El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
País laico en vacaciones religiosas
Por: Teresa Gil
Millones de católicos que solo lo son de nombre, corretean y disfrutan ya lo benigno de las playas, montañas, pueblos y centros vacacionales mexicanos. La oración y el recogimiento pasan de largo. Con más razón el incendio de Notre Dame y los 85 incendios en 23 estados que devastan México. Solo quedan para las iglesias, los fieles parroquianos y los que no tuvieron dinero para salir. La doble moral religiosa disfruta de la llamada Semana Santa. Pero más doble la moral oficial que sigue reconociendo fechas que se oponen a la propia Constitución. De tiempo atrás, pese a las leyes de Reforma, en México se celebran incorporados a las fechas oficiales, días religiosos a los que convenencieros, adecúan a los períodos vacacionales. La propia fecha de Navidad, que no queda muy clara no solo por la existencia de un hombre presuntamente nacido hace más de dos mil años, sino por la veleidad de los calendarios, se impone como festividad crucial todos los años. El nombre de Semana Santa -impuesto por la iglesia católica-, se recoge por interpretación en las leyes laborales, en las cláusulas de los contratos colectivos y en los permisos y días festivos de las oficinas públicas. Benito Juárez se debe estar carcajeando.
RAMÓN DE CAMPOAMOR: EN ESTE MUNDO TRAIDOR NADA ES VERDAD NI MENTIRA.
El calendario que se usa en occidente es el gregoriano nombrado así por el papa Gregorio XIII en 1582 y que sustituyó al calendario juliano. Está basado como se sabe, en 365 días a diferencia de otros calendarios, que tienen diferente número de días. La nominación del actual calendario, está en manos de la iglesia católica que da y quita, de acuerdo a sus necesidades, y fija las fechas de sus celebraciones en las que involucra estados que se asumen católicos en el mundo y a algunos como el nuestro que ostentándose como laico, sigue la rutina de ese calendario. Las vacaciones no tienen nada que ver con los días que certifican la Pascua. Los que se confiesan religiosos y profesan el catolicismo, creencia que da nombre a estas fiestas, aseguran ser creyentes, pero millones deben andar muy giritos en sus jolgorios de descanso sin acordarse de su fe. La famosa frase de Ramón de Campoamor.
En este mundo traidor
nada es verdad ni es mentira
todo es según el color
del cristal con que se mira.
Bien aplica a estas fechas y a la doble moral, que utiliza la gente, cuando de sus desahogos se trata. La propia institución que los ampara se hace de la vista gorda y se queda con los feligreses pobres o con aquellos a los que no les gusta salir, para desarrollar sus servicios. La otra fiesta, para algunos religiosa y para otros pagana, la de Iztapalapa, a la que el propio gobierno morenista pretende solicitar que la Unesco declare Patrimonio cultural de la Humanidad -quien los viera-, se desarrolla esa si, con multitudes a las que no les importa el sol de invierno. Las insolaciones y caídas corren parejas en todo caso, con las clásicas caídas de Jesús.
OTRA VEZ CAMPOAMOR: LA VIRTUD DE LA HIPOCRESÍA EL DOMIGO DE RAMOS
Poeta, filósofo y matemático de dos siglos (nació en 1817 y murió en 1901) hombre de cierto abolengo en realidad se llamaba Ramón María de las Mercedes Pérez, Campoamor y Campoosorio. Erudito que publicó centenares de poemas debidamente diferenciados en 7 capítulos, para integrar 8 tomos con su obra, era visto más bien como filósofo a la hora de versificar. Llevaba sus posturas filosóficas a los versos, de literatura realista. Sus críticos lo consideran un hombre polifacético, abundante en su creación, modesto y generoso, aunque hay quienes lo tildan de misógino. En sus poemas no se capta esto último. Uno de ellos de los más famosos, ¡Quien supiera escribir! es la tierna historia de un cura que le ayuda a una jovencita a enviar una carta de amor. Y el que ahora ocupa nuestro último título La virtud de la hipocresía, es el consejo que le da a una joven para que no se turbe ni amilane si hay alguien que le reclama su virginidad perdida y coloque las palmas del domingo de ramos en su ventana como prueba de pureza. Aquí,versos alternados:
Mas tú niega el hecho, Elena,
porque en materias de honor,
antes, el Código ordena,
ser mártir que confesor.
Aunque a hablar de ti se atrevan,
siempre será necio intento
dudar de honras que se llevan
palabras que lleva el viento.
Da al misterio la verdad;
que la virtud, en su esencia,
es opinión la mitad,
y otra mitad apariencia.