Itinerario político/Ricardo Alemán
La reivindicación de Roberto Osuna
El trago amargo que viviera este año el joven pelotero Roberto Osuna debe servir para la reflexión, aprendiendo de los errores, sin dejar de reconocer los grandes atributos que ha mostrado con ese talento que heredó para jugar al béisbol, con un férreo carácter que cuanto está arriba del montículo lo llevan a imponerse y dominar al contrario que enfrenta con el bate en las manos.
La anulación de la causa penal que las autoridades de justicia de Canadá habían abierto en Toronto, bajo los cargos de violencia doméstica, levantada por quien fuera su pareja sentimental, al no testificar su denuncia, libera a Roberto Osuna de una presunta sanción que pretendían aplicarle si hubieran resuelto su culpabilidad.
Y en ello se decía que tendría que pagar una pena con la privación de su libertad de entre seis meses y un año. Nada esto sucederá y ahora lo que viene. Osuna, recordemos, se ganó el cariño, reconocimiento y admiración de millones de amantes del béisbol, tanto en México, como en Toronto y en diversas ciudades de Estados Unidos gracias a sus extraordinarios resultados de implantar nuevas marcas para cerradores más jóvenes en el mejor béisbol del mundo.
La sencillez y el hablar directo, como caracteriza a los norteños, aunado a sus buenas actuaciones como cerrador de Azulejos de Toronto, le permitieron convertirse en el nuevo ídolo del beisbol mexicano, quien en tres años fue reconocido como el mejor el jugador azteca número uno en Grandes Ligas, al llegar cuando la estrella de Adrián Titán González empezaba a perder luminosidad.
La fama del éxito alcanzó a este joven beisbolista cuando apenas cumplía 20 años. Su madurez emocional con la de pelotero consolidado, no estaba al mismo nivel. Entró a un mundo de mucho glamur, de luminarias, como sucede con un deportista triunfador. Invitaciones a todos lados y del más alto nivel político y económico. Vaya, por sus éxitos, recibió el Premio Nacional al Deportista Profesional de la Conade. Y muy merecido.
Por supuesto que debemos de darle ánimo a El Chufito, la prensa no debe recriminarle constantemente sus errores, está muy joven, todos nos equivocamos y bien merece una segunda oportunidad.
Ya ha pasado la tempestad, haiga sido como haiga sigo –parafraseando al filósofo michoacano Felipe Calderón– y a lo que viene. El orgullo de la ciudad de Juan José Ríos de Sinaloa –los de Guasave me refutarán–, pero escribo “ciudad” por la fama que le ha dado y más que vendrá con los buenos resultados de este chamaco que se metió en problemas y que sale adelante.
Vamos adelante
Con Azulejos de Toronto inició la presente temporada equipo con el que estuvo hasta el 6 de mayo cuando vino la suspensión de parte del Comisionado de MLB y tuvieron que pasar tres meses para que volviera a subir al montículo lo que sucedió el 6 de agosto con su nuevo equipo, nada más el campeón de Grandes Ligas, Astros de Houston.
Con Azulejos Osuna logró nueve salvamentos y con Astros tiene 11, lo que le da 20 rescates. Aunque el hubiera no existe, en este momento, de acuerdo al paso que lleva, jugando esos 75 encuentros de los que estuvo en suspenso, seguramente a estas alturas tendría cerca de 50 salvamentos, pero son las circunstancias de la vida.
Con Houston El Chufito estará en los playf-offs de postemporada. Lo cierto es que las actuaciones que le hemos visto en estas apariciones son de Gran Señor, seguro, mandón, con gran autoridad en el montículo se enfrenta y domina a las grandes estrellas de Grandes Ligas, lo que nos da mucho orgullo, con las emociones que nos llegan y al final levantar los brazos al cielo en señal de agradecimiento, como parte de un rito que lo ha distinguido desde Toronto.
Enhorabuena que Roberto Osuna haya superado este momento tan amargo ante la justicia, queda la lección y el aprendizaje. Hay que ver el suceso como un mal momento, la gente se equivoca, todo el mundo se equivoca, nosotros nos equivocamos, por qué no entonces que se haya equivocado un chamaco como El Chufito. Hay mañana y oportunidad para iniciar un nuevo día con la renovación de propósitos, viendo la vida con ánimo positivo.
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