Libros de ayer y hoy
Si parafraseamos al ex presidente Clinton, el título de la presente entrega del Itinerario Político debía ser el siguiente.
¡Es el fracaso de Obrador, estúpidos!
Y es que hoy muchos analistas, estudiosos, opinadores y opositores parecen deleitar las sabrosas “cortinas de humo” –al cumplir un año del gobierno de López Obrador–, antes que centrar la atención en la montaña de mentiras y fracasos en sólo 365 días.
Y es que desde Palacio “los genios” de la imagen presidencial hacen todo lo posible y hasta lo imposible por distraer la atención de los mexicanos frene al fracaso del primer año de gobierno.
Incluso son groseros y grotescos los montajes para que los ciudadanos vean todo menos los fracasos presidenciales. Sin embargo cada vez son menos los ciudadanos que se tragan las cortinas de humo que –desde hace 365 dias–, aquí hemos documentado desde el inicio del gobierno de López Obrador.
Por ejemplo, la primera de esas “cortinas de humo” y acaso la de mayor costo en vidas fue el cuento de la “guerra contra el huachicol” que provocó desabasto generalizado de gasolina y que, en el fondo, no fue más que un error propio de los estultos recién llegados.
Resulta que al llegar el nuevo gobierno los primeros despedidos fueron empleados de alto nivel de Pemex, en una suerte de venganza contra los funcionarios “fifí”.
Lo que no entendieron en el gobierno entrante es que esos despedidos eran precisamente los responsables de programar y procesar las compras de gasolina al extranjero.
Por eso, ya con la crisis de desabasto de combustible encima –y para tapar el escándalo por la torpeza de AMLO–, el mismísimo presidente inventó la lucha contra el huachicol, que no fue más que una mentira que costó la vida a más de cien personas, de Tlahuelilpan; familias que, por cierto, hoy están abandonadas.
Pero debemos insistir en el tema porque resulta que el mentiroso de Palacio, el presidente mexicano, también sigue con la construcción de nuevas mentiras; “cortinas de humo” para que los ciudadanos no vean el tamaño de su fracaso; fracaso de escándalo en sólo 12 meses de gobierno.
Por eso, López Obrador ahora inventó puntadas que contradicen sus propias mentiras, como que el crimen de “los 43” no fue un crimen de Estado, cuando desde hace años la pandilla de AMLO se benefició políticamente de la mentira de que tal crimen fue promovido por el gobierno de Peña Nieto.
Luego, el presidente Obrador volvió a los “molinos de viento” para asegurar que la Ley de Revocación de Mandato fue una válvula de escape para evitar un golpe de Estado y, en el colmo de la desesperación de Morena, la presidenta de ese partido, la locuaz Yeidckol, festejó la creación del Partido Comunista Ruso, provocación a la que pocos se resistieron.
Pero tampoco fue todo. Por iniciativa de Palacio, un grupo de ex trabajadores que prestaron sus servicios en la construcción de la Estela de Luz –construida en el gobierno de Calderón–, demandaron al ex presidente panista. El montaje es de tal impostura que pocos se tragaron el sapo.
Sin embargo, al presidente Obrador le urge, de manera desesperada, desviar la atención de sus tres fracasos mayores; la inseguridad, la violencia y la crisis económica.
Por eso, frente a lo que debiera ser un escándalo de proporciones mayores –el fracaso total del gobierno que debió ser el mejor gobierno–, el mentiroso de Palacio jaló los hilos de las emociones nacionalistas y, de golpe y porrazo, amanecimos con la presunta y chabacana amenaza de una potencial invasión norteamericana.
Está claro que se trata de una patraña más de dos presidentes que se prestan al juego discursivo que mueve a sus clientelas, para beneficio de sus respectivos intereses.
Lo simpático es que, de nueva cuenta, muchos opositores, opinantes y críticos del populista López Obrador volvieron a tragar el sapo.
Por eso, no podemos olvidar la lección de Clinton, cuando llamó la atención a sus analistas y les advirtió que el problema era la economía.
En México, el tema “es el fracaso de AMLO, estúpidos”. ¿O no?
Al tiempo.