Teléfono rojo
Sindicato petrolero era ducto de huachicoleo priísta de dinero
Por: Carlos Ramírez
A lo largo del año y medio en que la figura de López Obrador se consolidó como candidato en posición ganadora y luego como presidente de la república, el senador Carlos Romero Deschamps y su liderazgo sindical de trabajadores de Pemex fueron sometidos a intensas presiones que adelantaban su desplazamiento político-judicial. Sin embargo, nadie hizo algo para administrar su defenestración.
La caída de Romero Deschamps se explica como el fin del cártel de huachicoleo financiero de fondos de Pemex para financiar al PRI. Romero Deschamps era el centro financiero del poder político del PRI, desde el Pemexgate de Francisco Labastida Ochoa en el 2000 hasta los fondos triangulados para la campaña de Peña Nieto en 2012 y de José Antonio Meade Kuribreña en 2018. Es decir, Pemex fue la caja chica de dinero petrolero para las campañas priístas.
Todos usaron a Romero Deschamps para financiamiento político, pero ahora nadie quiere ayudarlo. Al contrario, los mensajes que recibía el líder sindical de la élite política priísta eran de tranquilidad porque el sindicato, con todo y sus corruptelas, era el puntal de la economía y de la estructura del Estado. “Si cae Pemex, cae el presidente”, fue el mensaje de La Quina en 1982 y así le fue: en 1988 un operativo policiaco de seguridad nacional lo mandó a la cárcel.
A pesar de la corrupción que esconden Pemex y su sindicato, el desplazamiento de Romero Deschamps continúa el desmantelamiento del modelo de liderazgo sindical que el presidente Salinas de Gortari construyó para resistir los avances productivos dentro del tratado de comercio libre con los EE. UU. Sólo que hoy una mayoría demócrata liberal ha puesto la necesidad de libertad sindical como condición a un TCL 2.0.
El modelo laboral salinista buscaba una estructura sindical de resistencia al avance productivo de las empresas estadunidenses. Sin embargo, su propuesta no encontró nuevos líderes con tendencias sindicalistas-productivas, sino que los relevos salieron aún más corruptos que los desplazados. Y Pemex fue visto como la Secretaría de Finanzas del CEN del PRI.
La caída de Romero Deschamps no fue por democracia laboral, sino porque el sindicato era una posición de fuerza dentro de Pemex y por tanto representaba un obstáculo a las opciones de la paraestatal: mayor privatización o reconstrucción de un sindicalismo nacionalista con capacidad productiva para competir –como lo quería Cárdenas en 1938– con las transnacionales que querían regresar al sector después de la expropiación de las empresas petroleras.
En este contexto, la liquidación política de Romero Deschamps fue un golpe al corazón del PRI y el primer paso para construir una propuesta sindical del gobierno de López Obrador. El riesgo de que el relevo sindical sea sólo respuesta a una boda –la de la hija del abogado Juan Collado– podría, como ocurrió con el propio Romero Deschamps y la maestra Elba Esther Gordillo en la SEP, frustrar la necesidad de que se construya un sistema sindical de potencialización de los trabajadores al interior de las empresas y se quede sólo en quitar una corrupción para entronizar a otra.
Salinas buscó empresarizar a los sindicatos con un porcentaje de acciones a los trabajadores y López Obrador, en el plan de gobierno del PRD de 1999, también propuso la propiedad accionaria de los trabajadores en las empresas para dar un paso adelante a la lucha de clases. Estas posiciones quedaron apenas declaradas, porque en ninguno de las dos hubo alguna iniciativa para incorporar a los trabadores como potenciales asociados en las empresas.
Lo que queda ahora es la arrogancia del senador Romero Deschamps y su fuero legislativo que impide su procesamiento penal. Pero a lo largo de los últimos cinco años fue ofensiva la manera en que Romero Deschamps y su familia hicieron ostentación vulgar de sus riquezas no probadas ante las autoridades fiscales. El arresto del abogado Juan Collado cuando comía con el senador petrolero fue el último aviso tangencial que tampoco fue entendido porque el líder sindical sólo buscó protección política ofreciendo a cambio la entrega total del sindicato y de sus expedientes secretos de corrupción política.
Con la caída de Romero Deschamps el PRI queda en la penuria total.
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