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CIUDAD DE MEXICO a 10 de septiembre del 2020.- La Encuesta Mundial anual encomendada por la Confederación Sindical Internacional (CSI), con 200 millones de miembros, muestra que los trabajadores y sus familias sobrevivían al límite ya antes de declararse la pandemia de Covid 19, que paralizó al mundo.
Revela que la gente trabajadora se enfrenta a enormes problemas con un desplome de los salarios a escala mundial: tres cuartos (75 por ciento) de las personas encuestadas afirman que sus ingresos se han estancado o quedan atrás respecto al coste de la vida.
«Las consecuencias económicas de la pandemia de Covid 19 vienen a sumarse a una crisis preexistente de bajos salarios y empleos inseguros. Una de cada dos personas no cuenta con un colchón financiero y no es capaz de ahorrar para hacer frente a futuras dificultades, dependiendo de cada paga para sobrevivir.
«Sin ahorros o al no disponer de una red de seguridad, millones de personas afrontaron la pandemia debiendo escoger entre seguir trabajando o morirse de hambre», afirma Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional (CSI).
La encuesta, encargada por la CSI a la empresa internacional de estudios de mercado YouGov, cubre 16 países que representan el 56 por ciento de la población mundial.
Realizada antes de la propagación del Covid 19, la Encuesta Mundial de la CSI 2020 aporta una desoladora imagen de un mundo precario donde predominan la ansiedad respecto al trabajo y la falta de confianza en los Gobiernos, además de una clara demanda por parte de la mayoría de la población reclamando un cambio.
Los resultados de la encuesta, realizada en febrero y marzo en Alemania, Argentina, Bélgica, Brasil, Bulgaria, Canadá, China, Chile, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Japón, Reino Unido, Rusia y Sudáfrica, constituye una advertencia de que los Gobiernos deberán trabajar con los sindicatos y con la sociedad civil para asegurar que sus planes de recuperación creen confianza y resiliencia.
Más de dos tercios de los encuestados indicaron estar preocupados por el cambio climático (69 por ciento), la creciente desigualdad (69 por ciento), el uso indebido de sus datos personales en línea (69 por ciento) y la posibilidad de perder su trabajo (67 por ciento). Estas preocupaciones se manifestaron en un momento de 2020 en que una de cada dos personas (52 por ciento) describiría como mala la situación económica de su país.
La gente se siente impotente, ya que dos de cada tres encuestados (66 por ciento) piensan que la gente como ellos tiene poca influencia sobre la economía global. Casi la misma proporción (63 por ciento) considera que los trabajadores tienen demasiada poca influencia. En contraste, la mayoría piensa que el 1 por ciento más rico (65 por ciento) y los intereses de las empresas (57 por ciento) tienen demasiada influencia.
Estas opiniones culminan en la percepción por parte de casi tres cuartos de los encuestados (71 por ciento) de que el sistema económico de su país favorece a los ricos; percepción que comparte la mayoría de los encuestados en todos los países cubiertos y que viene a demostrar la ruptura generalizada del contrato social.
La encuesta revela un profundo nivel de incertidumbre en relación con los ingresos familiares y la seguridad en el empleo, y un sentimiento entre la población de pérdida de control respecto a su trabajo y su salario:
Casi la mitad (42 por ciento) de los encuestados piensa que la próxima generación tiene pocas probabilidades de encontrar un empleo digno.
Más de un tercio de los encuestados (39 por ciento) indicó que ellos mismos o alguien en su familia perdieron su empleo o vio reducidas sus horas de trabajo en los últimos dos años.
Tres cuartos (76 por ciento) consideran que el salario mínimo no es suficiente para sobrevivir; Un tercio (33 por ciento) piensa que tiene menos control respecto a sus opciones de trabajo decente y Más de uno de cada cuatro (28 por ciento) tiene menos control sobre las horas que trabaja.
“La desesperación que siente la población está extendiéndose y provocando una pérdida generalizada de confianza en la democracia como institución. Una de cada tres personas siente rabia o desesperación al preguntarle su reacción respecto a las medidas del Gobierno para cubrir sus necesidades y las de su familia. Para recobrar esa confianza hará falta un compromiso de los Gobiernos hacia los ciudadanos, que desemboque en un futuro basado en una serie de prioridades muy diferentes.
“La demanda de un cambio, reclamando empleos, acción climática y justicia en numerosos frentes, ha dejado de ser un simple eslogan. Los líderes deberían tener la confianza necesaria para comprometerse con un Nuevo Contrato Social, sabiendo que contarán con el apoyo de sus votantes”, aseveró la Sra. Burrow.
La encuesta mostró un apoyo mayoritario a que los Gobiernos actúen al respecto: 70 por ciento de la población mundial reclama más medidas en relación con aumento salarial para los trabajadores; 73 por ciento opina que los Gobiernos deberían hacer más para asegurarse de que las compañías paguen los impuestos que les corresponden y 74 por ciento quiere que los Gobiernos creen empleo invirtiendo en la atención de personas mayores, discapacitados y niños en edad preescolar.