazcano Arce.
Para conocer la época en que fueron utilizados los hornos, los arqueólogos recurrieron al carbono 14, uno de los métodos de fechamiento más usados, y para tener mayor certeza, acudieron al Servicio Arqueomagnético Nacional.
El equipo de Goguitchaichvilia realizó estudios a 35 objetos encontrados en la zona, (rocas, muestras de suelo y fragmentos de dos vasijas), sometidos a diferentes experimentos de temperatura y magnetismo.
“Como la mayoría de los materiales arqueológicos contienen partículas magnéticas, pueden ser empleados en diversos estudios; una de sus propiedades es que pueden adquirir magnetización (termoremanente) en un tiempo específico.
“Como el campo geomagnético cambia de dirección (declinación, inclinación e intensidad) con el tiempo (variaciones paleoseculares), el momento de adquisición de la magnetización remanente puede determinarse al comparar estos parámetros con los registros conocidos del campo magnético en el pasado en una localidad específica”, explicó Goguitchaichvilia.
Los resultados de los estudios revelaron dos posibles intervalos de uso de los hornos: entre los años 878-693 a.C. y entre 557-487 a.C., y al comparar los datos con los registros arqueológicos encontraron que coinciden con la primera ocupación de la zona, por lo tanto, dan mayor certeza a la hipótesis de que fueron usados entre los años 600 y 400 antes de Cristo.
Este periodo se caracterizó no sólo por contar con los hornos de cocimiento, sino también por la intensa producción de cerámica (tanto ceremonial como utilitaria) y los talleres líticos.
Los expertos continuarán con sus labores en el sitio, por lo que planean nuevas excavaciones en las que se incluirá al equipo del SAN para obtener una mejor datación de los hornos que pudieran ser encontrados.