El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
La cuestionada estrategia de AMLO para combatir la delincuencia
Contra viento y marea, el presidente Andrés Manuel López Obrador descartó que la estrategia de seguridad que su gobierno ha implementado vaya a modificarse, pese a los saldos negativos por el operativo fallido en Culiacán del 17 de octubre y del ataque contra la familia LeBarón del pasado 4 de noviembre.
Desde su homilía en el Palacio Virreinal, AMLO enfrentó todos los embates surgidos de todos los sectores con motivo de los dos acontecimientos mencionados, los que más estruendo tuvieron en todos los países donde se criticó al gobierno mexicano porque no se entiende su postura frente al crimen organizado.
López Obrador reconoció que a últimas fechas “hemos enfrentando situaciones difíciles, pero esto no nos va a desviar; al contrario, en las crisis, aunque sean transitorias, se definen más las posturas”. Consideró que ambos casos alentaron los afanes autoritarios del uso de la fuerza que, en clara alusión a la estrategia de seguridad que siguió Felipe Calderón, y lo llevó a declarar la guerra contra el narcotráfico.
“En aquel entonces no estaba ni siquiera así; no se tenía un diagnóstico de lo que estaba sucediendo, fue una determinación que se decidió pensando que de esa manera él iba a adquirir legitimidad.
“Acababa de pasar la elección y era como un golpe espectacular, es decir, pensó que esto le iba a gustar a la gente, pensando que sí hay un sector de la población con afanes autoritarios, de los que quieren resolver todo con el uso de la fuerza, ayer hablábamos de eso, y resultó un fracaso el tomar esa decisión, no se logró nada”, precisó desde Palacio Nacional.
Casi de inmediato y como era previsible, pues era cuestión de horas para que el presidente estadounidense Donald Trump se manifestara con ansias intervencionistas en México, no se mordió la lengua para de inmediato ofrecerle al presidente mexicano vía telefónica ayuda militar para “borrar de la faz de la tierra a los cárteles de la droga”.
López Obrador se fue por la vía diplomática y la postura conciliadora para evitar que el mandatario en campaña, que “ha usado a México para contener la migración sudamericana a Estados Unidos” –así lo precisó Trump– fuera a lanzar sus huestes a hurgar en territorio mexicano. Le agradeció su postura, pero dijo que en México hay otras formas de combatir a los delincuentes, pero desde sus causas.
Esta es la parte que todavía no se comprende, pues las causas se remontan a la educación desde el hogar a los niños, a los pubertos y adolescentes que por falta de oportunidades para la educación son ellos, precisamente, los que se convierten en carne de cañón de los delincuentes que los atraen a sus filas.
La Casa Blanca indicó que, aunque respetan la decisión del presidente López Obrador de rechazar la intervención militar estadunidense en la lucha contra los cárteles, considera que el uso de la fuerza es la solución al problema.
“Respetuosamente estamos en desacuerdo con la decisión del presidente en respuesta a la propuesta de ayudar a México a combatir a los viciosos cárteles del narcotráfico”, declaró a los reporteros en la Casa Blanca, Kellyanne Conway, asesora política de Donald Trump, a propósito del crimen de los nueve integrantes de la familia LeBarón por presuntos narcotraficantes en la zona limítrofe de los estados de Chihuahua y Sonora, por lo que el presidente de Estados Unidos ofreció ayuda por medio de la intervención militar.
Se refería a la conversación telefónica con Trump, en la que el presidente mexicano rechazó la asistencia militar de su homólogo estadunidense, quien sostiene que con el apoyo bélico de su país se podría “borrar de la faz de la tierra” a las organizaciones dedicadas al trasiego de narcóticos.
