Abanico
Hay muchas confusiones.
Contradicción de mensajes desde el poder.
Pero no hay manera de evitar la realidad.
Si las próximas dos semanas no nos recluimos los mexicanos, sobre todo en la capital del país y el Estado de México, la pandemia no cederá.
Y dos semanas no son para garantizar la ausencia de contagio, sino para no caer infectados y encontrar hospitales saturados.
El cálculo no es personal, sino de un hombre con historia nacional: José Ángel Córdova, quien como secretario de Salud atendió la emergencia de influenza H1N.
Actuó al detectar el primer infectado con esa especie de influenza mitad pollo, mitad cerdo, y en más de un año la emergencia se sanó con poco más de tres mil muertos.
En esta ocasión no se detectó al primer pasajero con contagio llegado desde Wuhan y se fue a Sinaloa sin saber a quiénes había infectado.
Resultado: ya vamos rumbo a los 16 mil fallecimientos y la cuenta crece y crecerá quién sabe hasta cuánto, quién sabe hasta cuándo.
Y turismo aprieta
Hay un problema muy grave:
Los gobernadores no saben a qué atenerse.
Ve usted:
En la reunión virtual del martes pasado el subsecretario Hugo López-Gatell les habló sobre un semáforo nacional.
Pero si un gobernador no está de acuerdo, puede tomar sus propias determinaciones y decidir color y acciones para la reactivación económica.
Con un problema:
Cada entidad tiene sus propias necesidades y, como en las licencias se mezclan instancias, si no hay aval federal puede haber contradicciones.
Veamos un ejemplo:
Días atrás el gobierno federal autorizó a Quintana Roo y Baja California Sur, los dos mayores atractivos, a reactivar la infraestructura turística.
Pero ahora el secretario federal Miguel Torruco pretende conseguir la autorización para todo el país en aras de activar la principal fuente de divisas
Por supuesto tiene el respaldo de gobernadores con atractivos –Héctor Astudillo (Acapulco), Enrique Alfaro (Puerto Vallarta) y otros–, pero no hay normatividad.
Tarea pendiente.
Y morir sin causa
Enrique Alfaro anda en problemas por un asesinato cometido el 4 de mayo.
Tardó en actuar y dejó politizar un asunto cuyas consecuencias, sépalo desde ahora, repercutirán por la mano federal y morenista en el futuro del gobernador de Jalisco.
Nada nuevo en nuestra barbarie mexicana, cuya lista puede viajar -ya mencionamos Ixtlahucán de los Membrillos- de Baja California, Veracruz a Oaxaca…
Ah, Oaxaca.
Tocó el crimen a un México-estadunidense, Alexander, jugador de 16 años en Tercera División y con un futuro promisorio.
Lo asesinaron a mansalva en Acatlán de Pérez, Oaxaca, cuando salía con unos compañeros a comprar unos refrescos y cargar gasolina.
De inmediato fue detenido el policía asesino, pero también en poco tiempo el gobernador Alejandro Murat se comunicó con su madre Virginia para garantizar justicia.
La vida no puede recuperarse, pero ya está ante la justicia el autor de los disparos y van por dos policías más que lo acompañaban.
Nada se ocultará y vigilante está la Embajada de los Estados Unidos de Christopher Landau, herido por las manifestaciones en la Ciudad de México y la inacción del gobierno capitalino.
Pero enoja: la muerte cabalga en el enrarecido ambiente nacional.