Corrupción: un país de cínicos
Recuperamos dignidad
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
En su primer discurso en el nuevo periodo presidencial en Venezuela, Nicolás Maduro catalogó esta juramentación como una «reafirmación de la paz».
«Hoy he sido citado a este alto tribunal de la República, por sentencia firme y definitiva, a un evento de reafirmación de la paz”, manifestó el mandatario en la sala plenaria del TSJ donde se encontraban delegaciones internacionales, cabezas de los poderes públicos, miembros del gabinete, funcionarios del alto mando militar, entre otras autoridades venezolanas.
Este acto de un país ajeno y el respeto a la libre determinación de los pueblos, refrendada por México, atrajo la arremetida contra nuestro gobierno y su política exterior: Unos, sin saber ofenden. Y los menos chiflan, porque no saben pensar. Pero escriben, dicen.
Nosotros, desde que trabajamos como reporteros de Excélsior, las “fuentes” diplomáticas”, aplaudimos la Doctrina Estrada.
Vaya, no te metas donde no te importe. Para que no se metan contigo. Cada quien en lo suyo.
Y el reportero Teodoro Rentería Arroyave nos explica, con pormenores, cómo México recuperó la dignidad en el ámbito diplomático, al aplicar con Venezuela la Doctrina Estrada.
Nos dice que la recuperación de la Doctrina Estrada, de la que jamás nos debimos de haber apartado, primero fue promesa de campaña del presidente Andrés Manuel López Obrador, luego programa de gobierno.
Y ahora realidad impecable e inatacable al marginarse del Grupo Lima que pretende inmiscuirse, seguramente por órdenes del gran capital, en los asuntos internos de la República Bolivariana de Venezuela.
Tomo textual: La Doctrina Estrada, nombrada por su autor como Doctrina Mexicana es el nombre del ideal central de la Política Exterior de México desde 1930.
Su nombre se deriva de Genaro Estrada, Secretario de Relaciones Exteriores durante la Presidencia de Pascual Ortiz Rubio, que la redactó y publicó mediante un comunicado de dicha secretaría el 27 de septiembre de 1930.
Esta Doctrina, en su esencia, se manifiesta en contra de que los países decidan si un gobierno extranjero es legítimo o ilegítimo, especialmente si este proviene de movimientos revolucionarios.
La doctrina Estrada contradijo la costumbre de su época, que cada país debía reconocer al gobierno de otro para que este fuera considerado válido o legítimo.
El argumento es más que sencillo, porque México, dijo Estrada, no acepta ese intervencionismo en sus asuntos internos. No tenemos que someternos a las decisiones de ninguna nación o grupos de países. Nuestra soberanía al igual que la de todas las naciones es intocable
Es obvio que el país que se definió como el gendarme del mundo, ha considerado siempre como una bofetada la Doctrina Estrada, porque vulnera sus intereses hegemónicos.
El magnate presidente Donald Trump dijo por ahí, de que Estados Unidos debe dejar de ser el Policía del Mundo. Nadie cree que cumpla, y menos después de haber pedido que los países se unan para arrebatarle el poder al presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros.
México se sustrajo del Grupo de Lima al no apoyar una declaración contra el mencionado presidente venezolano para desconocer su segundo periodo, ganado limpiamente en las urnas.
Fue el subsecretario para América Latina de la Cancillería mexicana, Maximiliano Reyes Zúñiga, de acuerdo a la política exterior de nuestro país, normada en nuestra Constitución Política y determinada a cumplirla por el presidente Andrés Manuel López Obrador e implementada por el canciller Marcelo Ebrard Casaubón, quien se abstuvo de firmar dicha intervencionista declaración, que desde luego es un regalito de Reyes de esos países al todavía Gendarme del Mundo.
Para el registro histórico: estos son los gobiernos, que no los pueblos, que fomentaron y se adhirieron a la majadera e intervencionista Declaración del Grupo de Lima:
Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía.
Sí, en efecto, también nosotros estamos de plácemes con López Obrador al regresar a la impoluta, cuidadosa y responsable Doctrina Estrada.
La política exterior de México basada en los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos, reconocida por el concierto de las naciones, es retomada con firmeza por el nuevo gobierno de nuestro país.
Pésele a quien le pese. Adelante por México, añadimos con conocimiento de cusa y efecto.