Poder y dinero
“¡¡¡Qué quede consciente el hospital que no nos interesa que traigan a nadie!!! ¡¡¡No vayan a traer a nadie, porque entonces sí va a haber bronca, porque los quemamos!!!”, amenazó la turba al personal del Hospital General de Axochiapan, Morelos.
Y en el maremágnum de la pandemia, la escena se ha repetido en nosocomios de diversas latitudes del país, lo mismo en lugares pequeños que en ciudades grandes. El temor de una muchedumbre que no quiere contagiarse y que impone reglas a las autoridades sanitarias, a costa de que los pacientes con Covid-19 dejen de ser atendidos.
El anuncio de que el hospital sería utilizado totalmente para atender casos de Coronavirus, encendió la mecha entre los pobladores de Axochiapan, localidad del oriente morelense.
Más de 200 personas fueron convocadas de boca en boca y por redes sociales y se plantaron el 1 de abril ante el nosocomio.
La multitud estuvo cerca del linchamiento de médicos, enfermeras y personal administrativo.
“¡¡¡Si no hay respuesta del hospital para atender las consultas diarias, menos para enfrentar una contingencia de este tamaño!!! ¡¡¡Es irrisorio!!!”, alegaba uno de los hombres más enardecidos.
“¡¡¡Quemamos el pinche hospital y hasta a ti!!! ¡¡¡Hay que aventar bombas molotov y a ver si no se salen. Si vienen los enfermos, ya no nos va a servir este hospital!!!
¡¡¡Qué salga la directora!!!”, vociferaba una mujer.
Los médicos a cargo trataban de explicar y calmar el enojo de los vecinos, pero todo parecía en vano.
“¡¡¡Estamos siendo responsables, al advertirles que vamos a actuar y se los cargará la chingada con esa enfermedad!!!”, gritaba otro hombre, quien pedía “actuar” a sus vecinos, porque “de nada servirá que esto se quede sólo en palabras”.
Las cosas no fueron más allá ese día, pero el fantasma del linchamiento sigue latente.
La amenaza fue tan fuerte que el propio presidente Andrés Manuel López Obrador fue enterado del asunto y en la conferencia de prensa mañanera, del 2 de abril, llamó a los vecinos a actuar con tranquilidad y trató de convencerlos de que no existen posibilidades de contagio para la población, aun cuando fueran atendidos pacientes de Covid-19 en ese nosocomio.
Les pidió que se “humanizaran” con los pacientes de la enfermedad. No lo logró y ese rechazo se mantiene.
Es el miedo irracional y la ignorancia hacia la naturaleza del virus, lo que ha provocado agresiones en contra de médicos y enfermeras y enfermeros, de manera general, aun cuando no atiendan casos de pacientes de Coronavirus. Situaciones así ocurren en todo el mundo, incluido nuestro país.
La mayor parte de los mexicanos reconocen la labor del personal sanitario que está en la línea de batalla para preservar vidas ante la pandemia. Han recibido tratamiento de héroes, pero existen turbas que considera a médicos y enfermeras, como los principales trasmisores del Coronavirus, situación completamente equivocada, porque la principal fuente de dispersión del mal es de persona a persona.
La otorrinolaringóloga, doctora Alondra Giovanna, denuncia agresiones en su contra sólo por ser médico.
“Ni siquiera atiendo a pacientes de Covid-19, pero he sido agredida”, comenta.
“La gente piensan que los médicos llevamos el virus. En otros países, les aplauden, no queremos eso, sino sólo que nos dejen trabajar”, comenta.
“Nos dicen la plaga. Circula en redes una imagen de la muerte con un texto, que dice que los médicos son los portadores de la enfermedad. Eso no es justo”.
Señala que, en algunos sitios públicos, absurdamente no se permite la entrada de médicos.
“Hay testimonios de colegas que han sido corridos hasta de sus hogares, que no los dejan entrar a comprar comida, ni siquiera un café”.
“Estamos al frente de una batalla y necesitamos ser solidarios. No es justo que no nos dejen hacer nuestro trabajo en estos momentos que vienen las semanas más fuertes”, asegura.
El miedo al Coronavirus está por todos lados: entre la muchedumbre que agrede a médicos por ignorancia y fanatismo, pero incluso entre los trabajadores de la salud que temen ser agredidos o contagiados por el enemigo invisible.
“No me quiero morir, tengo mucho miedo, pero es nuestro trabajo y lo tenemos que cumplir”, clamaba una enfermera del hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social, en Monclova, Coahuila, que se convirtió en uno de los epicentros de contagios masivos en el país.
Sus compañeros y ella, exigían mayores mejores condiciones de seguridad para poder trabajar, ante autoridades del nosocomio que también mostraban temor por los casos de la enfermedad que se han sumado a través de los días. Afuera, también atemorizados permanecían habitantes de la ciudad exigiendo un mejor tratamiento para sus familiares encamados. Todos envueltos, superados, abrazados terriblemente, por el mismo miedo.