Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
Parece que se descompuso la brújula
Por: Jesús Sánchez
Datos de los analistas del Chamanic Center muestran que en el primer círculo del gabinetazo o no hay quién o son contados los que se atreven a decirle a ya saben quién del costo y consecuencias de las ocurrencias.
Por lo que se ve, los fieles integrantes del primer círculo festejan todo, por absurdo que sea lo que se convierte en el sello de la 4T. El caso más cercano es el de la iniciativa fallida que pretendía revocar las licencias de las empresas calificadoras internacionales que “atenten” contra la estabilidad del país. Y todo por no alinearse, pues.
Esta propuesta pretendía simplemente meter a México en una burbuja y condenarlo a recluirse en el Castillo de la Pureza, con todo lo que implica el aislamiento internacional.
Lo más grave es que integrantes del primer círculo festejen decisiones absurdas para justificarse, como fue el caso de Martí Batres que con su dedo flamígero marcó en su cuenta de Twitter su manera de ver el mundo: “una calificadora que no quiso o no pudo calificar la corrupción, el derroche, la caída de la producción o el robo de combustible está descalificada para calificar el cambio”.
Simplemente debe decirse que las calificadoras no se dedican a eso. Creer lo contrario es autoengaño.
En qué cabeza cabe, diría el clásico, que las calificadoras deben tocar al son que les pidan. Al primer mandatario lo hacen ver como una persona que no tiene la más peregrina idea de cómo funcionan los mercados financieros.
La afirmación de que las notas negativas que han dado las calificadoras a México así como a Pemex y la CFE tienen que ver con el castigo a las prácticas del neoliberalismo suena más a un discurso propagandístico trasnochado que a la realidad de que las principales empresas paraestatales mexicanas están en quiebra técnica.
Condenar a México a vivir en el aislamiento, en una especie de burbuja, no resolverá sus problemas y mucho menos lo blindará de los riesgos de una desaceleración económica mundial.
Con peras y con manzanas o con palitos y bolitas como se prefiera Sergio Negrete Cárdenas @econokafka explicó:
“Si no hay calificadoras, no hay calificación.
“Si no hay calificación, no hay compradores de deuda.
“Sin compradores no hay financiamiento.”
La única voz prudente en el desierto, dijeron, fue la del secretario de Hacienda, Carlos Urzúa quien pidió “no ahogarse en un vaso de agua”.
A ver, a ver. Sabemos que si hubieran sido etiquetadas las empresas calificadoras como indeseables, hubiéramos hecho el ridículo.
El periodista especializado @VíctorPiz coincidió en que a las firmas Moody´s, S&P y Fitch nada les impediría seguir su trabajo desde Nueva York o cualquier otra parte del mundo.
El portal de Forbes publicó un apunte de Marcos Martínez Gavica, presidente de la Asociación de Bancos de México en el que indicó que “el trabajo de las calificadoras tiene una base técnica que no responde a intereses políticos o viscerales”. ¿Ton´s?
La euforia de quemar a las calificadoras en leña verde pronto se extinguió.
La propuesta del senador que pretendió reformar la Ley del Mercado de Valores fue echada al cajón del olvido.
Y como siempre la paternidad de la victoria todos se la pelean pero la derrota es huérfana. Eso explica que la dirigencia de Morena rechazara que la propuesta anti calificadoras saliera de sus filas.
Se entiende que el discurso político diga otra cosa y que ante la adversidad se declare que “vamos por buen camino”. Es aspiracional. Lo que se espera son medidas para resolver los problemas.
El punto es que parece que la brújula que marca el rumbo del país está dañada o alguien no sabe leerla.
Entonces como diría otro clásico, para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo.
Abucheos, protocolo
Tiene razón el numer one de Palacio Nacional cuando dice que lo malo es que piensen que él promueve los abucheos contra los gobernadores.
La conseja popular, siempre sabia, es piensa mal y acertarás.
Fue más de una docena de ocasiones en las que se abucheó sin miramientos a los anfitriones del jefe del Ejecutivo en visitas a los estados.
