Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
Cuando creíamos haberlo visto todo, nos percatamos que el presidencialismo mexicano no sólo se reinventa, se supera a sí mismo.
Aunque parezca cliché eso de “el Estado soy yo”, un repaso a las reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal da una mejor idea de la estructura que operará en los próximos años, y que remite sin duda a tiempos que pensábamos ya idos.
Lo que nos sorprendió a muchos fue la noticia de la creación de una fuerza dentro del mismo Ejército, bajo la figura de la Guardia Nacional y que permitirá mantener a los soldados en las calles, por otros seis años y dedicados a tareas de seguridad interior, de combate a la delincuencia. El compromiso era que regresarían a los cuarteles, ¿qué no?
Pero antes de que se diga la última palabra, es preciso anotar que la reciente resolución de la Suprema Corte de Justicia de declarar inconstitucional la Ley de Seguridad Interior, podría ser un antecedente para frenar cualquier reforma a la Constitución para crear la Guardia Nacional. O declararla inconstitucional, según sea el caso. Pero esa será otra historia.
Vayamos por partes. La arrolladora ola morenista en el Congreso resucitó una Secretaría que había desaparecido hace seis años, le cambió el nombre a otras dos y les reacomodó funciones, pero lo más relevante es que creó una superestructura burocrática que tendrá tal control político y presupuestal, que hará ver su suerte a los que no sean parte del equipo, los gobernadores y alcaldes de otros partidos, pues.
¿Qué hay de nuevo?
A la Ley Orgánica de la Administración Pública de siempre, le dieron una sacudida, un remiendo por aquí, unas puntadas por allá y listo, quedó a imagen y semejanza. La minoría opositora en el Congreso se mostró en desacuerdo pero nadie les hizo caso.
A la Secretaría de Gobernación le pasaron la trasquiladora y las funciones de seguridad y de inteligencia que desempeñó durante décadas se trasladaron a la reanimada Secretaría de Seguridad. La Segob será una dependencia descafeinada. Ya no le hará sombra a ya saben quién, dicen.
Horas después de la arrolladora votación en San Lázaro, se conoció el Plan de Paz y Seguridad del próximo sexenio, cuyo principal ingrediente fue el anuncio de la construcción de una nueva fuerza a cargo de la Defensa y supeditada al Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional.
Esta nueva fuerza quedaría integrada por 266 coordinaciones territoriales, empezarán con 150, con al menos 500 elementos militarizados cada una. La meta es integrar una fuerza de seguridad de entre 120 mil y 150 mil efectivos dedicados a combatir el crimen. Para esto se prevé lanzar una convocatoria para reclutar a jóvenes que sean parte de este cuerpo de seguridad. En términos pragmáticos, cien mil serán integrantes del Ejército y 50 mil nuevos reclutas.
La Guardia Nacional tiene dos antecedentes en México, cuando enfrentó a los ejércitos de Estados Unidos y Francia, es decir en tiempos de guerra. Pero hoy estará destinada a tareas de seguridad interior. Y no hay guerra.
Hay que decir que para algunos conocedores del tema, este panorama puede verse como la metamorfosis de Lampedusa. Ahí queda.
Señales incómodas
En medio de la algarabía y el AMLO-FEST previsto para el 1 de diciembre, hay señales que desde ahora ensombrecen los escenarios económicos del país.
Es el entorno de incertidumbre generado por pésimas decisiones como la cancelación del NAIM; la desazón de los inversionistas por ausencia de garantías; el efecto negativo en el peso frente al dólar; la desconfianza del sector bancario porque el Congreso tome decisiones que competen a organismos reguladores como el Banco de México; el desplome de los precios del petróleo y la disminución en las expectativas de crecimiento.
La semana pasada el Banco de México elevó un cuarto de punto la tasa de referencia para colocarla en 8.0 puntos, no sin advertir que el entorno económico que está generando la próxima administración pública, “presenta importantes riesgos de mediano y largo plazo que pudieran afectar las condiciones macroeconómicas del país, su capacidad de crecimiento y la formación de precios en la economía”.
