Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
SOLIDARIDAD, QRoo, 4 de noviembre de 2018.- Cuando cortejas a una bella muchacha, una hora parece un segundo. Pero si te sientas sobre carbón al rojo vivo, un segundo parecerá una hora. Eso es relatividad, decía Albert Einstein.
El genio descubrió que los objetos que se mueve en el universo producen ondulaciones espacio-tiempo como si fuera una especie de tejido en el que se desarrollan todos los eventos del universo.
Esas ondulaciones se propagan por el universo a la velocidad de la luz y se les llama ondas gravitacionales.
El comportamiento de las ondas gravitacionales es similar a las ondas que se producen en un estanque al arrojar una piedra, en el caso de las gravitacionales, su paso puede modificar la distancia entre planetas, aunque de forma muy leve. Provienen de eventos con más energía que billones y billones de bombas atómicas como explosiones de supernovas o la fusión de dos agujeros negros.
Pero, el 11 de febrero de 2016, ocurrió lo inesperado: un grupo de investigadores anunció la detección de estas ondas, confirmando así la teoría de Einstein: “Ladies and gentlemen, we have detected gravitational-waves, we did it”, fueron las palabras de David Reitze, director ejecutivo del Observatorio de Ondas Gravitacionales de Louisiana (LIGO).
El mexicano Guillermo Valdés es parte del equipo que realizó este descubrimiento y que le hizo ganar junto con otros investigadores el Premio Nobel de Física en 2017.
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