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Sheinbaum y obispos: Diferentes llamados a la ‘unidad’
La pandemia y la economía XVI… “La visita a Washington”
El presidente Andrés Manuel López Obrador confirmó que ya es un hecho de que viajará a Washington, en donde llevará un encuentro con su homólogo estadounidense, Donald Trump, para la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC).
López Obrador, desoyó los consejos y opiniones de dos respetados y prestigiosos diplomáticos mexicanos de carrera como Bernardo Sepúlveda Amor, embajador emérito y ex canciller, así como el embajador en retiro y académico, Agustín Gutiérrez Canet, esposo de la actual embajadora de México en Washington, Martha Elena Bárcena Coqui y tío de Beatriz Gutiérrez, esposa de AMLO, quienes coincidieron en que no es el momento para entrevistarse con Trump, por todas las implicaciones políticas que ello conlleva, cuando en el vecino país del norte se lleva a cabo un complicado proceso electoral donde el candidato del Partido Demócrata, Joseph Robinette Biden, conocido como Joe Biden, contrincante de Trump, va adelante en las encuestas.
López Obrador y su canciller Marcelo Ebrard Casaubón, desoyeron los argumentos esgrimidos por estos destacados diplomáticos mexicanos y pretenden llevar a cabo el viaje que tendrá como objetivo dar inicio al nuevo acuerdo comercial que se traducirá en mayor llegada de Inversión Extranjera, esto en el marco de la crisis del Coronavirus (COVID-19) que se vive y que ha provocado la pérdida de 550 mil empleos en abril, 340 mil empleos en mayo y menos de 100 mil en junio, según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), al mismo tiempo en el que las remesas que envían los connacionales se han incrementado 10% con relación al primer semestre del año, según López Obrador.
El titular del Ejecutivo dijo que en esta ocasión viajará en un avión comercial, un día antes de la visita, pero no descartó la posibilidad del uso de aviones militares o navales para transportarse. “Voy a trasladarme en los aviones de ruta comercial, pero se puede hacer una escala y llegar a Washington un día antes del encuentro que tendremos, entonces lo voy a hacer de esa manera; no descarto la utilización de aviones de la Fuerza Aérea, de la Secretaria de Marina, pero sólo en caso de urgencia, de necesidad de atender a la población, casos por tragedias que no deseo, pero si tengo necesidad de moverme pronto utilizaría yo aviones o helicópteros de las Fuerzas Armadas”, aclaró.
El embajador emérito Bernardo Sepúlveda Amor envió una carta al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón, en donde expuso que “es altamente inconveniente para el interés nacional. No existe, a mi juicio, un fundamento político que explique una visita de esta naturaleza. Tampoco existe un motivo que justifique la oportunidad de la visita, en momentos en que se lleva a cabo un proceso electoral en Estados Unidos y en donde la asistencia del presidente López Obrador a una ceremonia irrelevante se habrá de interpretar como un apoyo a la reelección del presidente Trump. Los efectos políticos negativos que se producirán en México y en Estados Unidos, de realizarse esa visita, habrán de ser perdurables. Pretender inclinar la balanza en favor del presidente Trump en este clima político no parece ser la mejor apuesta. Si las elecciones presidenciales en EUA tuvieran lugar hoy, el candidato del Partido Republicano las perdería. La encuesta que publica hoy el NYT indica que Biden tiene una ventaja de 14 puntos sobre Trump. El 50 por ciento de los votantes encuestados prefieren a Biden; sólo el 36 por ciento prefiere a Trump.
A su juicio, “Si gana Biden la presidencia y el Partido Demócrata el Congreso, los últimos cuatro años del mandato del presidente López Obrador habrán de transcurrir en un ambiente repleto de dificultades en la relación bilateral, en donde México será el principal perdedor. Existen precedentes históricos que conviene recordar. Por invitación del presidente Bush padre, el presidente Salinas de Gortari viajó en julio de 1992 a Los Ángeles para asistir a un partido de beisbol junto con Bush, al tiempo que se celebraba la Convención del Partido Demócrata para nominar a Clinton como su candidato a la Presidencia. El malestar de los representantes de Clinton se hizo de inmediato patente y así se transmitió claramente al gobierno mexicano.
