Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
El gabinete de López Obrador y los cambios en la corte
Muchas cosas han pasado desde aquel lejano 5 de diciembre de 2006 cuando Andrés Manuel López Obrador comenzaba a trabajar con su “gabinete legítimo” que en entonces su vocero César Yañez había dado a conocer luego de que perdió la elección presidencial ante Felipe Calderón Hinojosa.
De aquel gabinete al actual hay muchas ausencias. No están el embajador Gustavo Iruegas, ni Bertha Elena Luján Uranga, Martha Elvia Pérez Bejarano, Raquel Sosa Elizaga, Asa Cristina Laurell y Laura Itzel Castillo Juárez. Tampoco están Luis Linares, Mario Alberto di Costanzo Armenta, Bernardo Bátiz Vázquez, Jaime Cárdenas y apenas se acaba de incorporar al gabinete José Agustín Ortiz Pinchetti.
Otros colaboradores cercanos de López Obrador como Alejandro Encinas Rodríguez y Octavio Romero Oropeza, así como Julio Scherer Ibarra y Carlos Urzúa, comenzaron el sexenio junto con Marcelo Ebrard Casaubón. La hija de Bertha Elena Luján es la actual secretaría del Trabajo, Luisa María Alcalde Luján. Como se ven las cosas, a tres meses de iniciado el gobierno del autodenominado “Cuarta Transformación”, no han funcionado como se esperaba y los ajustes en el gabinete puedan darse en cualquier momento, aunque López Obrador no esté muy convencido de que es necesario hacerlo.
Y es que el problema con López Obrador es que todos los días en sus conferencias de prensa mañaneras a veces habla como estadista, otras como si todavía estuviera en campaña, otras más como si siguiera siendo candidato, y también ha mostrado su repulsión a los expresidentes que son unos verdaderos pillos, traficantes de influencias y que ninguno se salva del rechazo y odio público. De eso se ha aprovechado el tabasqueño para esgrimir que es diferente, aunque muchos de sus colaboradores han mostrado que son igualitos a los priístas y panistas corruptos que tanto critica y condena. Por eso, Jiménez Espriú y otros integrantes de su gabinete, deberían ser desplazados, porque en los hechos, no “hay honestidad valiente”, sino un enriquecimiento indebido obtenido con la concesión de obras públicas sin licitación. Enriquecimiento ocultado y que ahora se conoce con la manifestación de bienes. Un caso diferente es el de Alfonso Romo, un empresario exitoso, millonario y que es amigo de López Obrador, al igual que Miguel Torruco Márquez.
Esos contrastes han venido a definir algunas de las políticas públicas al principio del sexenio, como es el caso de Petróleos Mexicanos, donde López Obrador puso al frente de esa empresa paraestatal a su amigo de toda la vida Octavio Romero Oropeza, quien aunque no sabe casi nada de la industria petrolera, sabe de finanzas y lo puso allí para poner orden y para acabar con la enorme corrupción que hay en la empresa que la tiene a punto de la quiebra y que a permitido que particulares y ex funcionarios públicos asociados a empresas transnacionales se hayan aprovechado de las circunstancias para enriquecerse y hacer millonarios negocios a costa del petróleo y sus derivados. La Reforma Energética de Enrique Peña Nieto facilitó más cosas y, ahora, López Obrador, pretende frenarla y fortalecer nuevamente a Pemex. La situación está muy complicada.
Por otra parte, la Suprema Corte de Justicia vive momentos de transición, pues la salida de la ministra Margarita Beatriz Luna Ramos –apenas en diciembre se despidió el ministro José Ramón Cossío Díaz–, hará que los grupos al interior del pleno replanteen su postura frente al nuevo gobierno.
La llegada a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, del ministro Arturo Zaldívar Lelo de la Rea, el arribo en el lugar de Cossío, de Luis González Alcántara Carrancá y ahora en López Obrador, propuso para sustituir a Luna Ramos una terna integrada por la doctora Loretta Ortiz, Celia Maya García y Yasmín Esquivel Mossa. Loretta Ortiz, esposa de Agustín Ortiz Pinchetti, es quizá la más calificada. Celia Maya, es la esposa del constructor José María Rioboó y Yasmín Esquivel tiene carrera judicial en Querétaro.
Insistimos que, con esa terna, López Obrador muestra el menosprecio que tiene hacia el Poder Judicial Federal y eso se nota al no haber tomado en cuenta a ninguna magistrada en su propuesta para sustituir a la ministra Luna Ramos. Hay que recordar que más de 48 por ciento de los magistrados federales son mujeres y en el pleno de la Suprema Corte solamente dos de las once plazas son mujeres, lo que muestra una gran desproporción en la equidad de género.
Lo que llama la atención es que el nuevo coordinador de Comunicación de la Suprema Corte de Justicia ocupó el mismo cargo en el CEN del PRI hasta hace unos cuantos meses. Y el anterior director de Comunicación Social no militó jamás en ningún partido político. Entonces ¿Por qué el cambio? Es pregunta.