Descomplicado
La pandemia y la economía XVII… “El 8 de julio no se olvida…”
Este miércoles, se cumplen 44 años de que 300 periodistas y trabajadores salimos de la cooperativa Excélsior, en solidad con el director y gerente general, Julio Scherer García y Hero Rodríguez Toro, tras un movimiento interno surgido y alentado desde el gobierno de Luis Echeverría Álvarez y que utilizó al hijo de unos exiliados españoles, Regino Díaz Redondo, un tipo inescrupuloso, traidor, drogadicto y corrupto, que se prestó para llevar a cabo este brutal golpe a la cooperativa junto con otros testaferros, a los que poco a poco se fue sacudiendo el sátrapa.
La caída de Julio Scherer García, de la dirección general de Excélsior, venía precedida de un boicot publicitario en contra del diario por parte de la iniciativa privada, a petición expresa del propio Echeverría y de la invasión de los extensos terrenos del fraccionamiento Paseos de Taxqueña, que la cooperativa había adquirido a finales de los años cincuentas a los ejidatarios y en donde se pensaba construir una bodega para almacenar papel y fraccionar los terrenos para que los propios cooperativistas construyeran sus casas. Para ello, se constituyó un Fideicomiso, cuyos fondos también se robó Regino Díaz Regino y sus secuaces.
El malestar de Echeverría Álvarez fue porque los escritores, académicos y periodistas que escribían sus artículos en la página editorial y en la primera plana, fueron muy críticos con su gobierno y porque seguían insistiendo en que se esclarecieran los sangrientos acontecimientos del 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971. Los artículos de Daniel Cossío Villegas, Octavio Paz, Francisco Carmona Nenclares, Gastón García Cantú, Heberto Castillo Martínez, Miguel Ángel Granados Chapa, Raúl Prieto, Vicente Leñero Otero, por mencionar algunos.
La crisis de Excélsior o el golpe a Excélsior fue un proceso de censura y de ataque a la libertad de expresión contra Julio Scherer García y su equipo en la administración de ese periódico mexicano, debido a la línea crítica que el periodista encabezaba contra el gobierno del entonces presidente Luis Echeverría Álvarez. Ahora, 44 años, después, Andrés Manuel López Obrador, presume que su gobierno y su persona han recibido más críticas que ningún presidente en la historia del país, lo cual es falso, y esgrime que su administración respeta la libertad de expresión, lo cual también es falso.
Y ahora, pretende, que se le pondere sus mentiras. López Obrador sostiene que en su visita a Washington y al mandatario estadounidense, Donald Trump, para la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), que se tiene buena relación con el Gobierno de ese país y el trato que brinda a México es de respeto, distinto al que daba antes.
Ante las críticas por su visita a Estados Unidos, aseguró que al país no le conviene pelearse con Estados Unidos, a pesar de que existan agravios que no se olvidan y adujo que ellos –los críticos—“saben que es mejor tener buenas relaciones con el gobierno de Estados Unidos que pelearnos, para eso es la política: para evitar la confrontación. Muchos quisieran que nos peleáramos, pero eso no nos conviene ¿cómo pelearnos? Existen agravios que todavía no se olvidan, pero también hemos logrado una relación. El límite es el respeto a nuestra soberanía”.
Con esto, López Obrador respondió y desoyó los consejos y opiniones de dos respetados y prestigiosos diplomáticos mexicanos de carrera como Bernardo Sepúlveda Amor, embajador emérito y ex canciller, así como el embajador en retiro y académico, Agustín Gutiérrez Canet, esposo de la actual embajadora de México en Washington, Martha Elena Bárcena y tío de Beatriz Gutiérrez Müller, su propia esposa, quienes coincidieron en que no es el momento para entrevistarse con Trump, por todas las implicaciones políticas que ello conlleva, cuando en el vecino país del norte se lleva a cabo un complicado proceso electoral donde el candidato del Partido Demócrata, Joseph Robinette Biden, conocido como Joe Biden, contrincante de Trump, va adelante en las encuestas. Allá él.
Por otra parte, después 18 años de huelga y lucha por parte de los trabajadores del diario unomásuno, el líder sindical, el cetemista Mario Chagary Cossío, se ha negado a informarles acerca del proceso de liquidación de los activos de la desaparecida empresa, con la que habrían de obtener los recursos para pagar las respectivas liquidaciones de unos 240 empleados que iniciaron el movimiento.
En ese tiempo, el dirigente se ha negado a convocar a asambleas para rendir cuentas sobre el proceso de compra venta de bienes inmuebles, maquinaria y equipo, el cual implica unos 85 millones de pesos, recursos que a la vez servirían para cubrir las liquidaciones de los trabajadores en huelga y que ascienden a 56 millones de pesos.
Así lo dieron a conocer representantes de los reporteros, correctores de estilo, rotativeros, diseñadores, redactores, secretarias y empleados de administración del que fuera emblemático periódico en la década de los setentas –y del que formó parte quien esto escribe–, del siglo pasado.
Los trabajadores agraviados informaron que, con el laudo a su favor, pero que con el silencio e indiferencia de su dirigente Chagary Cossío, decidieron formar una comisión para decidir las acciones de denuncia pública a seguir en contra del dirigente, quien pertenece al Sindicato Nacional de Trabajadores de las Artes Gráficas, organización que a la vez es parte de la sección 15 de la Federación de Trabajadores del Distrito Federal, de filiación cetemista. Los trabajadores también denunciaron el contubernio que, con Ernestina Hernández Solano, estableció Chagary Cossío: Hernández Solano, exdirigente sindical. Los trabajadores están esperando que el gobierno de Claudia Sheimbaum Pardo y la Junta Local de Conciliación y Arbitraje destraben el laudo a favor de los trabajadores para que proceda la venta de los bienes y se les pague lo que conforme a derecho y justicia les corresponde. Ha sido una larga lucha y no merecen ese trato por parte de las autoridades y de la justicia laboral.