Y también invariablemente, después de las rechiflas, los abucheos y los gritos del pueblo sabio, venía la voz serena para llamar a portarse bien.
La verdad es que parecía un guión al que seguían con toda disciplina. Y para documentar esos episodios hay fotos y videos en los que se aprecia cómo la batuta la llevaban los encargados de coordinador a los grupos de apoyo, con chalecos distintivos de un partido.
Seguro que solo los malpensados son capaces creer que los abucheos eran parte de un protocolo partidista para ablandar a gobernadores.
La gota que derramó el vaso, además de las protestas de los gobernadores, los agrupados en el PAN y luego la Conago, encabezada por Alejandro Moreno Cárdenas, fue en el evento de Colima.
López Obrador dejó correr los abucheos y luego encaró a los gritones para serenarlos con un jalón de orejas, no sin antes acusarlos infantilismo político.
Al día siguiente reprobó los abucheos y cuando dijo “lo que está mal es que se piense que yo promuevo eso”, seguramente los chinchorreros pensaron ¿Nooooo?
Ese es el problema de fondo, que algunas estrategias que le funcionaron muy bien en las épocas de campañas hoy están provocándole el efecto contrario.
Son muchos los frentes abiertos con los que tiene que lidiar y aunque hoy las encuestadoras se refieren a resultados espectaculares, mañana nadie sabe si este capital político se sostenga.
El colmo es que el partido aludido se lavó las manos y entró en una suerte de manoteo para desmarcarse y acusar al partido de enfrente, hoy minoría opositora, de fabricar el manual del abucheo. ¿Y el espíritu de reconciliación?
En redes sociales las posiciones se polarizaron tanto que hubo propuestas para que los gobernadores de plano no acompañen al jefe del Ejecutivo para evitar escenas denigrantes.
Los gobernadores anfitriones han sido muuuy cuidadosos de mostrar respeto institucional a la figura presidencial, a cambio esperaban reciprocidad no mentadas.
La sociedad civil, ninguneada
El debate que viene es la respuesta de las organizaciones de la llamada sociedad civil ante la descalificación y la acusación de que forman parte de la oligarquía.
Las organizaciones no gubernamentales o representativas de la sociedad civil han contribuido en mucho a la democratización del país, construyeron las bases del olvidado Sistema Nacional Anticorrupción y del inexistente su fiscal; fincaron el andamiaje en el escrutinio del servicio público, defensores de los derechos de género y de las acciones para responder a la violencia contra las mujeres y los feminicidios, entre otros muchos temas.
Parece que no han asesorado adecuadamente a ya saben quién que cree que las organizaciones de la sociedad civil son sus enemigos políticos y que viven del presupuesto gubernamental.
Y lo más grave es que se alimenten sentimientos de minusvalía ante quienes aportan su grano de arena para que el país y a los mexicanos nos vaya mejor.
A las organizaciones de la sociedad civil les han colgado la etiqueta de Fifís, se trata del mismo costal donde metieron a los organismos autónomos como el INE, el INAI, la Corte, el Banxico, el INEE, la CRE, la CNH a las que casi hacen pinole.
La tolerancia es casi nula ante las críticas por la eliminación del programa de las estancias infantiles, por dar un ejemplo:
“Aquí va a haber debate, que tampoco me pidan que como soy Presidente no puedo hablar, engarróteseme ahí, no puede hablar, usted aguante, nosotros somos los analistas, somos los expertos, somos los intelectuales, somos los de la sociedad civil, somos independientes, no, eso es un cuento, independientes ¿de quién? Son independientes posiblemente del pueblo, no de la oligarquía, entonces vamos hablando con claridad y respetándonos y si hay debate se enriquece la vida pública del país».
El punto es que las organizaciones de la sociedad civil tienen la capacidad de organizarse de manera independiente, sin depender de los recursos del gobierno. Son expresiones a las que se debe respetar y aprovechar su potencial.
Por lo pronto, la confrontación que vemos, pinta mal.
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