Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
2020, ¿qué puede salir mal?
Decía la abuela que ante el mal tiempo… pues no queda de otra hay que entrarle.
La pregunta que nos quita el sueño es qué debemos esperar del icónico 2020.
Aquí le presentamos un diagnóstico muy pero muy general, apoyado en el análisis dialéctico de que lo que es, es, y lo que no, pue no.
Para empezar, en estos tiempos marcados por la incertidumbre se requerirá de algo mucho más convincente que el “tengan paciencia” de doña Elena Poniatowska, ante la expectativa económica que el país siga sin crecer y estancado.
Ese dicho de que “vamos bien” reiterado a lo largo del año pasado, podría sonar menos contundente en 2020 ante los datos duros, y por tanto será más difícil convencer a los escépticos del cambio verdadero.
Eso explicaría por qué en el marco del AMLOFest del Zócalo el Presidente pidió tiempo extra para mostrar los resultados prometidos. “Un año más para una nueva patria”, dijo, pero así empiezan.
Lo cierto es que este 2019 cerraremos con una marca perfecta del 0.0 por ciento de crecimiento, ni para atrás ni para adelante, que no es para hacer fiesta pero pudo haber sido peor, lo cual definitivamente muestra simplemente que esto es lo que hay, el estancamiento.
Aunque los pragmáticos insisten en que hay que verlo como punto de partida para lo que viene, la verdad es que no hay mucho margen de maniobra. Y que conste que no se incluyen los aspectos en materia de inseguridad, lo cual complica todavía más el panorama.
Es lo que hay
Por segundo año consecutivo tendremos un presupuesto enfocado principalmente al gasto social -equivalente al 63.6 por ciento de todo el gasto programable o si se prefiere el 46.2 por ciento del gasto neto total-, pero con una notoria desventaja, la expectativa de un insuficiente nivel de ingresos.
Aquí el dato. De los 6.1 billones de pesos aprobados para el PEF-2020 un total de 2.797 billones se destinarán al gasto social.
Pero hay un problema en perspectiva, de dónde saldrán esos recursos.
El próximo año, el 2020, el dinero del presupuesto difícilmente alcanzará para cubrir los compromisos del gobierno, por ello economistas serios anticipan que lo único que podemos esperar a mediados del próximo año es compensarlo con deuda o bien, con nuevos recortes al gasto público, aunque no aplicable a los proyectos estrella, faltaba más.
¡No hay no hay! diría el célebre comediante. Y ciertamente, de manera adicional a los factores externos, en lo interno no hay inversión pública, no han querido entrarle a la reforma fiscal a fondo y el gasto público, como ya vimos, apunta al asistencialismo y no al gasto productivo.
Será cada vez más difícil echarle la culpa a los que precedieron a este gobierno. El problema ahora es de incertidumbre en las políticas públicas actuales, pues hay muy poca planeación.
Recortes copeteados
¿Qué puede salir mal? Es decir, qué es lo peor que podría ocurrir si no hay recursos suficientes.
Tome nota. Si las cosas se complican, a más tardar a mediados de año comenzaremos a ver nuevos recortes al gasto público.
Pero además, los tremendistas están seguros de que podría repetirse la práctica del subejercicio del gasto público, un recurso tan de moda en los últimos tiempos al que quisieron disfrazar como ahorro. El gobierno no tiene por qué jinetear los recursos públicos, se quejó hace poco el empresario Carlos Slim.
A finales de noviembre de 2019 se hablaba de un subejercicio de 155 mil millones de pesos. ¿Qué tal?
De por sí en la confección del PEF-2020 fueron muy controvertidos los recortes al gasto a los organismos y entidades autónomas, entre éstas la Fiscalía General de la República, el Instituto Nacional Electoral (INE), el Poder Judicial, incluidas la Corte, el TEPJF, así como otros organismos como el IFT. Ya se verá a qué instituciones o programas les cargarán la mano.
Eso sí, a los programas estrella del gobierno no los tocarán ni con el pétalo de una rosa.
El lado oscuro de casi todos los programas sociales es que se entrega dinero de manera directa sin reglas de verificación, de manera discrecional, que se antoja más a promoción del voto que a resolver problemas estructurales de la marginación y la pobreza.
Los partidos ni sufren ni se acongojan pues para variar en los últimos años han sugerido recortes de hasta 50 por ciento a las prerrogativas partidistas, pero a la hora de la verdad todo lo mandan a la congeladora.
El problema en los próximos seis meses, es que si el país no crece y no se generan nuevos empleos entraremos de manera directa no a una recesión técnica sino a una real de la que será muy complicado salir bien librado.
Quién jala la carreta
Parece que es tiempo de que se busquen mecanismos alternativos para acabar con la incertidumbre en torno a las políticas públicas, la gobernanza pues.
Por lo que se ve, la disposición de los encargados de jalar la carreta es muy desigual.
Se había anunciado con bombos y platillos al menos mil 600 proyectos de inversión productiva. Pero parece que todo fue una ilusión.
En el último tramo del 2019, el sector privado mexicano dio a conocer un paquete de 147 proyectos de infraestructura que iniciarán en 2020 y que sin duda contribuirán a contrarrestar el estancamiento económico.
Lo que no queda muy claro todavía es qué hará el gobierno federal pues su cartera de proyectos no es muy robusta, para 2020 no supera los 63. Y los proyectos estrella que incluye la red de Aeropuertos, el Tren Maya y Dos Bocas, van muy lento.
Algo extraño ocurrió en el sector energético pues además de la ausencia de la secretaria del ramo en el evento que sirvió de presentación a las inversiones del sector privado, se dejó pendiente el paquete de proyectos de inversión. Otro misterio sin resolver.
Todo apunta a que a lo mejor en enero y como regalo de Reyes se conocerán las propuestas de inversión en el ámbito energético, pero siguen siendo especulaciones.
Las apuestas a que Pemex se recompondrá y volverá a ser fuente de recursos para el desarrollo, no deja de generar suspicacias y lo peor, con altos costos para el erario.
Coletazos externos
En el ámbito externo la guerra comercial EU-China y las elecciones en Estados Unidos sólo hacen crecer la incertidumbre.
La firma del T-MEC se ha avenido prolongando tanto que ya nadie tiene certeza de cuándo ocurrirá.
Trump y sus amigos en México le echan la culpa a los demócratas y eso se convierte en una historia sin fin. Sospechamos que ya nos metieron en la dinámica de las campañas de vecino país. ¿Qué no?
Ya hasta le reclamaron a los senadores mexicanos haber anticipado su aval al T-MEC cuando los congresos de Canadá y Estados Unidos lo mantienen como un asunto pendiente.
El juego electoral es un factor ineludible, el presidente Donald Trump sigue jugando sus cartas para la reelección, una de ellas que hizo temblar a los mercados en el mundo fue decir que le gustaba la idea de que el acuerdo comercial EU-China ocurriera después de las elecciones en Estados Unidos. Es decir, a finales del año 2020 o principios de 2021.
El 2020 no será un año fácil, definitivamente.