Contexto
Ojalá no nos equivoquemos, pues todo apunta a que puede lograrse un muy necesario y urgente Acuerdo de Unidad Nacional para enfrentar y superar las pesadillas de la crisis sanitaria y económica.
Pero si no se superan los desacuerdos entre el gobierno y el sector productivo y de manera conjunta definen las políticas públicas y privadas que nos ayude a sortear de mejor manera estas crisis, seguiremos en el mismo camino absurdo, cada quien por su lado.
De manera paralela nos consume otra crisis, la de la interlocución, la del liderazgo. Esperemos que no se extravíen.
Por eso llama la atención que los más cercanos al primer círculo de Palacio se muestren más preocupados no por el tamaño de la catástrofe sanitaria y económica sino en la fragilidad de los pactos y las lealtades.
Y no, no se les ve nerviosos de que se pierdan un millón y medio de puestos de trabajo, pues siempre que aparezca alguien con otras cifras y con la promesa de que los empleos se crearán por decreto, lo demás es fantasía.
Un punto que no debe soslayarse es que Carlos Salazar (CCE) ha advertido que en el gobierno han alimentado una desafortunada cadena de malinterpretaciones y por eso estas aclaraciones se han hecho una, dos, decenas de veces:
Los empresarios no han solicitado rescate; no quieren otro Fobaproa; tampoco han alentado el no pago de impuestos; no son una plataforma política y mucho menos están detrás de campañas que promuevan la dimisión del Presidente.
Todos estamos en el mismo barco, ¿o no? Lo que está en juego es el futuro del país. Y no es rollo.
Es posible que esta semana se conozcan los resultados de las 11 mesas de discusión y análisis a las que convocaron los organismos integrantes del Consejo Coordinador Empresarial, realizadas la semana pasada y en la que habrían participado de manera virtual 122 mil personas, espacio en el que se formularon 3 mil 500 preguntas y se conocieron las propuestas de 260 panelistas.
La idea de fondo fue proponer un documento que motive, inspire o conmueva a suscribir un Acuerdo Nacional para enfrentar la crisis, lo que supondría felizmente cerrar el capítulo del juego de las fuercitas y las confrontaciones.
Ese documento será presentado al Presidente de la República y esperamos que no lo mande al archivo del olvido.
La tamaliza de Palacio
Hagamos una breve síntesis de lo que ha ocurrido. Aunque los empresarios habían logrados importantes acercamientos con el jefe del Ejecutivo a quien le presentaron desde febrero un decálogo anticrisis, todo comenzó con la cena de Palacio en la que se sirvieron los tamales más caros del mundo, los tamales de chipilín.
Parece que el punto de inflexión de esta historia de desencuentros fue precisamente ese, que pese a la idea de que los empresarios comprarían las dos terceras parte de los 6 millones de cachitos de la rifa simbólica del avión presidencial, no hubo la respuesta esperada, menos ahora diría don Teofilito.
Desde aquella memorable cena del 12 de febrero hasta ahora, el tema del choque entre poderes nos ha llevado a ninguna parte.
Tan bien que íbamos
En febrero el coronavirus venía causando estragos en China y Europa. Fue el 11 de marzo cuando la OMS declaró la pandemia y el 19 de marzo los empresarios presentaron un decálogo para evitar una caída de la inversión y proponía redes de protección al empleo. Pero no les hicieron caso.
Desde entonces la interlocución comenzó a hacer agua. El 2 de abril los empresarios presentan un plan de 90 días (abril-mayo-junio) para la reactivación económico en medio de la crisis sanitaria. Y nada.
El 5 de abril la expectativa se centró en el informe trimestral presidencial y el Programa Emergente para el Bienestar y el Empleo, que se enfocó a los programas sociales, a las Tandas del Bienestar con préstamos a la palabra de 25 mil pesos. Y por si estaban preocupados se anunció que seguía la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, así como el apoyo financiero a Pemex. Ah, y el compromiso de crear 2 millones de empleos nuevos, en tiempo récord de nueve meses.
El 7 de abril hubo otra reunión, la de los cuates. Los invitado fueron Alberto Bailléres, Carlos Slim y Germán Larrea, quienes en voz del propio López Obrador, dieron su respaldo al plan del gobierno. Lo que no se sabía es que Slim ya había amarrado un contrato para la segunda fase del Tren Maya. Tampoco se sabe cuántos cachitos de la lotería compraron.
Las cosas empeoraban. El 9 de abril López Obrador pidió al CCE convencer a un grupo de empresarios a pagar sus adeudos fiscales. El 21 de abril se conoció el contenido de una carta que en la que Salazar respondió que no eran sus atribuciones y eso violentaría la ley. Chan chan chan.
El 26 de abril se conocieron los términos del acuerdo entre el Consejo Mexicano de Negocios y el BID Invest por 12 mil millones de dólares para otorgar créditos a 30 mil Mipymes.
La noticia fue muy mal recibida en Palacio: “No me gustó mucho el modito de que se pongan de acuerdo y quieran imponernos sus planes”, dijo López Obrador.
Contra lo que pudiera pensarse Arturo Herrera (SHCP) aclaró que en el acuerdo no hay recursos públicos de por medio, todo se trató de una confusión. En otro canal, Marcelo Ebrard celebró el acuerdo y dijo que estos créditos protegerán el empleo de los mexicanos. ¿Tons?
La peor etapa de esta crisis la tenemos ya en la sala de la casa. Esperemos que se pongan de acuerdo los que deben hacerlo y se logre un frente común. De otra manera, será muy doloroso para todos retomar nuestra vida cotidiana. Y se notará quien fue el omiso.
Columnómetro de Aquiles Baeza.
1.- De pena ajena el nuevo capítulo de tráfico de influencias. El tema es delicado porque el hijo de Bartlett le dio su raspón a la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum para justificar el sobreprecio en que vendieron los respiradores al IMSS.
¿A poco harán válido aquello de que son más caros porque son ventiladores antineoliberales?
Lo malo es que mientras #YaSabenQuién se rasga las vestiduras hablando de que su gobierno es puro y cristalino, sus colaboradores se sirven con la cuchara grande.
2.- Memelandia.
__Todo indica que es un mito genial eso de que hay disponibilidad de camas en los hospitales… a ver a ver que digan dónde.
3.- Ante la crisis sanitaria del Covid-19, el plástico es la mejor opción para el manejo de materiales peligrosos. Carlos Álvarez Flores de México, experto en Comunicación y Ambiente pide a las autoridades diseñar una estrategia que considere la gran utilidad sanitaria del plástico y la necesidad de manejar adecuadamente los residuos infecciosos en los hogares y la industria, lo que buena falta nos hace.