De norte a sur
Una lección para todos que nunca aprendemos
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Acabamos de transitar por la Semana Santa. Y nos dejó severas conclusiones. Es una historia que da paso a una nueva historia que resume las mezquindades generales, en el mundo.
Cobardías. Traiciones. Injusticias. Crueldades.
También mentiras. Codicias. Cegueras.
El hombre, en su soberbia, no se cansa de insistir en su perversidad. Destruye armonía. Crea el caos. La esclavitud y la muerte.
Nos referimos, no solamente a quienes habitamos México y lo exprimimos para saciar nuestro apetito. Y la división entre hermanos.
Esto ya es habitual en los cinco continentes.
Y lo leemos, escuchamos o vemos todos los días.
Periódicos, radio, televisión e internet contribuyen al desconcierto mundial.
Ponderan, estimulan. Critican y reprueban, a los mandatarios o gobiernos en turno.
Lo mismo el ámbito oficial, que el privado. Negros, blancos, amarillos o cobrizos. De todas las razas. Y en todas las esferas.
Los que pagan por pecar. O reciben por hacerlo. Esferas oficiales, privadas. Tal como afirma el señor que duerme en Palacio Nacional
Todos en el mundo tenemos además el porte de establecer objetivos y de imaginar lo que todavía no ha sucedido.
Los cambios de régimen afectan la cultura.
Pero, lo que nos diferencia con los animales es que solo los humanos tenemos la capacidad plasmar y expresar de diferentes formas las emociones, los sueños y de comunicar nuestras historias personales.
El lenguaje, la memoria, las emociones y la percepción son algunos elementos que moldean la conducta, lo que nos convierte en seres sociales.
Esta capacidad para lo simbólico es la que nos ha abierto la puerta a la espiritualidad y a la moralidad, al imaginar buenos y malos desarrollos de nuestras acciones.
La cultural es la capacidad de crear una explicación de las costumbres y creencias que comparten los grupos y transmitirla a la siguiente generación
Disfrutamos, a cabalidad, la lectura que nos permitió entender algo de lo mucho que ignoramos.
La comunicación verbal y la no verbal se expresa de diferentes maneras en las distintas especies.
La mayor parte de las actividades de los humanos se relacionan con antecedentes de otros animales.
Para aquellos que niegan la teoría de la evolución, lo que somos hoy son antecedentes de los primates.
Ella, la Dra. Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta, —contáctala en: www.rosachavez.com.mx– como siempre, nos ilustra con sus conocimientos.
Para los que dudan, la secuencia del ADN, las letras son como el chip para construir a un ser vivo, coinciden en un 60% con una mosca; en un 95% con un simio, y con un chimpancé el grado de identidad es cercano al 99%.
La paleontología, ciencia que estudia los seres orgánicos que habitaron la Tierra en épocas pasadas y cuyos restos se encuentran como fósiles, afirma que de todas las especies de Homo que han existido solo queda la nuestra.
Las otras, como los neandertales, los denisovanos, los de Flores, los erectos, los hábiles, todos se han extinguido.
Ninguna otra especie tiene nuestro potencial de pensamiento, comunicación, planificación, la habilidad de construir herramientas y de estructuración en sociedades complejas.
Pero también ninguna otra especie tiene la capacidad de mentir, robar, engañar, asesinar, agredir y destruir que tiene la nuestra, capacidades que hemos ejercitado ampliamente a lo largo de la Historia.
Somos una especie capaz de lo mejor y lo peor.
De hecho, los comportamientos que cometemos, pero nos repugnan los denominamos “inhumanos”, como si fueran incomprensibles, extraños a nosotros, ajenos a nuestra verdadera naturaleza.
No tenemos el cerebro más grande del mundo natural, nos superan las ballenas o los elefantes, pero sí es el mayor si lo comparamos con nuestro tamaño y el que ha demostrado las mayores posibilidades y los mejores resultados.
El tamaño de nuestro cerebro se debe al crecimiento de la corteza, la región superior que vemos plegada y que es la parte más visible y conocida del cerebro humano.
También posee la capacidad para la integración de la información y la ejecución.
La conciencia moral también nos diferencia de los animales. Compartimos en el inconsciente colectivo los códigos de lo que está bien y lo que está mal, de los comportamientos socialmente adecuados y cuáles no, de acuerdo a la cultura, los usos y costumbres de acuerdo a la región en dónde vivimos.
El sentimiento de culpa es el que nos regula de acuerdo a lo que hacemos mal y de cuando actuamos injustamente.
Lo que parece claro es que nuestras peculiaridades más determinantes, las características más humanas, parecen ser más cuantitativas que cualitativas.
En las patologías mentales como las psicosis, se pierde el sentimiento de culpa, por esta razón son capaces de matar con crueldad y sin remordimiento.
A pesar de los diferentes idiomas y lenguas, en la era moderna nos comunicamos por medio de la tecnología y el internet con todos los continentes, sabemos cómo son, qué hacen y hasta nos preocupamos por sus desgracias en tiempo real, nada humano nos es ajeno.
La capacidad para el pensamiento simbólico, otra habilidad de los humanos, es la habilidad para crear mundos alternativos, para imaginar sucesos que no existen.
En cuanto a la economía, se buscó la manera de conectarnos con los continentes y se logró con puentes entre fronteras antes distantes, lo que se llama globalización, así como ha traído beneficios y facilitó el intercambio de productos de cada región, también es un hecho que se ha perdido algo de la cultura por lo menos en nuestro país.
Compartimos con los animales nos guste o no, la mayoría de nuestros genes y en la formación cerebral, siempre se encuentran diferencias.