Fortaleza digital con el aguinaldo
El Diablo en México y sus veneros
Cuando Ramón López Velarde le atribuyó los veneros de petróleo al diablo, tal vez se imaginaba un futuro de destrucción diabólica como la que se dio en Pemex. Lo que ahora se está viendo con los ex funcionarios exhibidos,- y los que están ocultos-, es la estructura del mal, pero en diablos que son reales. No como los que nos quiere echar el papa Francisco. Don José Gorostiza dejó al diablo hasta el último, pero lo hizo con un espíritu filosófico, poético, en su Muerte sin fin. ¡Tan-tan! ¿quién es? Es el diablo, dice su parte final con la misma frase repetida en el comienzo de los tres finales versos. No lo hizo así don Francisco Bergoglio, a quien creíamos más inteligente y echó mano de un ser apócrifo para lanzarnos encima al diablo, ahora que hay vientos de fronda en el país. En su concepción religiosa introduce a un personaje de esa naturaleza, en un entorno así, porque hay muchos tipos malos. En esencia nos dice que el diablo, al que habían prometido desaparecer como al infierno, está ahora en su elemento en México. Es cierto que el papa es un cura y que los curas viven en una dimensión extraterrestre, pero es argentino y este es en su mayoría persona práctica, realista, que cree que el diablo es un petate del muerto que se inventó la iglesia católica para atemorizar a su grey. En estos días me volví a sumergir en Milton, Goethe Baudelaire, Rusdie, el Apocalípsis y en buena parte de esos autores que hicieron nombre y a veces fortuna con un ser hipotético. Autores que equilibraron el poder de un rebelde frente a otro ser poderoso que es el bueno para muchos. Personaje descrito lleno de virtudes poderosas pese a su defenestración y motivo de ensalzamiento maligno, como ahora lo hacen muchos contra aquellos que no convienen a sus intereses. El diablo ha sido un ente muy cómodo.
LAS VISITACIONES DEL DIABLO, SEGÚN EL PAPA FRANCISCO
De acuerdo al líder católico la presencia del diablo en nuestro país ha sido permanente, según trascendió de su entrevista a los televisivos ¿Y qué hacía la iglesia católica para impedir esa presencia desde su llegada junto con los invasores a tierras nuestras? Hasta la persecución que se dio con la Inquisición, muertos, torturados, golpeados e indígenas permanentemente agredidos, ahora resulta que no fue cosa de su iglesia sino del diablo. Si la lucha contra la corrupción que ahora está en marcha, en contra de políticos que dejaron al país empobrecido es cosa del diablo, la está regando AMLO. Mas que datos a Interpol y órdenes de aprehensión, hay que hacer un exorcismo y organizar limpias colectivas para que el demonio se vaya. Es poco serio que alguien argumente así sobre un país. Los liderazgos deberían de basar sus concepciones en la coherencia ¿o el papa ya está desvariando? Deberían de profundizar en el daño que los llamados líderes morales han hecho, al crear una cerrazón colectiva en sus adeptos y estimular que doblen las manos ante el poder que los agredió durante décadas. Mucho han hecho en sus propias visitaciones al exacerbar un machismo por ejemplo, que ahora se expresa en agresiones y feminicidios y violaciones a niños y jóvenes de parte de los mismos que se asumen como líderes morales. En lugar de plantear soluciones coherentes a un país pobre, están siempre expectantes tratando de ganar terreno con baladronadas como las de ese diablo, que mas bien se esconde en sus propias sotanas.
EL DIABLO LITERARIO, COMO LAS HADAS, LOS FANTASMAS, LOS DUENDES…
Satanás, demonio, satán, Lucifer, Mefistófeles, Belcebú, maligno, Leviatán, ángel caído, serpiente y miles de nombres más se le han adjudicado a este personaje que monopoliza el mal. Cada vez que algún escritor, poeta, pintor, pensaba en los muchos ramales de la maldad, aparecía un diablo, a veces monstruoso, y en otras increíblemente bello, como lo describió John Milton. Infinidad de autores han echado mano del diablo para crear metáforas de una maldad, que mas bien estaba en la mente y el actuar del ser humano. Quizá por eso algunos como el propio Milton lo presentan como una víctima que es utilizada por otro poder, para crearse una imagen perfecta. Goethe lo mostró como un ser poderoso capaz de seducir y trastocar la materia humana y Salman Rusdie- que casi le costó la vida- en una novela donde aborda las vivencias satánicas de dos ingleses. Lo han abordado entre otros, Dante, Baudelaire, García Márquez y Emilio Carhallido en su Las visitaciones del diablo, sátira con la que se encubren los rodeos nocturnos de una pecadora. José Gorostiza lo deja al final de su obra cumbre y López Velarde lo introduce en los veneros del petróleo, cosa que debería de profundizarse ahora que los verdaderos diablos con uñas humanas, que destruyeron Pemex, son perseguidos. La fase final de Muerte sin fin, de Gorostiza, se inicia igual (Difusión Cultural, UNAM 1964) en sus últimos tres versos: ¡Tan -tan! ¿quién es? Es el diablo. Y cierra su gran poema:
(baile)
Desde mis ojos insomnes
mi muerte me está acechando,
me acecha, si, me enamora
con su ojo lánguido.
¡Anda, putilla del rubor helado,
anda, vámonos al diablo!