Poder y dinero
Secuestros S. A.
A Norberto Ronquillo se lo tragó la tierra a 15 minutos de su casa. Sus familiares y amigos dicen que las autoridades no cumplieron los protocolos en caso de secuestro y por eso él perdió la vida.
¿Qué pasó en un trayecto tan corto entre su universidad y su hogar? Nadie lo sabe, pero a medida que pasan los días, aumentan más los puntos negros en la muerte del muchacho.
Públicamente se sabe que sus familiares recibieron una llamada de secuestradores a pocos minutos de que fue detenido a la fuerza, después de que salió de la Universidad del Pedregal, en donde estudiaba una licenciatura en Mercadotecnia.
A unas cuadras de la institución se ubicó el auto del joven, estacionado a la mitad del arroyo vehicular, y a unos cuantos metros, las llaves del vehículo. Se habla que dos vehículos lo iban siguiendo hasta que sus ocupantes le cerraron el paso para someterlo.
Ha trascendido, sin confirmarse plenamente, que los delincuentes exigían el pago de cinco millones de pesos, pero los familiares los “convencieron” de recibir un pago de sólo 500 mil pesos en dinero en efectivo y joyas. Un trato muy desventajoso para los secuestradores, quienes de esa manera sólo obtuvieron una décima parte de los recursos.
El pago fue de manera rápida y los familiares exigieron a los secuestradores que Norberto fuera liberado cuanto antes. “Ya cumplimos nosotros, ahora cumplan ustedes”, clamaron.
No es habitual que los secuestradores considerados como “profesionales” hagan una concesión tan rápida y quienes actúan de esa manera son generalmente personas allegadas a la víctima que ven la manera de obtener dinero de manera rápida, comentan expertos negociadores en secuestros.
Esa situación, hace suponer que el muchacho fue “puesto” por alguien conocido de él, que sabía exactamente sus horarios y rutinas entre la escuela y su casa. Una persona que pudo no haber participado en el secuestro de manera directa la noche en que desapareció.
Sin embargo, de acuerdo a un especialista en el tema, que prefiere omitir su nombre, entre quienes finalmente estuvieron en contacto con el recién graduado universitario, pudieron estar personas que él identificó y, por ello, decidieron ejecutarlo.
Un punto aún más preocupante es la conexión que pudo haber existido entre el caso de Norberto y la actuación poco clara, por decir lo menos, de personal de la Fiscalía Antisecuestros.
De acuerdo a los familiares del muchacho, los miembros de esa fiscalía no actuaron conforme a los protocolos en casos de secuestro, porque dejaron pasar 72 horas, en las que nada hicieron, después de que se presentó denuncia por el plagio.
Para redondear las sospechas, un agente que sólo ha sido identificado con su apellido, “Cevallos”, fue puesto a disposición del Agente del Ministerio Público por omisiones al no resguardar el auto de la víctima, lo que permitió que se perdieran pruebas que eran vitales para la investigación. ¿El agente actuó con premeditación o fue un simple “descuido”?
Otro elemento que enturbia la situación, es que mientras el Instituto de Ciencias Forenses informó que el muchacho permaneció con vida cuatro días después de su secuestro y luego fue asesinado por asfixia, la procuradora capitalina, Ernestina Godoy, asegura que al muchacho le fue arrebatada la vida casi en cuanto fue privado de su libertad. ¿Qué datos tiene ella que están en contra de una investigación forense? No lo sabemos.
No bien se había desatado la furia en las redes que pedían la renuncia de la procuradora capitalina y de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, cuando se hizo público el secuestro y muerte de un estudiante de la Universidad Intercontinental, Leonardo Avendaño.
El seminarista, de 29 años de edad, recientemente había terminado una maestría en la UIC, universidad situada sobre Avenida Insurgentes, al sur de la metrópoli.
El muchacho había sido levantado y, después de una exigencia de rescate, fue asesinado.
Sin embargo, para la procuradora en este caso no existió secuestro alguno, sino un homicidio, del cual, sin duda deberán aportarse pruebas.
Las muertes de los muchachos, en la plenitud de la vida, ocurren en momentos en que todos los delitos se han disparado en la Ciudad de México. El repunte de los secuestros es especialmente alarmante, con un incremento de más de 200 por ciento en lo que va de la actual administración de Sheinbaum.
Por el momento, sólo hay buenas intenciones y no acciones que frenen a la delincuencia que, dicho de manera figurativa, se están “comiendo” a las autoridades.
Ante el malestar ciudadano, surgen las medidas políticas hacia una Jefa de Gobierno arropada, mientras los ciudadanos esperan que las autoridades, simplemente cumplan con su trabajo.