Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
Doña Norelia
Se critica la atribución social sobre la sensibilidad y la sabiduría femenina en contraste con la presunta fortaleza masculina.
La mamá de Norberto Ronquillo, la señora Norelia Hernández, es la personificación de las virtudes que los estereotipos tienden a separar cuando se refiere a la paradójica oportunidad que abre a la comunidad y a la autoridad la victimización criminal de su hijo.
Ha sugerido a las autoridades que no se rindan. Ha propuesto a la sociedad que la tragedia en la cual fue víctima su hijo a manos de secuestradores “sirva para cambiar”. De otras cosas dichas, esas me parecen las más enriquecedoras.
La impunidad es la base de la rentabilidad criminal. Tenemos la oportunidad de promover que no se repita para el caso de Norberto.
Necesitamos promover desde la ciudadanía reportes y aperturas de carpetas de investigación cada vez más eficientemente para enfrentar a delincuentes para quienes nada ha cambiado.
El crimen contra Norberto y muchos más exige una atención convergente antes que discrepante con la autoridad. Hay que avanzar en la detención de grupos criminales y en la judicialización eficiente que imponga sentencias condenatorias duramente justas.
Las bandas delictivas de secuestradores, y en general de todo negocio criminal, operan con base en el incentivo que representan las debilidades de la autoridad y las complicidades de algunos de sus segmentos, además del lucro extremo.
Lo hacen también, y esto es muy importante, a partir de la ausencia de denuncia ciudadana de actividades ilegales e ilegítimas que, en parte, están asociadas con la enorme economía informal que ocupa a casi el 60 por ciento de la población nacional económicamente activa.
Si los secuestradores, muchos de ellos dedicados también al robo de vehículo, de autopartes, de transporte público, de negocio, a la extorsión y al fraude, así como al asalto de cuenta habientes, no son detenidos, como parte de organismos delictivos, tienen todo el incentivo para permanecer en las mismas zonas de comfort delincuencial.
Adaptan su modus operandi a víctimas y objetivos investigados y acechados durante semanas y que los dejan vulnerables mientras la comunidad se reorganiza y reasume su propia fuerza. Sin comunidad no hay seguridad. Sin cancelar la impunidad tampoco.
El crimen contra Norberto Ronquillo es una línea a partir de la cual la convergencia de eficiencia institucional y denuncia y de castigo de los responsables, es tema de interés político, de un lado, y de supervivencia comunitaria para todos aquellos en mayor situación de vulnerabilidad, del otro.
“Tengo la certeza de que va a resultar algo muy positivo de esto”, afirmó la mamá de Norberto, doña Norelia Hernández.
Denunciar para evitar la impunidad.
@guerrerochipres