Contexto
Más de don Benito
El dialogo entre dos escritores. Nos hablan de la historia de México en este septiembre de la 4 T.
Pero antes un destello de doña Rusia, sobre grandes pensadores:
“Definitivamente hay mucho que decir sobre los decires de políticos y gobernantes, en ocasiones muy atinados.
Te acordarás de la frase de Salinas: No se hagan bolas.
López Portillo: Defenderé el peso como un perro.
Doña Griselda Alvarez: Para ser buen político, hay que mascar vidrio y no haces gestos.
Díaz Ordaz en su campaña presidencial. “Tehuacán, con Díaz Ordaz”. Preguntó ufano: “A qué sabrá esa porquería”
Son geniales desde el inicio de los tiempos.
Seguimos con la historia del Benemérito.
Y se oye a Juárez expresar: “Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino, pero nosotros no debemos legalizar ese atentado entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza”.
Tal parece un consejo al señor de Palacio Nacional.
Por decreto del presidente de México en el sexenio 1970-1976, Luis Echeverría Álvarez, 1972 fue declarado Año de Juárez para recordar el centenario luctuoso del Benemérito de las Américas y con ese motivo una empresa privada editó un disco con valor histórico cuyo contenido acaba de ser digitalizado.
Se trata de un “long play” o LP, como se llamaban los nostálgicos discos de 33 revoluciones por minuto, con seis cartas que envió o recibió don Benito Juárez entre 1864 y 1867 y fueron grabadas en la voz de los locutores Rusia Mc Gregor González y Jaime Ortiz Pino.
Explica José Antonio Aspiros:
Ella, amiga y también colega periodista egresada de la UNAM, guarda una copia de ese acetato y nos compartió la transcripción que hizo recientemente de una carta de Juárez a Maximiliano de Habsburgo, dos a su yerno Pedro Santacilia y otra a Matías Romero, así como dos que recibió de su esposa Margarita Maza Parada y del escritor francés Víctor Hugo, respectivamente.
El 28 de mayo de 1864, Juárez envió desde Monterrey hasta el buque ‘Novara’ una carta a Maximiliano de Habsburgo, en la cual lo llama generoso, honrado y decente, pero también lo considera un “agente de Napoleón” y un corrompido por la ambición, además de ingenuo por dejarse engañar con la “farsa ridícula” de quienes le dijeron que el pueblo de México lo deseaba como emperador.
En la misiva, el presidente declina la invitación de Maximiliano para que se reúnan en México y acepte un “puesto distinguido” dentro del Segundo Imperio.
Le explica que si bien la Historia “registra el nombre de grandes traidores que han violado sus juramentos y sus promesas”, él, como un gobernante “salido de las masas obscuras del pueblo”, sucumbirá si así lo determina “la providencia”, pero no faltará a su juramento como presidente de la República.
Al final, don Benito expresa al emperador que “hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad, y es el fallo tremendo de la Historia. Ella nos juzgará”.
Cuatro cartas más pasaron al acetato en la voz de Ortiz Pino, quien fue llamado “la voz de la XEW” y falleció en 2015.
Rusia Mc Gregor lo conoció en Guadalajara “muchos años antes que llegara al D.F. y a la XEW”. Ambos hicieron reportajes y tenían “un programa en una de las estaciones de radio, en el que yo tocaba el piano -evocó ella- y Jaime declamaba poesía; fue una época muy hermosa”.
Ya instalado Maximiliano en México, Juárez se inquietó por los rumores de que Estados Unidos podría reconocerlo.
Así lo expresó en una carta enviada desde Chihuahua el 26 de enero de 1865 a su paisano, el ministro plenipotenciario en Washington, Matías Romero.
Pero la mayor inquietud del presidente fue -según la carta transcrita del LP- que en la Unión Americana -donde aún no concluía la Guerra de Secesión- había fuerzas que demandaban el endoso de territorio mexicano a cambio de auxilio al gobierno juarista.
Los estados de Sonora y Sinaloa “son los más codiciados”, reconoció Juárez en su misiva, donde también expresa al diplomático su “profundísimo pesar que destroza mi corazón por la muerte (en Nueva York) del hijo a quien más amaba”, al parecer en referencia a José María.
En cuanto a aceptar la cesión de territorio mexicano, el presidente la considera “no sólo antinacional, sino perjudicial a nuestra causa”. Y se oye a Juárez expresar también, en voz de Ortiz Pino en el disco: “Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino, pero nosotros no debemos legalizar ese atentado entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza”.
El Benemérito tuvo 14 hijos, los dos primeros con Juana Rosa Chagoya antes de casarse con Margarita Maza, y de los otros 12, cinco murieron a temprana edad. Manuela, la mayor de los Juárez Maza, contrajo matrimonio con el cubano Pedro Santacilia, a quien Juárez no tuteaba pero le decía “hijo” o “mi querido Santa” y en una de las cartas que le escribió desde Chihuahua, abogó por el triunfo de Abraham Lincoln en la Guerra Civil y le manifestó que, “con que el Norte destruya la esclavitud y no reconozca el imperio de Maximiliano, nos basta”.
Y, también, que “si esa República (EUA) llega a terminar pronto su guerra civil y ese gobierno (el de Lincoln), como amigo y no como amo quisiera prestarnos un auxilio de fuerza o de dinero sin exigirnos condiciones humillantes, sin sacrificio de una pulgada de nuestro territorio, sin mengua de la seguridad nacional, nosotros lo aceptaríamos y en ese sentido, se le han dado instrucciones reservadas a nuestro Ministro”.
En esa correspondencia enviada el 6 de abril de 1865 a Nueva York, donde vivía entonces el yerno con su familia, Juárez celebra también “que nuestros chiquitos se desarrollan perfectamente y a toda prisa” y ‘Nela’ (Manuela) y sus hermanos “estén adelantando en el inglés”.
Nostalgia pura, diríamos con entusiasmo.