
Lamenta Sheinbaum asesinato de mujer taxista por presunta extorsión
Así pues, nos conviene recordar una lección muy importante sobre el aeropuerto de Texcoco
Que la justicia decida
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Así pues, nos conviene recordar una lección muy importante sobre el aeropuerto de Texcoco.
Nos platicaron contritos los que fueron propietarios de las tierras:
“Ellos tenían los planos y nosotros los terrenos. Y nos dijeron: Cierren los ojos y recen. Y cuando los abrimos, ellos tenían los terrenos y nosotros los planos”.
Cometer errores es de humanos y de sabios perdonar. Pero, por supuesto, no de autoridades. Ni de la justicia que debe aplicar sanción a quien delinque, delinquió o pretenda hacerlo.
Toda proporción guardada es la fábula de perdonar.
Había una vez un hombre que para robarle,
calumnió gravemente a un país que creyó suyo. Y al ver el éxito que había
alcanzado. Creyó sería perdonado, si agachaba la cabeza.
No se arrepintió de la ruina que
trajo a su tierra con el robo y las calumnias. Pero visitó a un hombre muy sabio a quien le
dijo:
"Quiero arreglar todo el mal
que hice. ¿Cómo puedo hacerlo?"
El hombre sabio respondió: "toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una a donde quiera vayas en el día anterior a tu partida".
El hombre, muy contento por aquello tan
fácil, tomó el saco lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado
todas.
Volvió donde el sabio y le dijo:
"ya he terminado", a lo que el sabio contestó:
"Esa es la parte más fácil.
“Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas"
El hombre se sintió muy triste,
pues sabía lo que eso significaba y apenas pudo restañar un puñado.
Al volver, el hombre sabio le
dijo:
"Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste al país y a su gente humilde corrió, voló de boca en boca por el daño hecho”.
“Lo único que puedes hacer es pedir perdón al pueblo, y regresar lo hurtado. No hay otra forma de revertir tu latrocino".
Los ciudadanos inconformes no perdonaron.
Pero otro sabio, más justo, recogió la protesta de los afectados. Y dio un fallo salomónico:
“Que la justicia decida”
Veamos qué sucede.