Itinerario político
Tu cabeza tiene precio
“Mira es mejor que le bajes a lo que publicas, porque aquí en el reclu, ya le pusieron precio a tu cabeza y ya van sobre ti”, fue la amenaza que recibió Eduardo del otro lado de la línea telefónica.
El reportero había publicado información que implicaba directamente al funcionario encargado de las investigaciones sobre robo de autos en la otrora Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, quien tenía implicaciones familiares con dueños de bodegas de la colonia Buenos Aires, vendedores de piezas de vehículos robadas.
La voz anónima que hacía una llamada desde el reclusorio advirtió que “alguien” ya había echo una oferta de 10 mil pesos para asesinar a Eduardo y lograr así que se acabaran sus notas sobre el funcionario.
El editor de Eduardo tomó en serio las amenazas de esa voz y decidió sacar al reportero fuera de la ciudad para protegerlo. De esa manera fue posible salvar la vida del periodista.
Las “ofertas” por la cabeza de una persona son comunes en las cárceles del país. Los interesados hacen circular la noticia de que quieren acabar con alguien y no falta un delincuente que acepte la propuesta y la ejecuta con cómplices que se encuentran libres.
Lo peor que puede pasar es que asesinen a alguien por error y le pongan precio a su cabeza por una confusión de identidad.
Ese fue el caso de Alma Ciani, médico que laboraba en Tijuana, Baja California, y que a mediados de 2017 fue victimada a balazos en el interior mismo de su consultorio.
David “N”, la persona aprehendida en el lugar del homicidio, confesó a la policía que recibió un pago de 580 dólares para que acabara con una persona, cuya identidad no le fue revelada con todos los detalles.
El homicida merodeó algunas horas en los alrededores del consultorio, en espera de que le dieran mayores datos de la persona a la que debía asesinar, pero los autores materiales confundieron las múltiples oficinas que se hallaban en la zona y le macaron una que no era.
El homicida entró, sin pensarlo más, por la puerta que le habían marcado y descargó su pistola sobre la doctora, quien se desangró víctima de una confusión.
Segundo crimen: Tan sólo fueron cinco mil pesos fueron los que se pusieron en los bolsillos del homicida de los dirigentes sindicales Jesús García Rodríguez y Roberto Castrejón, quienes fueron baleados mortalmente en vísperas del Día de la Madre de 2019, en pleno centro de Cuernavaca.
El homicidio impactó no sólo a los habitantes de la capital morelense, sino a todo el país, porque se cometió a plena luz del día y frente a periodistas, quienes pudieron captar el momento en el que un joven de 22 años de edad, disparó su pistola 9 milímetros en contra de las víctimas.
Sin importar ser visto por decenas de personas, el criminal disparó a boca jarro en contra de los líderes, que realizaban una protesta callejera. Algunas personas y periodistas que se encontraban en el lugar pudieron grabar la escena del delincuente disparando y posteriormente huyendo, sin lograrlo, hasta que fue detenido.
El autor del doble homicidio fue identificado como Maximiliano “N”, de 22 años de edad, con antecedentes criminales por robo calificado.
Los investigadores del caso detectaron las causas del atentado y un hecho que les llamó la atención: por el doble crimen se pagaron 5 mil pesos. Ese fue el costo de las vidas de los líderes sindicales baleados.
Tercer crimen: En el caso de la muerte de la alcaldesa de Temixco, Morelos, Gisela Mota Ocampo, el precio de su asesinato fue mucho, pero mucho mayor: de 500 mil pesos.
Gisela fue victimada a las puertas de su casa en ese municipio morelense, el 3 de enero de 2016, un día después de que tomara posesión de su puesto.
La política de extracción perredista había anunciado durante su campaña electoral que no negociará arreglo alguno con los grupos delincuenciales que desde hace años se apoderaron de ese ayuntamiento de Morelos, pegado a Cuernavaca.
Mota Ocampo no tenía protección alguna aún, debido a que a 24 horas de haber tomado su puesto, apenas se afinaban los pormenores para que fuera protegida. Grave error. Un grupo delincuencial pudo llegar su casa sin ningún problema.
La mujer estaba acompañada de varios familiares, pero los asesinos sólo iban sobre ella, ya se había puesto precio a su cabeza: medio millón de pesos.
Los asesinatos por encargo son cosa de todos los días en el país. La vida en manos de la delincuencia no tiene valor alguno. Sólo un precio, tasado sobre la oferta y la demanda. Es el mercado de la muerte, en el que esta se convierte en una mercancía más. Así de duro.