Para Contar
El pequeño imán de la brújula del poder político en México perdió alineación con el neoliberalismo que por 30 años dominó la orientación política, especialmente a nivel federal en los tres poderes del Estado mexicano.
Así, el motor de la historia comienza a girar en un sentido inverso y su fuente de energía es la participación popular, la democratización de la agenda pública y la participación colectiva, organizada, e incluso espontánea que desde antes al 1 de julio ya daba chispazos.
Lejos de la falsa neutralidad y autocrítica analítica invocada por la comentocracia, un cambio de orientación y rumbo político no puede surgir a partir de la suma de la nulidades, sino a través de la suma de esfuerzos conscientes y activos por producir transformación.
En este nuevo escenario, surgen ahora voces que evocan las demandas que antes censuraron, quienes pedían regular manifestaciones ahora convocan a marchar, a participar en la oposición, a formar nuevos partidos y a hacer una resistencia civil, así es, por más anacrónica y poco creíble que suene.
No es necesario cuestionar la trayectoria en defensa de la vida y los derechos laborales que respalda el compromiso de quienes dan eco a los llamados que van de la defensa particular de la biodiversidad en la ruta del Tren Maya a los trabajadores del NAIM en Texcoco.
La mayoría no cuentan con una trayectoria que los avale, son “opositores” con poca consistencia, auguran en todo momento el fracaso del movimiento encabezado por AMLO, pero no estarían tan irritados si la conservación del statu quo no estuviese en juego.
Defendieron la guerra sin estrategia contra el narco que provocó una mayor actividad de la delincuencia organizada, menospreciaron la vida de cientos de miles de mexicanos y que pervertidamente denominan orden al sistema maquinal que socavó garantías individuales y derechos humanos, tienen el descaro de llamar guerra al plan de Paz y Seguridad propuesto por AMLO.
El Plan y la nueva estrategia de seguridad son un corolario del nuevo Estado mexicano que pretende construir esta Cuarta Transformación. Un nuevo orden basado en la legalidad, el combate a la corrupción, así como la democratización del acceso a salud, educación y empleo.
La nueva estrategia comporta el entendimiento de las drogas a nivel práctico como un problema de salud más que de seguridad pública, desde una perspectiva científica y en acorde al respeto de derechos humanos, como el libre ejercicio de desarrollo de la personalidad.
Implica también un proceso de construcción de paz y reconciliación basado en la búsqueda de verdad, la impartición de justicia, la dignificación de la vida penitenciaria y el replanteamiento de la reinserción social.
De acuerdo con el principio de Hanlon, es un error atribuir a la maldad lo que puede explicar la estupidez. Sin embargo, no creo que quienes advierten la profundización de la guerra durante el próximo sexenio, no sean capaces de comprender la complejidad de variables que permitió incubación y auge de violencia inusitada. No, obedecen a un interés. ¿Cuál?