Explicó Sepúlveda en su misiva que en octubre de 1992 “el presidente Salinas de Gortari volvió a apostar por Bush, a un mes de las elecciones estadounidenses de noviembre de ese año. Bush invitó a Salinas y a Brian Mulroney a San Antonio, a celebrar la conclusión del Tratado de Libre Comercio tripartita. Pero sucede que Clinton triunfa en las elecciones, y de inmediato anuncia que el NAFTA habrá de ser sujeto a una revisión en los temas laborales y de protección al medio ambiente. La entrada en vigor del tratado se difirió por casi un año de arduas negociaciones promovidas por el Partido Demócrata, acusando así su malestar por el comportamiento de las autoridades mexicanas.
A su vez, el embajador Agustín Gutiérrez Canet, consideró que “en Washington las decisiones de política exterior se toman sobre todo por razones de política interna y más ahora, cuando el presidente Donald Trump busca el triunfo electoral a toda costa. En este contexto, todas las acciones internacionales del presidente están enfocadas en lograr el objetivo prioritario de reelegirse, sin que importe usar a otras naciones.
El embajador Gutiérrez Canet sostiene que en círculos demócratas cercanos a Joe Biden, “creen que algunos en el gabinete de López Obrador están apostando a favor de que Trump se reelija y supuestamente tratan de ayudarlo para sacar provecho personal en caso de reelegirse. Como en la célebre obra de Barbara Tuchman, La marcha de la locura, ciegamente nos encaminamos hacia un error histórico similar de aceptar una reunión, solicitada por un mandatario extranjero en tiempos electorales, que utiliza la excusa de un acuerdo comercial como trofeo electoral, a la que Trudeau no se va a prestar, pues difícilmente asistirá a la reunión en Washington, cuando existe la amenaza de imponer aranceles al aluminio canadiense. Una de las promesas de campaña que Trump no ha cumplido es que México pague el muro. ¿Qué va a pasar si la prensa le pregunta a Trump, sentado al lado del presidente mexicano en la Sala Oval, si México pagará por el muro? Sea cual sea la respuesta, nadie se acordará que el viaje fue para celebrar la entrada en vigor del TMEUC y para agradecer el envío de ventiladores. Todos recordarán el video y la foto de Trump hablando con el presidente, en silencio.
Ambos diplomáticos recordaron el episodio del encuentro entre Donald Trump y Enrique Peña Nieto y la ruptura que ello ocasionó con los congresistas demócratas.
Sepúlveda Amor lo resumió de esta manera: “El 31 de agosto de 2016 el candidato republicano Trump, a invitación del presidente Peña Nieto, visita México por unas horas y se le extiende trato de Jefe de Estado, con todos los símbolos correspondientes. En Estados Unidos se interpreta esa acogida como un respaldo a Trump y el Partido Demócrata se subleva ante ese supuesto apoyo mexicano a Trump, generando de esta suerte un clima poco propicio a las causas favorables a México. Trump regresa a un mitin en Arizona, en donde se encarga de vilipendiar a México y a los mexicanos, agrediendo, estigmatizando, ofendiendo y humillando a los migrantes de origen mexicano, acusándolos de criminales y violadores, anunciando su persecución una vez que alcance la Presidencia, todo lo cual ha cumplido a plenitud con un discurso profundamente antimexicano. Trump y su antagonismo y desprecio hacia México no podrán quedar en el olvido y, sin más, borrarse de la memoria de los mexicanos, desplazando su dignidad, su respeto y su orgullo patrio. De ser así, la historia nos lo habría de reclamar. No puede y no debe existir ni el perdón ni el olvido.
En tanto, Gutiérrez Canet, señaló: “En México hay algunos
que parecen olvidar el desastre de la visita del candidato Trump a Peña Nieto
en Los Pinos, que ahora, después de cuatro años, parece que se va a repetir, a
menos que súbitamente recuperemos la cordura.
Y todo nos conduce, lamentablemente, a repetir la misma estupidez.