Poder y dinero
¿Hay que ser solidarios ante la tragedia o la irresponsabilidad?
La conciencia de clase es un término sociológico, que se da al estudio de la conducta masiva de un núcleo social, principalmente campesino y obrero. El término, proviene del estudioso alemán Carlos Marx, que lo definía cuando el proletariado europeo de hace dos siglos tomaba conciencia de su lucha contra de su propia explotación en sociedades capitalistas.
Esto lo vengo a comentar brevemente porque como consecuencia de la lamentable y trágica explosión en Tlahuelilpan, Hidalgo, cuyo número de fallecidos asciende, hasta ahora, a 91 personas, mientras que 81 siguen internados con un pronóstico de vida reservado, se han estado emitiendo opiniones francamente contradictorias, algunas consternadoras, algunas más irresponsables y otras más solidarias con las familias afectadas.
Sin embargo, hay opiniones sumamente descabelladas, como solicitar que el presidente Andrés Manuel López Obrador renuncie por ser responsable indirecto de la tragedia, por haber emprendido “la guerra” en contra del robo de combustible en contra de la empresa petrolera propiedad del pueblo de México, hasta que se pague hasta un millón de pesos de indemnización para los deudos de cada una de las víctimas que estaban en el lugar de la explosión recogiendo combustible… robado.
En las redes sociales cada quien es libre de emitir cualquier tipo de opiniones y juicios. Están en su derecho de hacerlo. Sin embargo, no todas las opiniones se hacen con un análisis riguroso de la situación, ni tampoco se toma en cuenta lo irresponsable que resulta que se lleven a niños y a mujeres prácticamente a recoger gasolina de un ducto perforado. Información proveniente de Pemex, sostiene que ese tramo del ducto donde se registró la explosión había sufrido daños desde 2016. No he leído muchos comentarios que pidan que se castigue a los verdaderos responsables de la tragedia.
¿Los huachicoleros que perforaron el ducto? ¿los funcionarios que permitieron que el robo de combustible se volviera costumbre y forma de vida? ¿Quiénes avisaron a los afectados que podrían recoger gasolina? ¿Quiénez les gritaban putos a los soldados que estaban en el lugar de la tragedia?
Más de 91 muertos van por haber hecho un acto contra toda lógica …
El error de López Obrador el calificar al pueblo de “bueno”. No es bueno ni malo. El mexicano, es un pueblo desigual, con muchas carencias, con algunos sectores muy marginados que no tienen educación y que su conciencia de clase es actual con salvajismo, sin responsabilidad, sin medir las consecuencias y con autoridades municipales, estatales y hasta federales carentes de toda ética y sentido común.
Es este mismo pueblo el que días antes en otro estado, en una carretera de Veracruz, un accidente vehicular donde estuvo involucrado un camión cargado de vacas, una marabunta salió a depredar todo y contra todos matar y destazar vacas a pie de la carretera.
Este pueblo que sale a sabotear y poner barricadas que detienen el tren en Cárdenas, Tabasco, y disparan a los policías que intentan proteger la carga transportada y son obligados a replegarse, quienes gritan “largo puercos” mientras las patrullas se alejan para sobrevivir.
Es este pueblo el que agrede, apedrea, jalonea, escupe y maldice a los policías que persiguen a un par de delincuentes que se acaban de ocultar en la vecindad de la colonia Doctores con su botín fruto del robo a un cuentahabiente.
Es este pueblo el que cierra los ojos cuando sus hijos llegan a casa con productos robados y los padres callan. Son los mismos que no dicen nada ante los saqueos masivos que se han visto en Oaxaca, Ecatepec, Veracruz, Tecamac, Netzahualcóyotl y hasta en el ayuntamiento capitalino Gustavo A. Madero. Es la doble moral. Robar es sinónimo de pobreza.
La hipocresía social. “Yo no pago la luz porque tengo diablito”. “tengo que sacar a mis hijos adelante sea como sea”. Y la solidaridad, ante fenómenos naturales como terremotos, inundaciones, incendios o erupción volcánica.
Lo que es un hecho, es que por lo menos en la capital del país, ya casi se cumplió una semana de que se regularizó el abasto de gasolina y en otras entidades federativas el abasto de energéticos va muy bien. Sin embargo, hay otros como Guanajuato, Querétaro, Michoacán y Jalisco en los que todavía tienen problemas de abastecimiento.
En hecho de que se haya reducido el robo de combustibles en más de un 90 por ciento, significa que la estrategia que siguió el gobierno de López Obrador, con sus problemas de logística, ha sido adecuado. No obstante, debe mejorar la eficiencia y la coordinación entre sus propios colaboradores y si algunos de ellos no han dado “el ancho”, pues con la pena hay que pedirles sus renuncias. La ineficiencia es, de alguna manera, un acto de deshonestidad, pues aceptar un cargo para el que uno no está preparado, podría ser deshonesto.
Por otra parte, las autoridades capitalinas deben de optimizar las acciones en las diferentes alcaldías en la detección de expendios y tomas clandestinas de combustible dentro de la Ciudad de México, esto para coadyuvar con el gobierno federal para erradicar el robo, pero principalmente con el objetivo de eliminar su venta y el riesgo que implica para la población en general.
Se requiere del trabajo conjunto de los diferentes niveles de gobierno; pero también es necesaria la denuncia ciudadana, los expendios y tomas clandestinas son un peligro latente en la Ciudad de México, no podemos dar espacio a que un suceso tan desafortunado como el ocurrido en Tlahuelilpan, Hidalgo, pueda replicarse en la capital del país.
El año pasado, se denunciaron el funcionamiento de tres gaseras ilegales en Xochimilco. En agosto las autoridades reportaron la inhabilitación en Iztapalapa de dos puntos donde se vendía combustible de forma ilícita; en abril detuvieron en Azcapotzalco a otras dos personas con 40 mil litros de diésel, en febrero, la policía realizó la detención de presuntos huachicoleros en la GAM.
A mediados del 2018, el entonces jefe de gobierno de la Ciudad de México explicó que el tres por ciento de la gasolina robada a escala nacional por huachicoleros, era extraída de los ductos que Pemex tiene en la capital del país; dicho porcentaje equivale a 358 mil barriles de gasolina en lo que iba del año, mientras que en 2017 fueron robados 344 mil barriles. El mismo año Petróleos Mexicanos (Pemex) detectó 81 tomas clandestinas en el sur y norponiente de la ciudad.
Hay que combatirlo, hasta donde tope.