De norte a sur
¡Vienen carestía y filas por comida!
No, no se trata de un invento, tampoco de un alucine y menos de un mal deseo. Son las leyes del mercado y, sobre todo, el sentido común.
Es decir, si continua el desabasto de combustible, pronto veremos en México las filas por comida, la basura acumulada en las calles, las empresas sin trabajadores y, como resultado, una cascada de carestía.
Y es que no hay productos, servicios, alimentos y bienes de consumo básico más caros que los no existentes; oferta y demanda forzadas a la mayor contradicción posibles, a causa de la torpe política de abasto de gasolina.
Y le guste o no a los aplaudidores del nuevo gobierno y a sus escribanos a sueldo, lo cierto es que sin gasolina, en cuestión de horas veremos desabasto generalizado; de verduras, frutas, granos, carne, tortillas, pan… como en Venezuela y como en Cuba.
Luego veremos la paralización de hospitales, de los servicios de la seguridad pública, el servicio de agua y no habrá policías ni ambulancias; veremos una economía colapsada y una sociedad empobrecida por desabasto y la carestía.
Veremos vacíos los estantes de los supermercados -siempre abarrotados por la feroz competencia de las marcas–, veremos los mercados de barrio sin productos, todo porque se habrá fracturado el equilibrio natural del mercado; de la oferta y la demanda.
¿Por qué veremos una crisis general?
Porque a despecho de quienes reducen el desabasto de gasolina a sólo dejar de utilizar el automóvil, lo cierto es que sin combustible no hay comida, no hay agua, no hay servicios, no hay trabajo y no hay economía sustentable.
El motor de la economía es la energía; sea energía eléctrica, fósil, nuclear o eólica.
De esa manera, sin gasolina se paraliza más del 60% de la actividad industrial, comercial, de servicios y laboral; se paraliza el consumo de bienes básicos, servicios en general; se afecta la atención médica y hasta el ingreso de divisas a través del turismo.
Todo ello sin tomar en cuenta tragedias como la que se avecina en el sector agrícola. Por ejemplo el caso del aguacate michoacano que en febrero tendrá su principal demanda con la venta de toneladas de fruta que demanda el Súper Bowl; por ejemplo las hortalizas y mariscos de Sinaloa, cuya exportación está en riesgo por el desabasto de combustible, con el golpe económico local.
Luego podría seguir la insalubridad por la acumulación de basura y la incapacidad de reacción de los hospitales. Vendrán epidemias y, al final, la degradación total de la convivencia social.
¿Es exagerado? Sin duda parece exagerado, pero no lo es. ¿Por qué?
Porque el problema de fondo no está en la lucha contra el huachicol y menos en el cambio de la distribución. No, hoy se sabe que el desbasto de gasolina se debe a que al arranque del nuevo gobierno el Presidente Obrador ordenó cancelar las importaciones de gas, gasolina y crudo a Estados Unidos.
¿Y eso que significa?
Que nadie le dijo al nuevo gobierno que las reservas de gasolina en todo el país no son mayores a tres días y que cancelar la importación provocaría el caos que empezamos a vivir.
Por eso no es descabellado que veremos desabasto de comida, basura en las calles, caos sanitario… veremos a México como Venezuela y Cuba.
Al tiempo.