Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
CIUDAD DE MÉXICO, 3 de octubre de 2019.- Unas pequeñas gradas observan la escenografía alumbrada por unas tenues luces donde el teatro se convierte en algo fuera de serie para transformar al barrio de la Lagunilla en foco del arte.
Para ocupar uno de los lugares antes de la tercera llamada, hay que atravesar un largo pasillo entre paredes verdes y subir las escaleras en una vecindad del emblemático barrio de la Lagunilla.
Es el Espacio Teatral MH-35, un único lugar que ofrece a creativos y a los vecinos una oportunidad de desarrollarse en las artes escénicas.
Marcos Héctor García, fundador del espacio y productor teatral, comparte los frutos que el teatro y el arte pueden provocar en la comunidad de uno de los barrios más conflictivos de la Ciudad de México.
Con el rumor del cierre del Teatro Blanquita en el 2011, el artista estaba buscando un lugar para guardar escenografía y descubrió este espacio que pronto transformó en punto de reunión de obras.
«Este es un lugar donde yo podría presentar algún día una obra de teatro, pero no imaginé 219, que esto iba a crear un impacto social”, reconoce.
Era diciembre de 2010 y para atraer a los vecinos de la Lagunilla a la primera función, a Marcos se le ocurrió invitarlos para venerar a la Virgen de Guadalupe.
«Lo que hice fue donar esta imagen de la Virgen de Guadalupe que fue pintada por los padres de Viruta que salía con Capulina y eran amigos de mi madre y ahí comenzó el proyecto porque era muy difícil que yo me pudiera comunicar en un principio con la comunidad vulnerable de la Lagunilla”, relata sentado en el patio central de la vecindad.
Invitó a todos los vendedores informales y ambulantes de la zona y les explicó qué es un patrocinio, qué es teatro y convocarlos para que juntos construyeran su propio espacio cultural.
Me enfrenté a un público que nunca había visto teatro, había que explicarles porque en el teatro hay primera llamada, segunda llamada, tercera llamada, qué es dramaturgia, qué es monólogo…”
“El teatro tiene que ser como una inyección: sentir el trancazo al momento, entonces yo elijo todo tipo de dramaturgia que vaya acorde con la realidad de un barrio para que la gente lo vea, lo escuche y que esa misma dramaturgia le sirva a la comunidad para que ellos mismos aprendan a diagnosticar qué problemas tiene su comunidad.
“Desde la primera función se corrió la voz, el 12 diciembre y ya para enero o febrero era increíble como en la calle la gente me paraba y me decía ¿y cuándo es la otra?, pero no había contemplado otra”, relata.
Marcos Héctor García es consciente y contundente al decir que han logrado tanta inclusión y comunidad, que no necesitan a ninguna institución, sin embargo, refiere que de llegar, serán siempre bienvenidas.
En 2015 es cuando entra el gobierno, ya llevaban cuatro años y medio haciendo teatro y cuando llega la delegación a ver lo que hacían se sorprende.
“Si quieren venir que vengan y si no, no los necesitamos, nosotros como comunidad podemos tener nuestro propio espacio cultural, nuestro propio grupo de niños de teatro, nuestras propias producciones.
“Esto comenzó a crear un espíritu de pertenencia de la comunidad, porque se salen de una vecindad y se meten a otra pero ya lo ven como el teatro”, expresa el artífice de La Cenicienta de la Lagunilla, obra actuada por transexuales de la zona.
Este mes de octubre, el Espacio Teatral se convirtió en sede del Festival de Teatro Independiente, con la participación de artistas de varias partes del mundo para continuar la promoción de las artes escénicas, su diversidad y poder de transformación.
¿Cómo surgió la obra La Cenicienta de la Lagunilla?
Cuando Ricardo Monreal era delegado le pidió apoyo para el horario estelar en el festival de los derechos humanos de la alcaldía Cuauhtémoc y es cuando se le ocurre montar algo fuera de catálogo. Un proyecto que nació del barrio y son los primeros que hacen teatro familiar con transexuales.
“Se me ocurre que sería buena idea hacer un proyecto donde participen transexuales, un problema social en la delegación Cuauhtémoc, en mayo de 2017 había 22 crímenes de odio.
“A una la conocí vendiendo cacahuates en el Metro, a otra cortando pelo debajo de una lona, entonces escribo mi proyecto, la importancia que es la presencia de una transexual en las artes escénicas.
“Lo que yo quiero no es para mí, es para a comunidad, pero alguien lo tiene que hacer, alguien tiene que conectar el espectro de posibilidades con los responsables para que lo reciban los que lo tienen que recibir, eso es l que yo quiero.
“Lo más difícil que yo he hecho en mi carrera como productor de espectáculos que comencé a los 17 años es subir a una transexual de barrio a hacer teatro. Son las transexuales las que están trayendo la cultura al barrio más pesado de la Ciudad de México, no las maten”, detalla y enfatiza.