Libros de ayer y hoy
Del estado neoliberal al estado solidario – Segunda Parte
Luego de 30 años de imposición de políticas neoliberales, tras el fracaso de este modelo, en un régimen insostenible se dio una elección sin intervención de los aparatos de poder del Estado y fue posible el triunfo de Andrés Manuel López Obrador. Toca ahora la ejecución de una política pública distinta para dejar atrás la receta neoliberal que amplió la alta burocracia pero no para atender a los mexicanos.
Para ello el nuevo gobierno que encabezará el Licenciado Andrés Manuel López Obrador dispone de un respaldo mayoritario, de acuerdo con datos de Parametría corresponde al 71% de la población. La mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y la fracción parlamentaria más grande en el Senado con 59 de 128 escaños. Que a nadie extrañe, el ejercicio de la democracia comporta la articulación de mayorías.
Nunca como antes el Congreso de la Unión había sido tan representativo de la heterogeneidad cultural de México, los nuevos diputados son representantes populares genuinos que coadyuvarán a cumplir el principio de subsidiariedad en política social. No volverá a hacerse política de espalda a los pueblos, homogeneizando una idea preconcebida del bien común e imponiéndola sobre la responsabilidad y libertad de las comunidades de protagonizar la política pública.
Será aplicada una política de austeridad que contempla recorte de sueldos a funcionarios comenzando por el propio Presidente de la República, además de un recorte al gasto corriente y a los lujos a los que hasta se poco se acostumbraban en dependencias del gobierno mexicano porque todo cambio en el fondo implica cambios en la forma.
Esta medida ha sido muy criticada, sin embargo, no es una ocurrencia. Cuando López Obrador fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México instrumentó el recorte salarial a funcionarios de confianza, sin que esta produjera la “fuga de talento” o la incapacidad de contratar personal calificado que anticipan los opinadores. López Obrador y su gabinete austero lograron reducir la inseguridad y bajar la tasa de homicidios, atraer más inversión extranjera y crecer el PIB capitalino de 65 a 88 millones de dólares en todo el sexenio, donde también redujo la pobreza alimentaria.
La política de austeridad entraña también un combate frontal a la corrupción pues cambia los incentivos para participar en política y gobierno, ya no caben intereses personales como el deseo de acumular riqueza desde el cobijo del poder o del vulgar saqueo al erario público, será la vocación de servicio a los demás lo que motive la participación.
El estado solidario emanado de la voluntad popular de profunda transformación será capaz de optimizar al máximo el uso de sus recursos humanos y materiales, trabajar de forma colaborativa con otros niveles de gobierno y la sociedad civil, así como ser capaz de articular políticas públicas transversales como el Plan Nacional de Reconstrucción, mismo que coordinarán conjuntamente diversos órganos del gobierno federal con estados y municipios.
Programas como “Jóvenes Construyendo el Futuro” perfilan una nueva política pública que atiende la falta de acceso a educación y trabajo, como una oportunidad para asumir un compromiso de responsabilidad social entre la iniciativa privada y el gobierno que disponga un nuevo conjunto de relaciones de ayuda mutua para resolver problemas complejos.