Historias Surrealistas
Representación política y corrupción
En el caso México, el retraso en la creación de un sistema anticorrupción es responsabilidad de todos los partidos y actores políticos, porque de fondo a ninguno conviene. Y para hacer frente a ese compromiso contraído con la sociedad, a fin de representar la idea de que se está cumpliendo, se aprueban legislaciones descafeinadas y se nombran funcionarios proclives al régimen y de entre la misma élite política.
Otro ejemplo representativo se dio justamente en el terreno de lo electoral, en el caso de Estados Unidos: las violaciones a la ley que impactan incluso en la seguridad nacional cometidas por la candidata demócrata, Hillary Clinton, son ignoradas por el aparato de justicia, con tal de llevarla al triunfo. Desde el Presidente Obama hasta los dueños de sectores de poder en Estados Unidos apoyan monetaria, mediática y directamente su candidatura y hasta es posible que se vulnere la voluntad de la mayoría en los órganos de justicia electoral para que no arribara a la Casa Blanca Donald Trump, no porque sea la peor opción para la sociedad norteamericana, sino porque esos sectores de poder carecerían de los beneficios y prebendas de que disfrutan en caso de que alguien no afín, no subordinado, llegue al poder. Así, que la decisión de que alguien gobierne puesta en manos de un tribunal no parece ser del todo un ejercicio democrático, sino acaso mostraría que las instituciones funcionan para dirimir controversias, cuando de antemano el resultado de las elecciones está inducido, determinado no por los electores, la sociedad, sino por los grupos de poder.
No es, por tanto, nada sencillo llegar a la verdadera representación y mucho menos hacer realidad la democracia, lo mismo en países en transición política, que en aquellos que aparentemente tienen mayor experiencia en esta práctica.
Acaso la democracia participativa podría arrojar algunos visos de solución, pero tampoco es cierto del todo. El caso de Reino Unido es muy ilustrativo: se pregunta al pueblo si desea abandonar la Eurozona, y contra todos los pronósticos y la lógica de relaciones comerciales, así como las posiciones en el ajedrez de la geopolítica, decide abandonarlo, atentando en su contra, acaso por la falta de información suficiente, tal vez por un nacionalismo mal enfocado en la interdependencia de las economías y los intercambios comerciales.
No hay muchas salidas en puerta. Lo que sí queda claro es que, si este es el camino que vamos a continuar –el de las democracias representativas- tendremos que construir mejores candados, instituciones y leyes que nos permitan el cumplimiento de los compromisos contraídos por los partidos y candidatos.
Lamentablemente, todo cambio legal e institucional está en manos de los verdugos de la representación y de la democracia. En México, el único elemento de contraste ofrecido en la gobernanza electoral 2018, fue el rubro de corrupción en la operación de la administración pública federal, sin resultados hasta hoy y por desgracia, con el fortalecimiento de ese flagelo.
*Politólogo, periodista, académico. Director Editorial: www.escenariopolitico.mx
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