
Teléfono rojo
Soberanía económica en un contexto global
La semana anterior además de la desafortunada reacción que tuvo la comentocracia al mostrar su clasismo y desprecio por la democracia, aludieron a un factor asociado a la estabilidad política y sus implicaciones económicas en los países de prácticamente todo el mundo.
Desde Nueva York las calificadoras Moodys, Standar & Poors y Fitch, concentran actualmente el 90% del mercado de calificación de empresas y países. Sus calificaciones son similares a las de algunos sistemas educativos, donde AAA es muy bueno y D cesación de pagos.
Estas entidades emiten también un juicio respecto a la perspectiva de la deuda en el tiempo, que puede ser positiva, estable y negativa. Tras la cancelación del NAIM en Texcoco conocidos los resultados de la consulta, algunas calificadoras redujeron este indicador para México.
Esa noticia, junto al deslizamiento que tuvo el peso con respecto al dólar desató la ira de opinólogos. Por televisión, radio, columnas y redes se dedicaron a declarar el apocalipsis económico y la hecatombe financiera para el país.
En su sexenio, desastroso y con un magro desempeño en lo económico, Peña Nieto contó con el respaldo y buenas notas conseguidas tras la reforma energética. Moody’s y Standar & Poor’s elevaron la nota crediticia de México, Fitch proyectó el crecimiento económico en 3.5% anual.
La realidad que dejó un sexenio de capitalismo de cuates fue un país empobrecido y desfalcos millonarios al erario por corrupción, desvío de recursos y (me atrevo a decir) subordinación al proyecto político “Norteamérica”, perfilado antes del ascenso de Trump al poder.
La suspensión de la construcción del Tren México-Querétaro en 2014 provocó el pago de 16 millones de dólares del gobierno mexicano a los consorcios chinos. Otro caso es la cancelación de la refinería en Tula, Hidalgo que dejó una deuda de más de 1,500 mdp al erario estatal.
Ninguno de estos eventos, ni siquiera el incremento de la deuda pública del 33 al 45% del PIB provocaron cambio a las notas y su perspectiva por parte de las calificadoras. Corrupción, incompetencia y pobreza que inexplicablemente no impactaron las notas de A y B+ para México.
Las calificadoras de riesgo, no son entidades objetivas e imparciales que basen sus decisiones en criterios estrictamente científicos y metodológicos. Son empresas privadas, con grandes capitales detrás y en función de sus calificaciones pueden acceder a beneficios de acuerdo a sus intereses.
Otro ejemplo que clarifica además de los intereses económicos propios de cualquier iniciativa privada, es como las calificadoras obedecen a intereses políticos generalmente de Estados Unidos y sus empresas, cuyas calificaciones son generalmente positivas.
Dado el poder que estas entidades han llegado a concentrar, la Unión Europea ha acotado su margen de actuación, dotándolo de reglas y procesos con el fin de disminuir el conflicto de interés natural que conlleva asignar una calificación que encarece o abarata el financiamiento de un país o empresa.
El presidente electo de México, dejó claro con la cancelación del NAIM que en México ha comenzado una nueva etapa donde el pueblo toma decisiones fundamentales con independencia de los mercados. No hay que descartar la consolidación legal de estos cambios que sería un paso más en la recuperación de la soberanía que el neoliberalismo dilapidó.