Desciende 9.5% el turismo en zonas arqueológicas durante 2024
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 5 de julio de 2020.- Su fama creciente va en pos del rango de otros atractivos huastecos en el municipio de Tamuín, como los sitios arqueológicos Tamohi y Tamtoc; y no es para menos, porque El Nacimiento condensa un sinfín de factores que no solamente lo hacen un lugar bello, sino también interesante.
A la disfrutable frescura se añade la apacibilidad de sus aguas azul turquesa y el correr de su corriente cristalina, pero además, cuevas cercanas le añaden magnificencia y también misticismo.
El acceso adelante de la conocida Curva del Taninul (en el kilómetro 15 de la carretera federal 70: Valles-Tampico) nos llevará por un sendero transitable a lo largo de tres kilómetros y medio, que –de entrada- ofrece sombra abundante, y ese peculiar aroma a bosque, que en la falda de la Sierra de Tanchipa se combina con los infaltables sonidos de las aves en dicha zona: Los escandalosos papanes y las alborotadas quilas.
La exuberancia se ofrece luego como recompensa, pero es apenas el comienzo, pues hay mucho por ver y explorar; desafiar el lecho profundo (con su respectivo chaleco salvavidas) o entretenerse en las zonas bajas puede dar para minutos de esparcimiento, pero no se puede soslayar que más allá, traspasando la primera oquedad, una cavidad de altura enorme habrá de sorprendernos, como una cúpula monumental, por donde se cuelan rayos de sol que enaltecen la singular tonalidad de la quieta poza azulada.
En historias de exploración especializada, sobresalen las aventuras a más de veinte metros de profundidad, esquivando el peligro mortal de raudales subterráneos, para ir en busca de endémicos peces ciegos, tan valiosos como misteriosos y escurridizos. Lo que sí puede verse, sobre todo en las horas de salida y puesta solar, son abundantes parvadas de quilas (pequeña especie de cotorras) que habitan en los alrededores.
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