El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Vacuna contra las crisis empresariales
¿Sabes leer el futuro? Probablemente no. Sin embargo, anticiparse a posibles contingencias y predeterminar quién actuará en cada área y ensayar cómo lo hará, permitirá sortear de la mejor manera los riesgos.
En las vacunas anticrisis existen tres elementos: personas, planes y ensayos.
Personas es la base de la preparación. Implica ver con quién contamos y también quiénes son nuestros principales adversarios. Así, conviene especificar muchas de las tareas que deben manejarse en circunstancias alteradas y quién las realizará.
De esta manera, algunos participantes serán designados como creadores de anuncios públicos, otros como recolectores de información; unos serán asignados para proporcionar ayuda de comunicación, logística o asesoramiento legal. Los planes deben ser lo suficientemente flexibles y holísticos como para manejar las variaciones que puedan surgir.
La mayoría de los arreglos combinarán elementos formales e informales. Las relaciones con los grupos que percibes como oponentes también son de vital importancia. Esto podría incluir grupos de interés locales, blogueros de la industria e inversionistas activistas.
La planificación en una acción crucial. Es lo que marca la diferencia entre perder y salir de una crisis relativamente ilesos. Ahora, hay al menos siete categorías de crisis para prepararse: financiera, legal, tecnológica/intelectual, operativa, capital humano, humanitaria y de reputación.
Dentro de cada una de estas categorías hay innumerables permutas. Así, pocas empresas tienen los recursos para prepararse para todas ellas por separado, y si lo hicieran, crearían silos que duplican o incluso socavan los esfuerzos de los demás. Incluso, muchos desastres combinan dos o tres tipos de crisis a la vez. Entonces, un plan de crisis bien administrado, y la capacidad de ejecutarlo al recurrir a personas de toda su organización, prepararán para una amplia gama de contingencias.
Aunque no puede predecir qué crisis se producirá o cuándo, si se pueden analizar las crisis más probables y relevantes para la compañía.
Pruebas. Ensayar las acciones es el tercer punto. La velocidad de acciones resulta crucial. Aunque puede tomar de seis a 12 meses evaluar la preparación de un plan anticrisis, establecer las estructuras y relaciones de gobierno correctas y diseñar y probar un plan, todo esto servirá para anticipar las contingencias.
En general debe asumirse que la Ley de Murphy es verdadera: todo lo que puede colapsar en un momento dado sucederá. Sin embargo, podemos soslayar su impacto o prevenir los futuros problemas con planes de acción estructurados.
Actualmente, se considera que a nivel mundial, sólo una de cada 10 empresas cuentan con un plan anticrisis. Paradójicamente, el 53% de quienes no se prepararon para una contingencia en acciones tan diversas como respaldar las contraseñas de lo clientes o establecer un sistema de comunicación emergente, por ejemplo, perdieron el valor de sus acciones de mercado.
Moraleja: aunque no somos futurólogos conviene invertir tiempo y recursos en la planificación y apostar en el ¿qué pasaría si…? Las vacunas contra una crisis empresarial, finalmente, se componen de anticipar y crear antídotos genéricos contra una gran variedad de complicaciones.