Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Trump y su juicio. Ahí lo veremos, cocodrilo
El nombre del reptil cocodrilo ha resonado miles de veces en Estados Unidos en los últimos días. No por su importancia como animal, sino para ahondar las diferencias entre el republicano Donald Trump y el demócrata Barack Obama. En los dimes y diretes de Trump con la prensa y la frase del ex presidente sobre un foso de cocodrilos y serpientes para detener la migración, han olvidado los dos, el triste destino de estos reptiles y en el caso del cocodrilo, tan llevado y traído, han hecho de lado su final terrible: servir para bolsas, zapatos y comida. Muy lejos de la vida que el imperio le destinó a Donald Trump como un empresario hábil, rico y avorazado y ahora presidente de su nación. Con uñas y dientes él trata de defender esos privilegios y con su lengua, que ha disparado a todo el país en los últimos días, con sus conocidos insultos a opositores. Acaba de pedir la renuncia de Adam Schiff el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara baja, encargado de fundamentar el juicio que organiza en su contra el Partido Demócrata. No lo pasa de escoria, de traidor y fraudulento, epítetos que si alguna vez mencionara AMLO contra sus adversarios, ardería Troya. Los únicos que se le equiparan son los locutores de la radio mexicana. La cara de Trump se transforma en grotesca cuando recuerda que en el 2011 Barack Obama mencionó la posible intención del empresario, de poner alguna vez, un foso de cocodrilos y serpientes para contener a los migrantes. Como si no fuera capaz de hacerlo y cosas peores. Furioso, se transforma en una víbora agresiva y en un cocodrilo abriendo la bocaza para tragar a sus víctimas, los demócratas. En ese juego de un poderoso actuando como un animal, se exhibe y el mundo lo mira asombrado, la democracia que vive ese país que alguna vez se creyó dueño de las categorías creadas por Abraham Lincoln: del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
La existencia de los cocodrilos: servir de bolsas, zapatos y comida
La vida de muchos animales se fija y destina con un fin utilitario. No basta con que vivan y sean parte de la naturaleza y del entorno ecológico. Una vez escuché a un torero decir que los toros solo tienen la finalidad de servir para ser enfrentados y muertos en una plaza. No sirven para más, según esa concepción. En el caso del reptil arcosaurio, semiacuático, aunque también existen marinos, llamado cocodrilo, hasta un ejido en Quintana Roo, el Chacchoben, vive de la piel y la carne de esos animales y hay organismos como el de Comercio Internacional de Especies en Extinción de la Fauna y la Flora, que lo avala. Su destino es morir para ser útil. Uno de ellos –de las tres especies que viven México de las 23 que hay en el mundo, aunque en otros informes los reducen a 14–, está en peligro de extinción. Es el de Catemaco el cocodrilo mexicano Morelet, según lo sostiene en un artículo en SDP Ximena Molina, en agosto del año anterior. En el señala que los cocodrilos no son seres agresivos; son en realidad animales tímidos que se escoden del ser humano y otras especies, pero es el humano el que insiste en agredir su nidos lo que ocasiona una reacción violenta del animal. Según otros datos, serían tres tipos de cocodrilos los que viven en el país, el de río que vive en el Pacífico mexicano, el de pantano del Golfo de México y el caimán que también es un tipo de cocodrilo y que se localiza en Chiapas.
La magia de la literatura rescata al cocodrilo, ser tan agredido
Paul Hogan el actor australiano, consolidó su fama con los cocodrilos. Tres películas al hilo del personaje Cocodrilo Dundee, lo mostraron –al estilo gringo: un despistado forastero– como un hombre que vivía en los pantanos entre cocodrilos y los amaba. En México existen acuarios, lugares de exhibición de estos enormes animales que se arrastran, tan incomprendidos y hay muchas personas que se interesan en ellos. En 1984, el ilustrador japonésTaro Gomi, lanzó un libro que fue publicado por el Fondo de Cultura Económica en 2010, ante el éxito mundial que tuvo. Cocodrilo va al dentista ha tenido fines didácticos para los millones de niños que lo han leído. Se trata de un enorme cocodrilo que tiene caries y va –obligado claro-, a visitar al dentista y que desde el principio repela de la situación como lo hacen todos los niños; pero ni modo, sus enormes dientes necesitan ser revisados. Lindo libro que hace pensar que la poesía, el ingenio, el humanismo como se trata a los animales en este caso, nos acerca a especies que en otro contexto ceden sus vidas para que, por desgracia, el lujo y la vanidad de los humanos los exhiba y presuma. Aquí una parte de aquella vieja canción que hicieron famosa muchos cantantes hace décadas y que la podía cantar Trump para olvidar los recuerdos que lo ligan al reptil:
Ahí nos vemos cocodrilo
Hasta luego cocodrilo
no pasaste de caimán
ya tu amor no me interesa
ya no me molestes más
y en inglés,
See your later alligator
crocodile did not pass
so long crocodrile
alligator did not pass