Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
CIUDAD DE MÉXICO, 27 de julio de 2019.- Artes visuales, música y danza se conjuntaron en un ritual celebratorio en honor a Mayáhuel, deidad mexica del maguey; a Patécatl, descubridor del ocpatli, raíz que potenciaba las propiedades embriagantes del pulque, y a Tepoztécatl, uno de los dioses de dicha bebida, con el cual fue inaugurada la exposición Dulce Néctar. Tlachiqueros y Pulque, en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (MNCM).
Gloria Artís Mercadet, directora del recinto museístico enclavado en el corazón de la Ciudad de México, comentó que esta exhibición, organizada por la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), tomó como punto de partida el proyecto pictórico y de investigación Historia del Pulque, coordinado por la artista y gestora cultural Oralia Morales Soto.
El montaje, dijo, da cuenta del trabajo de 28 artistas plásticos provenientes de diferentes escuelas del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quienes, a través de óleos, acuarelas o acrílicos, y con trazos y colores distintos y significativos, abordan la historia del maguey y el pulque, desde diferentes visiones.
En más de una treintena de piezas, los artistas visuales abordan temas como el maguey en la cosmovisión prehispánica, el descubrimiento del iztac octli, licor blanco, la mitología y esplendor del pulque, el apego al agave en las haciendas porfiristas, la decadencia del elixir de los dioses a causa de campañas de desprestigio y su rescate actual.
«El pulque –octli, en lengua náhuatl– es la bebida embriagante originaria más importante de México. Era un elemento esencial en la vida ritual de algunas comunidades prehispánicas, las cuales consideraban que facilitaba la comunicación con los dioses. Antes de ingerirse, se ofrecía al fuego y a los cuatro rumbos del universo; sólo se permitía tomar cuatro porciones, la quinta era considerada una borrachera y, habitualmente, la consumían sólo los ancianos, sólo en ciertas celebraciones, por el resto de la población”, indicó Artís Mercadet.
Destacó que, en la época colonial, el maguey se conocía como el árbol de las maravillas, sin embrago, perdió su carácter sagrado y se popularizó, creándose toda una industria dedicada a la producción de pulque a través de las haciendas, sobre todo en los estados de México, Hidalgo, Tlaxcala, Veracruz y Puebla.
Ya en el siglo 20, su consumo disminuyó notablemente debido a la popularidad de otras bebidas como la cerveza y al mito de la muñeca, promovido por las empresas cerveceras, el cual hizo creer a la población que para aumentar la calidad del pulque se le agregaba –envuelto en manta de cielo– excremento humano o de vaca, lo que alejó a los consumidores.
Gloria Artís, acompañada de Oralia Morales Soto, artista plástica y responsable del proyecto; de Judith Anguiano, gestora de patrimonio cultural del área de Comunicación Educativa del MNCM; y de la arqueóloga Carmen Lechuga, dijo que, en los últimos años, el pulque se ha revitalizado, sobre todo en la Ciudad de México, donde actualmente existen más de 260 expendios, “aunque, producir y beber pulque nunca ha dejado de ser costumbre en múltiples comunidades rurales de México.
«Con esta exposición, primera actividad del Tercer Encuentro Gastronómico, queremos dar a conocer, por medio de la expresión artística, todo esto y mucho más sobre el maguey y el pulque. La idea no es promover el consumo de licor alguno, lo que nos mueve es el conocimiento profundo y la reflexión sobre una planta y una bebida de muy larga historia, de presencia ineludible y que nos identifica como mexicanos”, concluyó.
Dulce néctar… fusiona el trabajo de artistas y antropólogos interesados en dar a conocer la relevancia de dicha planta como patrimonio biológico nacional, fuente de recursos y medio de subsistencia, y como pilar de la cultura y tradiciones de procedencia indígena.
Ypropone una revisión al problema del peligro de extinción que corren algunas variedades de maguey debido a la sobreexplotación, la falta de espacio para su crecimiento, la alta demanda del producto, la baja cantidad de ejemplares vivos y las afectaciones que esto provoca a las economías locales.
La celebración al maguey como una planta emblemática del paisaje y la cultura mexicana, cuyos usos van desde la gastronomía y la fabricación de textiles, hasta la construcción, se aprecia en obras como La resurrección de Mayahuel, de Domingo Zarate Ruíz, o en Elixir de Mayahuel, de Karla Yarel Montañez Cervantes.
La destacada labor de los tlachiqueros, artífices en la extracción de la savia del maguey para la elaboración del pulque, es homenajeada en trabajos como El tinacal, de Carlota Ruiz Villafan, mientras que Oralia Morales celebra a estos artesanos con Tlachiquero.
También, la importancia alimenticia y recreativa del pulque es ilustrada en piezas como Macuetlas, de Víctor Martínez; Tlahuana, de Gerardo Adrián Valdez; Pulque pop, de Claudia Erika López González, y en Cielo rojo, obra de Michelle Erika Solberg González, entre otros.
La exposición permanecerá hasta octubre próximo en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, en la calle de Moneda 13, Centro Histórico de la Ciudad de México, a una cuadra del Metro Zócalo y la a entrada es libre.