Al terrorista no se le abraza/Bryan LeBarón
Día de la Amistad
El jefe del ejecutivo, en sus mañaneras, descubre a los sinvergüenzas. Pone el dedo en la llaga. Cita nombres. Fechas. Pero no tiene objeción, para no crear polémica estéril, ofrecer una disculpa. Caso Fecal.
Seguramente, hoy que pone en duda la honrada aplicación económica a las guarderías, que roban los dineros. Que son muchas. Escucha ya a otras, que indiscutiblemente ayudan al infante necesitado, y justifican su labor.
Certero, como actúa desde hace noventa días, quitará el subsidio a las que incumplen (cuyo nombre y apellido tiene en su poder) y creará, con las que sí un nuevo censo para consolidar la ayuda del gobierno.
Feliz a todos este día soleado.
Cinco Sonetos De Leandro Fernández De Moratín
No hay nada más inspirador que aquellos que ya encontraron la inspiración antes que nosotros.
En esta ocasión queremos recordar a un autor español neoclásico, Leandro Fernández de Moratín.
Fue un dramaturgo del Siglo 18 y el teatro era su pasión, pero creaba sonetos cortos de gran belleza y maestría.
Este Día de la Amistad, con mayúsculas, compartimos cinco de ellos y que conozcas un poco la obra de este ilustre autor de lengua hispana:
A Flérida, poetisa
Basta Cupido ya, que a la divina
Ninfa del Turia reverente adoro:
ni espero libertad, ni alivio imploro,
y cedo alegre al astro que me inclina.
¿Qué nuevas armas tu rigor destina
contra mi vida, si defensa ignoro?
Sí, ya la admiro entre el castalio coro oigo su voz, su número elegante.
Para tanto poder débil trofeo
adquieres tú; si sólo su hermosura
bastó a rendir mi corazón amante.
Julio Bruto
Suena confuso y mísero lamento
por la ciudad; corre la plebe al foro,
y entre las fases que le dan decoro
ve al gran Senado en el sublime asiento.
Los cónsules allí. Ya el instrumento
de Marte llama la atención sonoro;
arde el incienso en los alteres de oro,
y leve el humo se difunde al viento.
Valerio alza la diestra; en ese instante
al uno y otro joven infelice
hiere el lictor, y sus cabezas toma.
Mudo terror al vulgo circunstante
ocupa. Bruto se levanta, y dice:
«Gracias, Jove inmortal; ya es libre Roma.»
Por nada, como ves
-Siete duros al mes de peluquero;
para calzarme, nueve; las criadas
–que necesito dos– no están pagadas
si no les doy cien reales en dinero.
Diez duros al bribón de mi casero;
telas, plumas, caireles, arracadas,
blondas, medias, hechuras y puntadas
de madama Burlet y del platero…
Noventa duros, poco más. -Noventa,
diez, siete, nueve, cinco… ¡Y la comida!
-¿No la quiere pagar, y somos cuatro?
-¿Y esto en un mes? -Si a usted no le contenta…
-Sí, calla. Bien. ¡Hermosa de mi vida!…
¡Ay del que tiene amor en el teatro!
La noche de Montiel
¿Adónde, adonde está, dice el Infante
ese feroz tirano de Castilla?
Pedro al verle, desnuda la cuchilla,
y se presenta a su rival delante.
Cierra con él, y en lucha vacilante
le postra, y pone al pecho la rodilla:
Beltrán (aunque sus glorias amancilla)
trueca a los hados del temido instante.
Herido el rey por la fraterna mano,
joven expira con horrenda muerte,
y el trono y los rencores abandona.
No aguardes premios en el Mundo vano
la inocente virtud; si das la suerte
por un delito atroz, una corona.
La despedida
Nací de honesta madre: diome
el Cielo fácil ingenio en gracias, afluente:
dirigir supo el ánimo inocente
a la virtud, el paternal desvelo.
Con sabido estudio, infatigable anhelo,
pude adquirir coronas a mi frente:
la corva escena resonó en frecuente
aplauso, alzando de mi nombre el vuelo.
Dócil, veraz: de muchos ofendido,
de ninguno ofensor, las Musas bellas
mi pasión fueron, el honor mi guía.
Pero si así las leyes atropellas,
si para ti los méritos han sido
culpas; adiós, ingrata patria mía.
Y luego de estas alegorías, a todos, todos, sin excepción alguna, deseamos, alegrías. Especialmente en este día.