Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
La Revolución traicionada y sus restos
Como aquel lejano pájaro de los mitos, el Ave Fénix, México trata de resurgir de su viejos sueños y se aferra a un anhelo que lo hizo moverse en grandes parvadas, el pasado primero de julio ¿Por qué nos vamos a sorprender de que en los estertores de un sistema, se vean los restos de lo que hicieron de la Revolución Mexicana? Ellos fueron cavando, sexenio con sexenio, lo que quedaba de aquel movimiento que nos dio nuevo rostro en el mundo. La Constitución fue tomada como un trapo viejo y sus principios sirvieron para ocultar lo que despreciaban. Lo último, lo mas abyecto se discute en un juzgado del vecino país, para tratar de restregarnos en la cara, lo que según algunos, somos los mexicanos. Donald Trump debe estar muy contento de escuchar al Rey Zambada, reproducir la idea que él tiene de los mexicanos. Un hombre, Zambada, que es capaz de enviar al cadalso a su propia mujer a la que exhibe junto a los que gobernaron en nombre de la demagogia y de la inquina. En el último sexenio se mostró lo más deleznable que fluía de un sistema en descomposición: apoyo a golpes de estado, corrupción a todos los niveles, ejemplo de una inmoralidad que se muestra en las marchas del fascismo, el desprecio inhumano a los migrantes y en las campañas que tratan de frenar a todo trance lo que se puede cambiar. La herencia que dejaron, no obstante, no ha podido destruir la esencia de lo que somos como pueblo.
Hasta el día del inicio revolucionario fue trastocado
La historia que resguardan nuestros archivos, ha ido cambiando abruptamente por las enciclopedias digitales de las que se alimenta medio mundo. Los párrafos que hablan de que el 19 de noviembre es el día de la Revolución Mexicana, agregan, además, que un día anterior se acabó la campaña del Buen fin que fue copiado del Viernes negro de Estados Unidos. Eso es lo que queda para esos centros de archivo de un movimiento que convulsionó a un país a partir del 20 de noviembre de 1910, costó la vida a más de un millón de personas y generó un sistema de vida y de principios que guiaron para bien o para mal la vida de un pueblo. En nuestra celebración las cosas no serán diferentes. Se hará alguna guardia, un desfile militar y aviones que giran en el bajo cielo para demostrar la pericia de sus pilotos. Alguien hará una evaluación de lo que queda de aquella revolución plasmad en un documento llamado constitución, que a la fecha lleva más de 700 reformas. Se recordarán algunos héroes, sus luchas, sus enfrentamientos y un hecho que institucionalizó sus resultados hace 78 años, en un sistema que se apropió de su nombre y de sus principios y que también como la fecha digital, los trastocó.
Los corridos sobre la revolución, ¿también morirán?
Alejandro Gómez Maganda fue un político priísta guerrerense ligado al alemanismo, que fue depuesto cuando era gobernador de su estado, el 21 de mayo de 1954. El escritor sonorense Carlos Moncada Ochoa (Cayeron, editorial Calipso 1979), relata las peripecias de esa caída. Pero Gómez Maganda era un tipo acucioso y en su obra como escritor hizo una buena investigación sobre los corridos revolucionarios. En Corridos y cantares de la Revolución Mexicana (Instituto Mexicano de Cultura 1970) el autor demuestra su conocimiento de un género que tuvo su pleno desarrollo durante la gesta revolucionaria. Se trata de expresiones populares que narran una historia, ya sea de lucha, de un pueblo o de un héroe. La obra reseña los orígenes de corridos de todos conocidos como los de la Adelita, la Valentina, la Rielera, Mariela y otros como Cielito Lindo. el Adolorido, la Cucaracha, el Pagaré, etcétera. Y se centra en los héroes revolucionarios, en sus gobernantes como Lázaro Cárdenas y ya en la etapa institucionalizada, en presidentes como el propio Miguel Alemán. De ese libro que debería de ser reeditado, algo de mi general Villa que murió de una traición, como aquel movimiento revolucionario:
¡Ora si, gringos collones
recobren ya su valor…!
¡Ya murió Francisco Villa
que de ustedes fue el terror!
¡Pobre Pancho Villa
muy triste fue su destino
morir en una emboscada
a la orilla del camino!
Víctima de una traición
cobardemente fraguada
murió el duranguense león
de una descarga cerrada