Frente a la guerra/Felipe de J. Monroy
Lo juzgaron, sin razón.
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Pero antes una celebración, que compartimos.
Mañana día 30 de junio llega a 83 años nuestro colega-amigo-hermano don Teodoro Rentería Arroyave. A él a Silvia, a sus hijos y nietos las mañanitas adelantadas, desde la Santa Distancia.
Ya estamos cansados.
A dónde se fueron el optimismo, el compromiso y las promesas de las primeras semanas del encierro.
Mientras en Ciudad de México las jacarandas, florecieron y perdieron sus pétalos.
Desde la ventana vimos cómo las calles se quedaron vacías y ahora volvieron a poblarse.
Hemos visto el cambio de las estaciones.
Nos dicen.
El sol de Buenos Aires cedió el paso al gris otoño.
En Lima la luz blanca y templada de finales del verano se ha vuelto una nube plomiza, húmeda y fría.
En efecto igual quedó sin veredicto un juicio de casi 20 años contra Hernán Cortés.
Al respecto la historiadora Rusia MacGregor, precisa:
“Carlos la historia es un cúmulo de situaciones de cada uno de quienes la escriben.
Verdad o mentira. Nunca lo sabremos, pero ahí está.
Quién sabe qué se leerá dentro de algunos años sobre nuestra historia actual. Lo leeremos desde las Nubes. Besos”.
Siempre optimista.
Cortés fue sometido a un proceso de residencia que no se inventó para el conquistador, sino que se hacía a todos los funcionarios con determinada importancia y responsabilidad, a fin de verificar que en todo lo hecho durante su gestión no habían caído en corruptelas.
La herencia renacentista de Hernán Cortés dejó su evidencia desde 1519, cuando estableció el Ayuntamiento en la Villa Rica de la Vera Veracruz.
Y redactó e instituyó una serie de leyes que de alguna manera garantizaban la convivencia de todo ese grupo peninsular, además de que protegía al poder real en estos territorios.
“Sin embargo era lógico que el mundo de esos conquistadores no debió ser muy ordenado y las autoridades en la península les concedían ciertas atribuciones.
Pero cuando se daban cuenta de lo que habían otorgado, creo que se arrepentían y traban de cortarles ese tipo de beneficios dispensados con anterioridad”.
Las acusaciones a Cortés en el proceso lo iniciaron la Primera Audiencia y Bernardino Vázquez de Tapia, quien instigó a todos los demás.
El primero que presentó la denuncia fue Vázquez de Tapia y todas las respuestas que hubo a lo largo del proceso fueron del mismo tipo, por lo cual se intuye que todos se pusieron de acuerdo.
Se acusaba a Cortés de tener demasiado oro y no haber repartido bien el botín.
De poseer exceso de armamento, de que se quería levantar en la sierra.
De que “se echaba -dice el texto de la acusación- con todas las mujeres que había en su casa, con hermanas, madres e hijas”.
Y de ser jugador, cuando todas las personas llegadas entonces a Mesoamérica jugaban.
Quien hizo la acusación de que era un gran jugador y blasfemo cuando perdía, fue Bernardino Vázquez de Tapia, quien también afirmó en ese proceso que a él le había tocado jugar muchas veces con Cortés. Al respecto, la ponente supuso que tal vez este señor fue un mal perdedor y por eso denunció a Cortés.
Por su parte, Juan Burgos lo acusó de ser sospechoso de asesinato; otra denuncia fue la de antropofagia consentida, pues en las practicas mesoamericanas se daba el consumo de carne humana y él podría haberlo permitirlo para tener a todos como aliados; así se lee en la documentación, explicó Encontra y Vilalta, quien coordina el doctorado en Humanidades en la Universidad Anáhuac.
Doña Norma Vázquez Alanís nos cuenta que así lo expuso la doctora en Historia María José Encontra y Vilalta en la conferencia ‘El Cortés desconocido’, que presentó en el Centro de Estudios de Historia de México Carso (CEHM).
El juicio de residencia contra Cortés se inició en 1529, se reabrió en 1534-35 y, sin que se emitiera un veredicto, siguió vigente hasta la muerte del conquistador en 1547. Hubo una serie de actos sospechosos, como el hecho de que el primer visitador o juez que llegó a la Nueva España murió misteriosamente a los 20 días de haber iniciado el juicio.
Se asienta en el documento que fue porque comió natas, pero se malició que esas natas estuvieran envenenadas y se acusó a Cortés de asesinar a este primer visitador, pero también el segundo falleció, de suerte que la situación no mejoró y el virrey tenía instrucciones de contrarrestar el poder de los conquistadores.
“En lo personal se cree que fue un ardid un poco político, porque le dieron largas hasta que él se murió. Cortés defendió hasta el último momento los derechos que a su juicio le correspondían por su participación en una empresa tal como fue la conquista o la adquisición de tantos territorios para la grandeza del emperador.
La segunda parte del juicio de residencia lo inculpaba del asesinato o de la participación que tuvo en la muerte de su primera esposa, Catalina Juárez Marcaida.
Entre 1543 y 1547 Cortés estuvo nuevamente en la península porque el juicio no se había solucionado y su honra estaba en juego; en 1544 solicitó al rey que se suspendiera y en 1545 denunció que el proceso, que llevaba casi 20 años, no había sido regular pues presentaba una serie de errores jurídicos y malas intenciones por parte de sus enemigos.
Los últimos años del conquistador fueron de juicio tras juicio, demanda tras demanda y solicitud de créditos porque estaba endeudadísimo, pues había contratado préstamos para constituirse en la Nueva España como empresario
Y porque realizó conciertos matrimoniales para dos o tres de sus hijos por medio de los cuales tenía que ofrecer cuantiosas dotes.
Así como para mantener su nivel de vida y tantas casas que poseía.
Tenía una de las fortunas más importantes e infinidad de propiedades, de acuerdo con el listado que consta en su testamento, concluye doña Norma Vázquez Alanís.