Desde el inicio de su gobierno, López Obrador rechazó con una frase chocarrera como las que acostumbra (contra la delincuencia, abrazos no balazos) pero fue más precisa su postura luego del fallido operativo para detener en Culiacán a Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo Guzmán, al decir que prefirió su liberación a que fueran masacrados cientos de familias culichis incluidas las de los militares que enfrentaron los ataques de los sicarios que rodearon a los militares, a quienes masacrarían si no liberaban a su líder. Fue liberado, pero la decisión se interpretó como una actitud derrotista, de miedo a los delincuentes.
“El presidente (Trump) no tiene miedo de usar todo el poder y los recursos necesarios para detener a los cárteles mexicanos”, insistió Conway durante su intercambio de preguntas y respuestas con los reporteros en la Casa Blanca.
En entrevista con Proceso, el general de división en retiro Sergio Aponte Polito, quien encabezó operaciones contra el narcotráfico durante tres décadas, se refirió al sentir de la tropa y altos mandos luego de la frustrada captura de Ovidio Guzmán López. “Cuando no se cumple con la misión existe entre el personal militar una combinación de enojo, malestar y tristeza”, expone.
Aponte Polito tuvo una lectura de que la orden de liberar al hijo de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, la carga política del Ejército en el fracaso de la detención y la reacción contra las críticas a la estrategia atizan silenciosamente el bajo estado de ánimo entre la tropa y oficiales.
Esa es la impresión del general de división en retiro Sergio Aponte Polito, quien durante tres décadas encabezó operaciones contra el narcotráfico en Sonora, Chiapas, Quintana Roo y Sinaloa.
Afirmó que para muchos militares “constituye un fracaso” el hecho de que en la operación realizada en Culiacán se haya detenido a un presunto narcotraficante de importancia y después se haya ordenado su liberación. “Causó más agravio y enojo por los muertos y heridos que resultaron de este enfrentamiento. Un militar fue masacrado y otro perdió una pierna por un disparo de fusil Barrett calibre .50”.
Pero para López Obrador no cuenta la violencia con la que reaccione el Estado para combatir al narcotráfico, sino la aplicación de otros métodos, puesto que fracasaron los aplicados por los dos ex presidentes. Felipe Calderón Hinojosa, quien tuvo la osadía de declararle la guerra a los cárteles, sin antes conocer sus posibilidades de éxito. El mismo método siguió Enrique Peña Nieto y sólo incrementó el número de víctimas y el fortalecimiento de los cárteles.
De acuerdo a López Obrador, se van a privilegiar las labores de inteligencia militar para el combate al narcotráfico, que no son nuevas. Numerosas siglas han amparado esa labor y varios jefes castrenses la han encabezado.
Una investigación periodística de Proceso, señala que desde hace varios sexenios, esa tarea del Ejército ha estado manchada por infidencias y bajo sospecha de estar al servicio de algunos capos criminales, a tal grado que algunos integrantes y supervisores de organismo fueron procesados durante los gobiernos de Fox y Calderón, acusados de proporcionar información a los cárteles de Juárez y de Sinaloa.
Sin embargo, López Obrador, que con frecuencia tiene incontinencia verbal, incurre en irresponsables declaraciones que ponen en riesgo a quienes se encargan de la inteligencia militar. Para quedar bien con los que acuden a las conferencias mañaneras, ordenó revelar el nombre del responsable de la información de inteligencia con la que el Ejército actuó en el frustrado operativo militar contra Ovidio Guzmán López. Fue el 31 de octubre la fecha infausta de la irresponsable orden presidencial
El general Luis Rodríguez Bucio se quedó de una pieza cuando recibió la orden de dar a conocer el nombre del militar que había dirigido la parte de inteligencia militar desde su puesto. Sabía que la información que estaba a punto de hacerse pública a petición de la reportera de Proceso, Neldy San Martín, era de alta sensibilidad para los estándares mexicanos en los que las Fuerzas Armadas se han cerrado en extremo al escrutinio. Si no hay inteligencia en el Jefe del Ejecutivo, la lucha contra el narcotráfico se va a quedar en buenas intenciones y pésimos resultados.