Visión financiera/Georgina Howard
El agotamiento de las conferencias mañaneras
Las conferencias de prensa mañaneras han desgastado, sin duda, a Andrés Manuel López Obrador. En las últimas semanas han sido más que desafortunadas sus respuestas sobre algunos temas sensibles, como será, por ejemplo, el paro convocado el 9 de marzo por organizaciones feministas ante la ola de violencia desatada en contra de las mujeres, cuyos recientes asesinatos han generado un severo malestar colectivo.
La esposa del presidente López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müller, y su secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, tuvieron una primera reacción de solidaridad hacia la convocatoria — producto del asesinato, desaparición y violencia en contra de tantas mujeres–, pero después se desdijeron ante la reacción violenta de AMLO, quien no ha sido muy solidario ante las movilizaciones sociales, que no fueron convocadas por grupos sociales afines, como lo ha demostrado siempre. Si las marchas y movilizaciones no las organizaba él o los partidos políticos que los respaldaban, las ve con desprecio.
Nada más hay que recordar aquel domingo 27 de junio de 2004 cuando catorce organizaciones de la sociedad civil convocaron a la marcha “Rescatemos México”. México Unido Contra la Delincuencia fue la organización más importante que convocó y se estimó que casi un millón de personas la mayoría vestida de blanco atendió a la convocatoria de salir para manifestarse en contra de la inseguridad. El entonces jefe de gobierno, Andrés Manuel López Obrador, en lugar de solidarse con las familias que fueron víctimas de asesinatos, secuestros, asaltos, etc., los descalificó al señalar que dicha marcha había sido convocada “por la derecha y los conservadores”. Lo mismo que sigue diciendo ahora.
El rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, poco a poco ha ido sorteando la crisis en las escuelas preparatorias, colegios de Ciencias y Humanidades y algunas facultades, cuyo origen de las movilizaciones estudiantiles, ha sido el acoso sexual y la violencia de género en contra de las mujeres. La respuesta del rector y de los grupos académicos ha sido positivo ante los pliegos petitorios de los estudiantes, pues cada una de las escuelas tiene su propia problemática. A pesar de la incrustación de grupos porriles y de otros que tienen intereses que pretenden desestabilizar a la actual administración universitaria, en la UNAM las cosas están llegando a la normalidad en la parte académica y el tiempo perdido en los paros se va a reponer con clases extras. Los actos violentos de los grupos porriles no han tenido respuesta, sino el diálogo y los que exestudiantes que fueron expulsados porque no quieren estudiar tendrán que alejarse de los planteles universitarios porque son los venden drogas, de acuerdo con denuncias que se han presentado ante la Fiscalía General de la República.
En el caso de López Obrador, se entiende que el diálogo con los grupos inconformes debe de privilegiarse. Sin embargo, cuando estos grupos reaccionan de manera violenta y comienzan a causar destrozos en edificios públicos, privados y en monumentos nacionales, la policía debe de intervenir y encapsularlos o reprimirlos. Lo ocurrido en Palacio Nacional o en el edificio central del IMSS, son ejemplos claros de que estos grupos, tienen derecho a reclamar lo que en justicia les corresponde, pero no tienen derecho a causar destrozos ni tampoco agredir a los servidores públicos que les atienden. Y no se justifica el argumento de que “mi gobierno no es represor”, si esos grupos no entienden “con abrazos”, pues entonces “a madrazos” y al Ministerio Público para que paguen los daños causados. A ver si así entienden. Y los mismo en la rectoría y en las escuelas de la UNAM. Si bien son instalaciones públicas, ningún vándalo tiene derecho a destruirlas, nada más porque sí.
Un amigo, cercano a López Obrador, le comentábamos que debe ser más sensible ante las manifestaciones sociales, como los padres de familia que se han quejado de la falta de medicamentos para el tratamiento de cáncer y que la mesa de diálogo en la Secretaría de Gobernación no funcionó porque en el sector salud no hicieron caso a los acuerdos logrados. López Obrador los descalificó al señalar que estaban siendo manipulados. Y nuestro amigo, dijo que lamentablemente AMLO no escucha los consejos de otros. No hay argumento que valga frente a la soberbia.
En ese sentido, los niveles de violencia en el país son demasiado elevados y los llamados grupos de autodefensa, muchos de ellos incrustados por delincuentes regionales y narcotraficantes, siguen causado severos estragos en las comunidades indígenas en los estados de Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Chiapas, mientras que en Hidalgo, Veracruz, Guanajuato y Tamaulipas, los grupos delictivos siguen llevando a cabo secuestros, asesinatos masivos y ataques huachicoleros a las instalaciones de Pemex.
El pasado 26 de enero, convocada por el poeta y académico Javier Sicilia y la familia LeBarón, decenas de personas se integraron a la marcha por la paz, que se inició cuatro días antes en Cuernavaca, Morelos, para demandar al gobierno federal acabar con la violencia y mejorar su estrategia contra la inseguridad. Una comisión integrada por Marie Claire Acosta, Jacobo Dayán y Carlos Heredia, hablaron con la titular de Gobernación y con Alejandro Encinas, y entregaron sus propuestas. “Va a haber verdad y justicia”, aseguró Sánchez Cordero. En la marcha, estuvieron el poeta y activista Javier Sicilia, así como Adrián LeBarón, padre y abuelo de cinco de las nueve víctimas de la masacre en contra de su familia en Bavispe, Sonora. Pero también caminaron juntos representantes de los músicos calcinados en Chilapa, los normalistas de Ayotzinapa, madres de San Fernando, familiares y amigos del periodista Javier Valdez, padres de niños con cáncer y decenas de casos más que no han sido esclarecidos. Las protestas en contra del movimiento se intensificaron cuando llegaron al Zócalo. Los simpatizantes de López Obrador, con la “constitución moral” en mano, trataron de impedir el paso de la caminata. “Es un honor estar con Obrador”, “vete a tu país” y “traidor” fueron los insultos que recibió la marcha.