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CIUDAD DE MÉXICO., 27 de mayo de 2020.- Desde el inicio de la pandemia originada por el Coronavirus, se han sucedido una tras otra distintas proyecciones sobre los efectos nocivos que provocan y continuarán produciendo las medidas de prevención dispuestas tanto a nivel local como internacional.
Los cierres de fronteras, disminución de producción y comercio entre otras tantas medidas han llevado a una paralización de la economía pocas veces vista en la historia, y que de a poco parece ir reactivándose, pero no sin dejar importantes secuelas.
De hecho, conforme datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el primer trimestre de este año el Producto Interno Bruto total se contrajo un 2.4% en comparación con igual trimestre de 2019. Se trata de la peor cifra registrada desde la crisis financiera global de 2009 que coincidió en México con la pandemia de la gripe H1N1 y cuyo primer trimestre arrojó una caída del PIB de un 5.1 por ciento.
Lamentablemente, las proyecciones para lo que sigue aún presentan bastante incertidumbre ya que no se sabe cómo continuará desenvolviéndose la actual pandemia. No obstante todas las estimaciones son aún menos alentadoras.
El Banco de México (Banxico) por ejemplo, publicó tres posibles pronósticos para la evolución del PIB para este año: en el mejor de los escenarios la economía nacional se contraerá un 4.6 por ciento, mientras que en el peor la caída será de un 8.8 por ciento, la peor de las cifras registradas desde 1932.
Si bien estos números se refieren a la macroeconomía, esto necesariamente se traduce en efectos perjudiciales para la micro, afectando a la forma en que familias y pymes deberán comportarse de aquí en adelante. Uno de los efectos que se observa de manera más directa es el aumento de las listas de paro y cifras de desempleo.
Según la revista Forbes, si a la pérdida de trabajo se suman las reducciones en los salarios, cerca del 90 por ciento de las personas se enfrentan con problemas financieros como por ejemplo incapacidad para cumplir con compromisos y deudas mensuales (servicios, hipoteca, renta, etc.), pérdidas en ahorros para jubilación y gastos extraordinarios de salud.
Para enfrentar estos problemas en los próximos meses son muchas las familias que necesitarán acceder a préstamos personales, que les permita contar con la liquidez suficiente para el pago de los próximos vencimientos y así evitar generar deudas cada vez más abultadas, así como satisfacer las necesidades del día a día.
En este sentido probablemente jugará un importante papel el acceso al crédito a través de las nuevas plataformas online que, sumado a la oferta de los bancos tradicionales, amplían el alcance a personas que no cumplirían con los historiales crediticios exigidos por otras entidades financieras.
Los bancos también han procurado otorgar algún alivio para las economías domésticas y de las pequeñas empresas. De acuerdo a la Asociación de Bancos de México, el programa de diferimiento de intereses y capital ya ha llegado a más de 7.9 millones de créditos. Se trata del programa por el cual se ha otorgado un plazo de gracia para el pago de préstamos de entre 4 y 6 meses, con la intención de conservar la liquidez de aquellos que se encuentren con créditos vigentes.