Subestimar estas señales lo único que generará es un entorno poco adecuado para resolver los problemas económicos que están a la vista.
¿Una chaineada?
De las reformas aprobadas por la arrolladora mayoría de Morena en el Congreso a la Ley Orgánica de la Administración Pública estas son las que llaman la atención. Incluye comentarios al margen.
1.- Las dependencias o secretarías federales podrán contar con oficinas en los estados.
Parece que algunos secretarios y directores despacharán en el interior del país como Esteban Moctezuma y Manuel Bartlett. Buena suerte.
2.- El Presidente de la República tendrá bajo su mano la Coordinación General de los programas para el Desarrollo que será la encargada de las Delegaciones de Programas para el Desarrollo que estarán adscritas orgánicamente a la Secretaría de Bienestar (antes Sedesol) que manejarán planes, programas y acciones, funciones de atención ciudadana, supervisión de servicios a cargo de las dependencias y entidades y lo que signifique algún beneficio directo a la población. O sea, todo.
Dicen que ya saben quién seguirá siendo como el Santaclos del régimen.
3.- Desaparecerán casi todas las oficialías mayores, pues las Secretarías trendrán una Unidad de Administración y Finanzas. Y decimos casi porque Hacienda, Defensa y Marina continuarán trabajando con sus Oficialías Mayores. La excepción confirma la regla.
4.- Serán 19 Secretarías de Estado y no 18; la nueva es la de Seguridad y Protección Ciudadana (SSyPC). La Sedesol cambia a Secretaría de Bienestar y la de Agricultura le añaden funciones.
5.- A la Secretaría de Gobernación le retiran todas las funciones de seguridad y de inteligencia. Será enlace con las instituciones democráticas y de participación ciudadana salvo en materia electoral, o sea que no tendrá vela en el INE, faltaba mas.
Lo dicho, una Segob descafeinada.
6.- La Segob deberá garantizar el carácter laico del Estado mexicano.
Que conste.
7.- La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (ojo, antes de la Guardia Nacional) tendrá la atribución de formular y ejecutar políticas que garanticen la seguridad de la población; ejercer el mando sobre la fuerza pública que proteja a la población.
Ya después veremos.
8- La Policía Federal estará bajo la adscripción administrativa de la SSyPC. El Presidente de la República nombrará al nuevo Comisionado a propuesta del titular de la SSyPC.
¿Pasarán la escoba en la Policía Federal de arriba hacia abajo o al revés?
9.- La Secretaría de Seguridad tendrá a su cargo la dirección, organización y supervisión de Centro Nacional de Inteligencia (antes CISEN) que operará como un sistema de investigación e información y que contribuirá a preservar la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano, así como a contribuir a dar sustento a la unidad nacional, así como a preservar la cohesión social.
O sea que el CISEN no desaparece sólo se transforma. Lo que no se aclara es si con esto desaparece el espionaje gubernamental. Bueno, para saber…
11.- El titular de la SSyPC presidirá el Consejo Nacional de Seguridad Pública en ausencia del Presidente de la República (que sesionará tooodas las madrugadas).
12.- La Segob y la SSyPC abrirán páginas de internet para registrar los datos de las personas desaparecidas.
13.- El primer paso para las compras consolidadas del gobierno federal. La reforma otorga a la Secretaría de Hacienda la tarea de planear, establecer y conducir la Ley de Adquisiciones Arrendamiento y Servicios del Sector Público y la Ley de Obras Públicas y Servicios relacionados con los mismos, todo en una ventanilla.
Tienen 180 días para operar con reglamento incluido. Veremos en tiempo real el tamaño de la austeridad.
14.- Liconsa y Diconsa quedan asignadas a la Secretaría de Agricultura.
Como se aprecia, el Estado cabalga de nuevo.
Y en el lado oscuro, faltan los nombramientos de los fiscales y una definición sobre la suerte de los organismos autónomos como el INE, el INAI, las comisiones reguladoras de energía, el Banxico y un largo etcétera.
Y qué decir de las tareas de la Segob en materia de radiodifusión. Los chinchorreros dicen que son doctrinarias. Eso dicen.